Dave paró un taxi y dejó que su compañero subiera. Su vestido se estaba subiendo y su muslo estaba al descubierto. Sin ropa interior, se veía fantástica. No podía creer lo maravillosa que estaba y lo mucho que parecía divertirse. Cuando se sentaron en los largos asientos traseros de cuero n***o, ella puso la mano en su regazo. Sus manos recorrieron suavemente el tronco de su pene, agarrándolo ligeramente por la base. Se inclinó y le susurró al oído, recorriendo su interior con la lengua.
—Joder, exhibirme ante el camarero me puso increíblemente cachonda. Casi me corro en el acto. Me has puesto cachondísima—, le susurró a Dave al oído.
Se giró hacia ella, sus labios rozándose mientras susurraba: —Te pusiste cachonda dándole al camarero una fantasía mostrando ese magnífico coño. Lo más probable es que encuentre un lugar privado y se frote de una vez, derramando semen blanco pegajoso por todas partes.
—¿De verdad lo crees?
—Soy un hombre. Es exactamente lo que haría. Saltaría con pértiga excitado por toda la habitación con la polla a tope, aprovechando cualquier oportunidad para sacarme otro chorro de semen cada vez que creyera poder hacerlo.
—¿En serio? Estás bromeando.
Él presionó su boca contra la de ella, su mano apretando su pene con más fuerza, deslizó su lengua en su boca, enganchándola en un beso erótico y húmedo. Ella ya no era sutil; su mano recorría su m*****o con rapidez.
—Si me haces correrme, te haré limpiar mis pantalones y ropa interior con tu lengua y duplicaré tus azotes.
Ella aminoró el paso, con los labios aún apretados, mientras decía: —No me vas a azotar, eso acabas de decir.
—Cree lo que quieras, pero cuando estés en mi piso, te pondré ese precioso culo blanco de color rojo brillante. Te enseñaré a no ser descarada, quizás hagamos el amor después... ¿Entiendes?
—Sí, oh, tú, sabio—, dijo con una risa sombría.
Él volvió a presionar sus labios contra los de ella, colocando su mano izquierda detrás de su cabeza, atrayéndola hacia él, deslizando la derecha por su muslo hasta que sintió la humedad en la grieta de su montículo. Ella abrió más las piernas mientras él deslizaba un dedo por el canal húmedo hasta encontrar la entrada; deslizándose a través de un río de líquido preseminal; lo empujó hacia arriba y encontró lo que buscaba. La piel áspera de su punto G, gimió mientras él empujaba dentro de su vulva; eso le indicó que había dado en el blanco.
—No puedes hacerme correrme en el taxi. Dijiste que eso iba contra las reglas.
—Las reglas son mías, corazón.— Le susurró en la boca.
—Bastardo, me vengaré.
—Espero que sí; de verdad que sí.— Dijo mientras retiraba el dedo y lo empujaba entre sus labios para que ambos pudieran saborearla. Ella lo lamió con entusiasmo hasta que el sabor de su jugo se agotó. Él retiró el dedo lentamente y recorrió su camino hasta su punto G.
—Bastardo, me estás follando con el dedo en un taxi.
—Me detendré si quieres.
—No te atrevas.
—Puede que tenga que hacerlo. —Su mano izquierda la soltó un poco mientras le hablaba a su garganta.
—¿Por qué?
—El taxista está demasiado ocupado para mirar y no está mirando la carretera.
Sus piernas se cerraron sobre su brazo, impidiendo que retirara el dedo de su vulva. Separándole los muslos, soltó la mano. Bajó el dedo empapado hasta sus rodillas antes de hundirlo entre sus labios, en su boca.
—Él está mirando.
—Sí, y te encanta.
—Voy a sacarte la polla y le mostraré cómo te masturbas.
—¡No!— respondió instintivamente.
—Sí, si te parece bien mostrarme mi coño, entonces puedo mostrarte tu polla.
—No, eso es diferente. Podríamos ser arrestados.
Podrían arrestarnos por tocarme el coño en público. Es tu polla o, cuando paremos, me bajo y camino. Seguro que mi compañera de piso se habrá recuperado lo suficiente para darme una buena follada cuando vuelva a mi piso.
—Joder, sé discreto, recibirás más azotes por esto.
—No, no por esto. Es justo. Puedes azotarme por lo que merezco, pero tenemos que ser iguales y lo que es bueno para el ganso es bueno para el ganso. Debería azotarte por resistirte a mis insinuaciones. De hecho, creo que podría hacerlo.
—Se supone que eres sumiso—, suplicó, sabiendo que con esas palabras no parecía una pareja dominante.
—No soy yo, cielo, sino una pareja igualitaria. Me emocionas con lo que me obligas a hacer, pero no soy ninguna presa fácil, ya sabes a qué me refiero. —Bajó la cremallera de la bragueta de Dave y sacó su pene erecto de su ropa interior.
—Sin circuncidar, qué interesante—, dijo una vez que tuvo todo el m*****o en su agarre. —Vaya, estás súper mojado—, había deslizado el prepucio de Dave hacia abajo y había cubierto su pulgar con su humedad.
Retiró la mano y dejó su erección expuesta en el asiento trasero del taxi, y metió el pulgar empapado entre sus labios, aún cerca. Es salado. No se le había ocurrido probar su propio líquido preseminal; no estaba mal. Se preguntó distraídamente cómo sería la polla de un hombre si se la chupara, dejando esa idea de lado para el futuro. Esta chica sacaba lo peor de él y no entendía por qué. Apenas se conocían y, sin embargo, en las últimas horas, habían explotado de energía s****l, explorando áreas que él nunca había considerado. Ninguna chica había sido tan franca y honesta sobre su sexo y sus deseos, ni tan abierta al tacto y la sugestión.
Su dedo exploró de nuevo la punta de su m*****o. Metió el índice bajo el prepucio y arrastró su larga uña por encima. Le picaba como si le hubieran arañado profundamente, la sensación era incómoda, pero él no quería que parara.
—Me estás volviendo loco—, susurró.
—¿Te lo estás pasando bien?— Apartó la boca de la suya y pareció hablarle al taxista. Dave se confundió, y estaba seguro de que también confundió al taxista. Su voz tan fuerte daba la impresión de que se dirigía al taxista.
—Has estado espiándome todo el tiempo, ¿verdad? ¿Te frotas la polla con la otra mano? Yo, yo, yo jugaría con mi clítoris como si fuera yo, viendo a desconocidos haciendo el amor en la parte trasera de mi taxi."
—Lo siento, señora, no era mi intención. Solo estaba mirando la ventana trasera, señora—. No estaba seguro y parecía asustado de responder.
Su provocación con la cabeza de Dave ahora se transformaba en un bombeo completo de su m*****o. Si seguía así, iba a correrse enseguida.
—No respondiste a mi pregunta —le repitió al taxista—. ¿Estás disfrutando del espectáculo?
—No, señora, solo estoy usando el espejo retrovisor, señora".
—Mientras mirabas a mi novio tocarme el coño mojado y a mí masturbarle su polla erecta, lo vi.— Insistió, se giró hacia Dave y le tapó la boca con la suya, empujando la mano de su nuevo compañero hacia atrás, entre sus muslos. Dave miró por el retrovisor mientras ella se movía. El taxista se concentró en la acción en el asiento trasero.
—Deberías sacar a tu hombre y darle una buena mamada mientras miras.— Su compañero insistía al conductor: —Anda, sácalo y frótalo, me pondría aún más cachondo sabiendo que lo hiciste solo por mí. Nunca se sabe lo que puede pasar, sucio taxista.
Dave pensó que estaba exagerando cuando el taxista respondió.
—Lo tengo en mi mano, señora, como usted pidió.
—Eres un buen taxista, sigue así, te deseo mucho, nene.
—¿Qué estás haciendo?— Dave le susurró al oído.
—Entusiasmarlo, es divertido.
—Cristo, cualquier cosa podría pasar, podría violarte.
—No, no sería violación, necesito una polla dentro de mí y tú solo prometiste azotarme.
—Dios, eres imposible.
—Sí, lo soy. Si no quieres conocerme, me quedo con el taxista. Me follará en el asiento trasero y me dejará en casa de mi compañero de piso bisexual para otro buen polvo.
—Poco......