El miedo flota en el aire. Capítulo 2

442 Words
Capítulo 2 — El regreso El avión comenzó a descender y mi corazón latía con fuerza, más de lo que me gustaría admitir. Miré por la ventanilla: Santiago se extendía bajo las nubes, una mezcla de luces, edificios y recuerdos que creía haber dejado enterrados años atrás. Pero ahí estaban, golpeando mi pecho como si nunca me hubiera ido. Respiré hondo. Habían pasado treinta años… y aun así, volver me hacía sentir como ese niño de seis años que huyó en medio de la noche. Cuando el avión aterrizó, la vibración del impacto recorrió mi cuerpo. Un mal presentimiento me había acompañado desde semanas atrás, una sombra silenciosa que no lograba ignorar. No era solo nostalgia. Era algo más grande. Algo que venía directo hacia mí. Tomé mis cosas y caminé hacia el control de pasaporte. Varias personas me miraron… lo noté. Siempre pasa. Mi altura y mis rasgos llaman la atención, aunque yo preferiría pasar desapercibido. Sobre todo ahora. Al salir al pasillo de llegadas, lo vi. —Mateo —dijo una voz grave que reconocería incluso dormido. Era mi hermano mayor, Sebastián. Nunca dejaba de imponer respeto con solo aparecer. Alto, corpulento, traje n***o a la medida… y esos ojos afilados que decían más de lo que jamás admitiría. Pero lo que más me inquietó no fue su presencia, sino la expresión en su rostro. No era alegría. No era emoción. Era tensión. Pura tensión contenida. —Hermano —dije mientras él me rodeaba con un abrazo fuerte, demasiado fuerte, como si quisiera asegurarse de que era real. Cuando se separó, me tomó por los hombros y me observó con atención. —Tenemos que irnos. Ahora —ordenó. —¿Tan rápido? Ni siquiera llegué a saludar al resto —intenté bromear, pero su mirada me congeló la sonrisa. —No es seguro que estés aquí. No debiste volver tan pronto. Mi estómago se hundió. Ahí estaba. Esa sensación. Esa sombra. —Sebastián, ¿qué está pasando? Mi hermano miró alrededor, vigilante, como si esperara que alguien apareciera entre la multitud. —Papá no te dijo todo —susurró—. Y temo que ya sea tarde para explicarlo con calma. Tomé aire, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor comenzaba a moverse más rápido de lo que podía procesar. Algo estaba a punto de quebrarse. Y yo… yo estaba en el centro de todo, sin entender por qué. —Sube al auto, Mateo. Por favor —dijo Sebastián. Esa última palabra, “por favor”, fue lo que me heló por completo. Mi hermano nunca pedía. Ordenaba. Y si estaba pidiendo… Era porque el peligro ya estaba aquí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD