Capítulo 4.
*Flashback.
2 años después.
En la habitación de la clínica, Ameliz trata de caminar; la movilidad de sus piernas es débil. El estiramiento de su piel fue algo doloroso; ha dejado marcas en todo su cuerpo, morados por la reconstrucción de la piel y las máquinas láser a las que es sometida. Un dolor constante la consume; apenas puede reaccionar ante lo sucedido.
Ameliz camina por las salas de la clínica en busca de su bebé; busca poco a poco la sala de cuidados intensivos donde se encuentra su bebé en recuperación. El mayor dolor de una madre es saber que tu pequeño lucha por sobrevivir; después de todo lo que ha pasado, aún le sorprende que siga con vida.
—Ahí estás —dice una de las enfermeras que se ha portado muy bien con ella.
—Solo doy un paseo, Sol.
—Imagine que estabas aquí; cada día que pasa se pone más fuerte; es igual que tú, Isabela, lucha por sobrevivir.
Isabela observa a su pequeño gordito de la incubadora tres, apoya su mano del vidrio que los separa y lo detalla. Es irónico, se parece tanto a su padre: cabello n***o como el azabache, ojos azules y tez clara; su pequeña copia, sin ninguna duda, una marca que se lo recordará toda la vida.
—¿Quieres tocarlo? —pregunta Sol, quien la anima sacándole una sonrisa.
—Sí quiero.
Ambas se acercan abriendo la puerta de cuidados intensivos; la ayuda a cambiarse para poder acercarse al niño conectado al respirador. Su corazón late con fuerza; es su bebé, su niño, su mayor deseo y el fruto de su amor por el hombre que más amaba.
—¿Ella es la madre? —pregunta una mujer.
—Así es, se llama Isabela Alcaza. —Responde, Sol —acercándola a la doctora.
— Es un placer Isabela, mi nombre es Regina Paz, la doctora que lleva el caso de su bebé, quería conversar con usted, ya que en las condiciones en las que llegó no fueron las más favorables, para todos fue un gran impacto saber que estaba embarazada de 3 meses, hicimos todo lo posible por mantener al bebé con vida, bajo sus condiciones fueron muy fuertes, tratamos de que llegara a los 7 meses y logramos extraerlo por medio de una cesárea, su condición era delicada, sin embargo con el paso de los meses hemos logra que tenga una gran mejoría, en unas semanas cuando cumpla los 3 meses lo vamos a descontar para que empiece su funcionamiento natural, ya está bastante fuerte y sus pulmones ya han madurado lo suficiente para el procedimiento, a raíz de ellos empezaremos con una alimentación materna, segundo los doctores que llevan su caso puede darle pecho sin ningún problema, en cuanto eso pase, lo llevaremos a su habitación y podrá tenerlo con ustedes desde entonces.
—Muchas gracias, doctora, no sabe lo feliz que me hace al escuchar eso.
—Por lo pronto lo mantendremos en vigilancia como hasta ahora; ya que estás aquí, podré empezar el proceso de registro, ¿le parece?
—Sí, solo que no tengo mi identidad, todo se quedó en el accidente.
—Entiendo, a raíz de eso no veo problema en proseguir, tenemos evidencia de que el bebé es suyo, así que, por favor, sígame.
Ameliz la sigue a la oficina; en ella toman sus datos, declaraciones y todo en ese expediente es falso. En estos momentos se están desarrollando ideas en su mente; no está a salvo. Después de todo lo vivido, lo mejor es esconder todo de su pasado y empezar de nuevo.
—¿Qué nombre le pondrá al bebé?
La pregunta retumba en su mente, llevándola a los vagos recuerdos de su pasado en el que su esposo le contaba sobre el nombre que le pondrían a su bebé. Oliver viene a su mente, siendo el nombre que le pondrían a su primer hijo si era varón.
—Oliver Alcaza, así le pondré.
En cuanto Ameliz termina con el registro, la enfermera viene por ella; unos segundos más tocando el dedo de su pequeño la conmueven, lágrimas de felicidad recorren sus mejillas y el dolor de lo vivido se une a ella; por poco lo pierde; si no hubiera escapado, quizás las cosas estuvieran peor. Su hermana se encargó de difamarla, como una ladrona la trataron y esa mirada de decepción rompió su corazón en mil pedazos. Juró protegerlos, pero su promesa quedó vacía en el momento en que dudó de ella; en ese instante, Ameliz Beltrán murió para Iván Fisterra.
La enfermera se acerca al notar lo conmovida y agitada que está, la toma de los hombros y la guía y trata de consolarla.
—Deberías descansar, Isabel; él va a estar bien, no te preocupes, pero tú también debes recuperarte para estar fuerte y poder cuidar de él; además, he venido a decirte que tienes visita. —Ameliz voltea a ver a la rubia de ojos verdes que le sonríe.
—¿Visita? —¿Acaso alguien sabe que estoy aquí? —pregunta muy seria ante la situación.
—Al parecer sí, deberías venir a ver quién es, dice que te vas a sorprender.
El corazón de Ameliz empieza a latir con gran precisión; la tensión en su cuerpo se siente. Piensa que quizás ya descubrieron que no ha muerto, que la han encontrado. Camina detrás de la enfermera, sin detenerse; no importa qué, no importa cómo, enfrentará su pasado a como dé lugar, si con ello pone la vida de su hijo a salvo.
En cuanto llegan a la habitación, Ameliz entra con gran dificultad; la nota es una mujer y está de espaldas.
—Señorita, se la he traído como me lo ha sugerido; ella debe descansar, por favor, no la altere, permiso.
En cuanto la mujer se voltea, ambas quedan en shock al verse; sin embargo, la otra mujer parece reconocerla, pues sonríe y se acerca en pasos cortos a ella.
—Hola, Isabela, ¿me recuerdas?
Ameliz, al verla, se mueve a su encuentro.
—¡Estás aquí! ¿Cómo me encontraste?
—Yo te traje aquí.