Laura al entrar a la habitación se quedó estupefacta al contemplar la abrumadora cantidad de regalos que Antonio había adquirido para ella. La cama estaba cubierta de bolsas de tiendas lujosas, repletas de elegantes vestidos, zapatos y delicados productos de aseo personal. Con la voz temblorosa, Laura preguntó: —¿To-todo esto es para mí, doctor? Antonio, con una amplia sonrisa en su rostro y sus manos detrás de la espalda, respondió entusiasmado: —Sí, todo es para ti. Este es un apartamento muy masculino, puede decirse que… es una cueva de hombre, así que, no tenía nada femenino que ofrecerte. Tuve que comprar todo porque eres mi empleada y de paso vas a vivir aquí conmigo. Necesitas todo eso. Laura, un tanto sorprendida, se encontraba sentada sobre la cama mientras revisaba cuidadosa

