Con alegría y orgullo, Antonio le entregó el sobre y le reveló: —¡Es tu identificación! ¡Me llegó esta mañana a las ocho! Laura no podía contener su emoción y gratitud. Tomó el sobre entre sus manos temblorosas y lo abrió lentamente, encontrando su identificación dentro. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al ver su nombre oficialmente impreso. —¡No puedo creerlo! ¡Es mi identificación oficial!—exclamó con voz entrecortada por la emoción. Antonio sonrió con ternura y le abrazó con cariño. —Si, ahora ya no estas desamparada—le susurró lleno de amor. Laura, con el corazón rebosante de alegría, abrazó a Antonio con fuerza y gratitud. —Gracias… Antonio. Esto significa mucho para mí, usted es como…mi ángel de la guarda—comenzó a llorar con profunda emoción. —Ahora falta que co

