Prólogo.
La primera vez que nos conocimos fue en una fiesta.
Tu ex llegó para mostrarte a la persona por la que te había dejado el mes pasado y me pediste que fingiera ser tu cita. Yo estaba más que feliz de poder ayudarte.
Eras atractiva, inteligente e ingeniosa, ¿y ese beso que compartimos? Me dejó deseando estar contigo durante días.
La segunda vez que nos vimos fue en mi oficina en el campus, donde ambos nos sorprendimos al descubrir que eras la nueva estudiante de maestría en poesía con la que trabajaría.
Prometiste ser profesional. En cambio, yo no lo hice.
Las noches largas y las intensas sesiones de estudio que paso a tu lado me sacan de quicio. Te deseo y lucho conmigo mismo.
Se que soy grosero, que mis insinuaciones sexuales y mi boca sucia te molestan, pero vivo por esos dos puntos brillantes en tus mejillas. Si esa es la única reacción que puedo sacarte, la aceptaré con gusto.
Odias los lunes, así que todos los lunes dejo un poema anónimo en tu bolso y tu sonrisa me ayuda a pasar la semana.
Creo que me estoy enamorando de ti y sé que está mal. Se que se supone que solo soy el asesor de tu programa y nada más, pero la cuestión es la siguiente: creo que tú también te estas enamorando de mí.
Siempre tuyo, Noah