Capítulo 2: Una terrible sorpresa

1659 Words
Lissa se fue directo a su casa, no quería encontrarse con aquel hombre. Los colores subían por su rostro al recordar ese beso tan apasionado. Se puso nerviosa porque en realidad, ese momento se llena de deseo y ella no fue lo suficientemente madura para afrontar la situación. Retiró su peluca, antes de entrar a la casa, su cabello castaño ahora era el que relucía. La casa de Lissa era muy cómoda y humilde, su padre era el hombre más amoroso del mundo, que sin querer había hecho que su hija se hiciera cargo de sus errores, su madre una mujer espectacular, que lastimosamente estaba enferma y no habían encontrado, un tratamiento adecuado para ella. Lissa sonrió cuando vio la foto de los tres colgando en la pared «todo es por ellos» entró hasta su habitación con las luces apagadas, su corazón seguía palpitando con fuerza y por más de que ella dejara de pensar en eso, era inevitable. Como siempre, Lissa se despierta contra el tiempo. La falta de sueño algún día le cobrará caro, luego de darse un baño y colocarse su uniforme como estudiante de medicina, sale de su habitación para ver a sus padres. —Hija, ¿Llegaste muy tarde ayer? —la mamá de Lissa pregunta, mientras toma sus medicamentos. —No mucho, la verdad ayer el trabajo estaba muy tranquilo —Lissa miente, le da temor que sus padres se enteren lo que en realidad hace. Su madre orgullosa, saca un vestido color rojo y se lo extiende. —Lo hice para ti, para tu siguiente pasarela. —Es inevitable que Lissa no se ponga melancólica con las palabras de su madre. Ella cree que Lissa es modelo y eso la avergüenza. —Lo usaré con la mejor actitud, te amo gracias. Solo tomaré un poco de café, hoy llega un nuevo profesor y por lo visto ya voy tarde. —No tienes idea lo orgullosa que estoy de ti, serás la primera profesional de la familia. Desde que llegamos a este lugar la vida nos cambió, debo admitir que tu, estás haciendo que todo sea más llevadero. —Lissa se acerca para luego darle un abrazo. Mira por todo lado y no ve a su padre, antes de preguntar su madre le responde—. Se fue a trabajar, ya sabes que él quiero ayudarte en lo que más se pueda, por eso pidió doble turno. —No era necesario. —Hija, estudias una gran parte del día. El tiempo que te queda libre, se lo dedicas al modelaje, la verdad no queremos ser una carga. Ni siquiera te ves casi con tu novio, ese muchacho supongo que quiere pasar tiempo contigo. —Lissa recordó a Mason, no pudo evitar sentirse mal, porque su madre tenía razón. —No te preocupes, debo irme ya. Nos vemos en la noche —dijo para luego salir corriendo a tomar el autobús. Lissa logró conseguir una beca, para la mejor universidad de Ámsterdam, sin embargo, la beca no se la pudieron dar completa y al ser una universidad tan prestigiosa tenía que pagar mucho dinero. Lissa respira profundamente, pronto terminaría la universidad y se presentaría a la convocatoria para trabajar en el hospital de Ámsterdam, uno de los mejores a nivel mundial. Son pocas las personas que entran ahí, los méritos que se deben tener son muy grandes y a pesar de la falta de dinero, ella deja todo su amor y dedicación en todo lo que tiene que ver con la medicina. Al llegar a la universidad, camina con total tranquilidad. Es un lugar donde ella puede ser ella misma, en donde nadie la juzga. La facultad de medicina es la más grande, ella sube por las escaleras y ve a su amiga Chloe hablando con su Masón, se acerca y lo abraza por detrás. —Amor, ¡Qué gusto verte tan temprano por aquí! —él bromeó, para luego besarla. Masón y Lissa tienen una relación hace seis meses, ella está completamente enamorada y él es una de las mejores personas que ella conoce. —Te extrañé, ¿Quieres que hoy salgamos un poco? —Le hace pucheros, algo a lo que él no resiste tan fácil. —Claramente la respuesta es un sí. Llamaré a mi papá y ya vuelvo —él le dice, Lissa asiente. Ella solo está esperando tener un minuto a solas con Chloe, necesita desahogarse. Cuando ve que su novio está lo suficientemente lejos, mira a su amiga. —¿Cómo te fue ayer? —Chloe la mira, ella trabaja como camarera en un restaurante cerca al bar. Chloe es la única que sabe lo que hace Lissa, a pesar de todo le brinda su apoyo. —Fue una locura, llamaré hoy a mi jefe. No pienso ir al bar, al menos en una semana —dice, atormentada. Chloe le hace señas, para que no hable más; luego entran al aula de clases, Masón toma a Lissa de la espalda y la abraza. — No tienes idea cuanto te extraño, pasé mucho tiempo sin verte. —Amor solo fueron doce horas —Lissa se da media vuelta, lo abraza y luego le da un tierno beso. Ella lo ama, lo quiere más que a nadie, le duele mentirle. Masón la toma de la mano, luego entran juntos y se sientan, uno al lado del otro. Masón comienza a contarle como le fue ayer, él no tiene mucho dinero, pero su familia tiene unas cuantas empresas que le permiten vivir bien. Ella apoya su cabeza, sobre las piernas de su enamorado, cierra sus ojos mientras él le habla al oído, y con su mano, acaricia su cabello. Ninguno de los dos, nota cuando el señor Bakker entra a la sala, escuchan unas risa y un carraspeo, sin embargo, eso no alerta a Lissa, lo que realmente la alerta es esa voz. Ella se levanta asustada. Cuando ve a aquel hombre se da cuenta lo estúpida que fue, porque fue realmente estúpida. Ella ruega que él no la reconozca, al fin y al cabo, ella tenía otro color de cabello, y el maquillaje tampoco era el mismo. Él se presenta con arrogancia, demostrando lo eminencia que es y lo cruel que puede llegar a ser. —Desde ahora y por seis meses, seré su profesor. Los acompañaré en las prácticas, en el hospital de mi familia. Allí comenzarán a mostrar sus habilidades, desde ahora comenzaremos a ver quien es digno de poder obtener un puesto allí. Mi nombre es Aron Bakker, pero acá me deben decir señor Bakker. —Él hace un barrido con su mirada, en ningún momento se detiene en ella. Eso le da un toque de tranquilidad a Lissa—. Las reglas acá son diferentes a las del hospital, así que no se confíen. No me gustan las personas mediocres, oportunistas y mentirosas. Recuerden que son futuros médicos y su ética debe prevalecer. ¿Está claro? —Todos los estudiantes responden al unísono—. Realizaremos un examen, necesito saber que tanto conocimiento tienen, para saber si debo perder el tiempo o no. Un silencio se hace presente, estar aterrados es poco a lo que los futuros médicos sienten. Lissa mira a Masón que no le suelta su mano, le provoca gritar, salir corriendo o simplemente morir. —Encontré una identificación afuera, por favor se acerca… La señorita Lissa Meijer. —La presión arterial de Lissa bajo, se puso pálida, sintió la mirada de todos. Masón le hizo señas para que se pusiera de pie, no le podría hacer ese desplante a ese hombre. Él podía definir el futuro de ella. Con miedo y algo torpe se levantó de esa silla, Aron dejo algunos ejercicios para conversión de medicamentos y les pidió que empezarán. Aron se sentó con sus brazos cruzados, ella se acercó a ese escritorio y le pidió a su cerebro que no permitiera que ella fuera a tartamudear. —Le agradezco, la próxima tendré más cuidado —Lissa habló, sin mantener contacto visual. Una pequeña sonrisa salió de los labios de Aron, se sentía lleno de rabia. Sentía impotencia, quería gritarle y sacarla de allí, no obstante, debía mantener la cordura. Él era un profesional, se iba a comportar como tal ¿O no? —Claro, ¿En qué tendrá cuidado? —Ella lo miró, su cuerpo tuvo la misma sensación que la noche anterior—. Señorita la próxima no olvide no salir corriendo. —No entiendo de que habla. —Mire, la próxima le recomiendo que guarde bien sus cosas. ¿Qué cree que diría su novio o el director? Cuando se enteren a lo que se dedica. —Lissa apretó sus manos, se sentía acorralada—. Usted no solo se fue corriendo, si no que también me quería drogar, ¿Me va a negar que eso no es suyo? —muestra el frasco que le entregó la mujer—. No se ve nada bien que lleve su identificación estudiantil a sus encuentros con clientes. —Lo siento. —Fue lo único que ella dijo, no quería mirar hacia atrás, quería llorar. —Lo siente, señorita se da cuenta que cometió dos delitos al irse de esa manera: El primero es que posiblemente me quería drogar para robarme. —Lissa abrió sus ojos. —¡No! Eso no fue así, yo le puedo explicar. —Él se rio, dirigió su mirada hasta Masón, posteriormente ella lo imitó. —No me interrumpa, no le he dicho su segundo delito. —Él clavó su mirada en ese par de ojos azules—. El segundo delito es que me dejó excitado. —Lissa sintió como una gota de sudor bajó por su espalda. Aron le entregó la documentación, guardó de nuevo en su bolso el frasco y luego se puso de pie. —La espero al finalizar la clase, le tengo una propuesta. No olvide que la tengo en mis manos.
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