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Amarte Es Mi Perdición

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Blurb

Lissa es una chica aplicada, estudiosa que sueña con ser la mejor médico del país. Su suerte no ha sido la mejor, ella siempre ha tenido que luchar para conseguir las cosas y ayudar a sus papás.

Sin embargo, oculta un secreto, uno que puede destruir todo lo que ella más desea.

Aron es un hombre apuesto y arrogante; es uno de los mejores médicos del país. Desconfía hasta de su sombra, desde que un engaño cambió su vida. Conoce a Lissa en una situación particular y aprovechará su secreto para salirse con la suya.

El destino les puede jugar una mala pasada y el amor entre ellos puede florecer ante los obstáculos que se presenten en el camino.

¿Serán capaces de dejar atrás su pasado?

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Capítulo 1: Primer encuentro
De nuevo Lissa va llegando al bar de siempre, en su cabeza tiene la idea de que solo será una vez más, al menos para que no quiera salir corriendo, no obstante, aún quedan un par de años más para saldar la deuda. Ella acomoda su cabello, se mira por su pequeño espejo y da una sonrisa llena de tranquilidad «Tu puedes, aguanta un poco más» Lissa, camina a pasos largos, llamando la atención de todo hombre que esté a su alrededor. Su cuerpo delgado, piernas alargadas y la combinación de sus ojos color azul como el agua del mar y sus labios rosas, son el delirio de cualquiera. Se acercó a la barra, necesitaba un trago para poder disipar los nervios, el bartender la mira y le pone un rostro lleno de comprensión. —¿Tuviste un día largo? —ella solo puede asentir con un movimiento de su cabeza—. Toma este, —le pasa un trago de más—. Esta es una cortesía de mi parte. —Eres un sol, si no estuvieras acá, no sabría con quien más contar. —Lissa bebió todo de un sorbo, para luego agradecer e ir a su lugar. El día de hoy ha sido bastante agotador, los exámenes y algunas prácticas de la universidad la tenían al borde del colapso. En especial, porque desde mañana, llegaría a la facultad un nuevo profesor, que según sus compañeros es todo un ogro y no permitiría falla alguna. Y, no es que ella tuviera fallas en sus estudios, solo que muchas veces el cansancio de su trabajo, le pasa factura en la universidad. Al llegar a su lugar, pidió su teléfono y saludó a las chicas. Una de ellas le pidió que fuera a las sillas del fondo, en donde los clientes con más dinero se ubican, allí la estaba esperando una mujer. Lissa caminaba, denotando seguridad con cada paso, sonreía como si su vida fuera perfecta, pasa la mano por su cabellera rubia, una tan falsa como ella en estos momentos. —Buena noche —habla Lissa de forma cordial. La mujer que la esperaba la invitó a sentarse. Lissa se acomodó, para poder preguntarle. —Voy al grano —espeta con seriedad. Lissa levanta sus cejas, acostumbrarse al trato de los clientes, le costaba—. Quiero que observes a ese hombre que está en la barra. —Lissa gira su cuerpo, viendo aproximadamente a cuatro sujetos sentados—. Mi esposo es el que está con traje color n***o, necesito que esta noche trabajes para mí. —¿Podría ser más clara? —Lissa veía como aquella mujer de cabello rojizo, movía sus manos con desesperación. —Él es mi esposo, me di cuenta que me engaña con mi mejor amiga. —Lissa abrió sus ojos, no sé imaginaba como se podía sentir aquella mujer—. Pero eso es lo de menos, quiero destruirlo. Por eso necesito pruebas de su infidelidad, para luego anular nuestro matrimonio y quitarle hasta el último centavo. Por eso te voy a contratar, necesito que esta noche lo seduzcas y luego me envíes las fotos. —Lissa rodó sus ojos. —Lo siento, puede buscar a otra persona que le haga su trabajo, no acostumbro a tener relaciones con mis clientes. —Lissa observa como la señora se indigna, mientras ella responde con total naturalidad—. Solo acompaño a mis clientes, mientras beben, juegan o quieren pasar el rato aquí, sin contar que al ser experta en baile, se dedica a dar shows todas las noches; si quiere encontrar mujeres de ese tipo, debe ir a otro tipo de lugar —dijo con sinceridad. Lissa recordó el día que empezó en esto, ella fue clara, solo bailaría y serviría para acompañar a sus clientes, no tendría encuentros íntimos con ninguno. Quería que fuera un trabajo como cualquier otro, con la excepción de que aquí gana hasta por respirar. —Mira, conozco a las mujeres de tu clase, no te hagas la digna —dijo aquella mujer, Lissa se puso de pie; no estaba dispuesta a aguantar insultos por nadie. —No voy a cambiar de parecer —habló manteniendo la calma. —Mira no te estoy pidiendo que te acuestes con él, al fin y al cabo lo quiero. Solo puedes tomarle fotos mientras se besan o se desviste, solo te pido eso. Eres el tipo de mujer que él acostumbra a mirar, por eso te escogí. —La mujer al ver que no conseguía nada, decidió sacar su as bajo la manga—. Te pagaré mucho dinero, no tengo problema con eso. Te lo daré en estos momentos. —Ella le mostró un fajo bastante atractivo, Lissa miró y por un segundo dudó—. Al menos, por la solidaridad de género. Se ve que eres una chica buena. Lissa miró de nuevo el dinero, recordó que los medicamentos de su madre se habían acabado, sin contar que mañana debía pagar la cuota atrasada de la universidad. Ella maldijo por estar en esa situación, odiaba que esto pasara, pero debía admitir que no tendría que quedarse horas de más en el bar, si conseguía ese dinero. —¿Qué tendría que hacer? —habló rápido, antes de que se arrepintiera. —Yo aquí tengo algo, lo puede poner en su bebida, le encanta el whisky, no se dará cuenta. O simplemente le coqueteas, como quieras. Luego lo besas, lo desvistes y le tomas fotos, simple y sencillo. —Lissa vio que no era tan difícil, lo podía subir a una de las habitaciones, así podía irse si algo salía mal. —Está bien. Le daré mi número, para poder estar en contacto por sus fotografías. Espero y no tenga problema con eso. —Lissa se puso de pie, la señora le dio el dinero y le indicó cual era el hombre. —Te estaré agradecida. Mi esposo tiene un tatuaje en la mano, así lo identificarás más fácil. Aquella mujer se dio media vuelta para poder irse, Lissa respiro profundo. Aunque ella sabía que era mala idea, también lo veía como una oportunidad para al menos pasar el siguiente mes un poco más tranquila en la universidad. Se acercó a la barra, allí habían dos hombres con similitudes, se abofeteó mentalmente por no pedir ni siquiera el nombre o la foto de aquel sujeto. Analizó la situación, para decidir luego acercarse al que estaba en la derecha, igual él tenía un whisky, Lissa se sentó y pidió una copa. —La noche es perfecta para conocer nuevas personas, ¿No lo crees? —Lissa utiliza un tono de voz coqueto, él subió la mirada e hizo como si ella no existiera. —No me interesa conocer a nadie —respondió sin mirarla, bebiendo el contenido de su vaso por completo—. Le importaría dejar de hablarme, no me interesa conversar con nadie. —A mi tampoco me interesa conversar, —ella mordió su labio inferior, ese gesto hizo que él sonriera—. El siguiente trago lo invito yo —dijo ella, llamando por completo la atención de él. Aron no estaba pasando la mejor noche, precisamente hoy, había visto a su ex novia, con la que había terminado hace un mes, la mujer con la que llevaba cuatro años de relación; la vio con su mejor amigo, revolcándose en el hospital. Eso sin duda lo hizo darse cuenta que las mujeres no valen la pena, que siempre traicionan, se vio en la misma posición de su padre hace algunos años, engañado por una mujer. Ahora visualizaba a Lissa, como una oportunidad para saciar todo el veneno que tenía por dentro. Aunque él no fuera de los que busca mujeres en estos lugares, solo por diversión. —Entonces ¿Quieres ir a algún lugar? —ella hablaba con tanta seguridad, aunque por dentro, su corazón palpitaba a mil por horas. Aron se puso de pie, para luego hacerle una seña con su cabeza. Los ojos de Lissa se cerraron, esto era solo por hoy ¿Qué podría salir mal? Lissa pidió una botella, subieron a una de las habitaciones para clientes especiales. Limpio con su vestido la palma de su mano, sudaba como si acabara de correr una maratón. Al entrar a la habitación, los colores vivos sobresalieron, todo era muy minimalista. Ella analizó al hombre frente a ella, alto, con cuerpo atlético, su traje se marcaba a la perfección, no se veía muy mayor, tal vez no pasaba de los treinta años. Tenía barba de algunos días, sus ojos grises y sus labios delgados, dejaba ver un hombre demasiado atractivo. Ella movió su cabeza, despabilando su mente por mirar de más. Él se retiró su saco de marca, la tela era demasiado suave, se veía por encima que tenía demasiado dinero. Se acercó a ella, su mirada profunda la escaneaba de arriba a abajo y ella sin quererlo, se sentía excitada. Su pecho comenzó a subir y a bajar, sus pulsaciones estaban disparadas. —A lo que vinimos —Aron pronuncia con voz ronca. Aron sin darse cuenta, el rostro y cuerpo de aquella desconocida lo tenía a la expectativa, la estaba deseando. Sus ojos color azul como el agua del mar y su piel blanca eran atractivas por donde la miraba. La arrinconó contra la pared, ella parecía estar embriagada por su aroma, él bajó su cabeza y sus labios se chocaron. Se besaron llenos de deseo, él la apretó contra su cuerpo, mientras su lengua entraba en ella, Lissa por su parte perdió su cordura, aquel desconocido la tenía completamente en sus manos. Se separaron con la respiración completamente agitada, él empezó a soltar los botones de su camisa, estaba sediento de sed y ella calmaría eso. Él teléfono de Lissa sonó, ella se disculpó para responder, podría ser su madre y volver a tener una crisis. —¿Dónde rayos estás? Llevo observando a mi esposo desde hace rato y tú no apareces —Lissa reconoció esa voz, un escalofrío recorrió su espalda. —Hice lo que me pidió, es más ahora estoy con él —susurró, para que solo escuchará ella. —Ay, no puedo creerlo. ¿Con quién estás? No te pagué para que fueras con cualquiera, mi esposo está sentado allí, bebiendo como loco. —Lissa miró al hombre que tenía al frente. Lo que escuchó le cayó como un balde de agua fría, colgó la llamada, se había equivocado de la peor forma. Su bolso cayó al suelo del impacto, como pudo levantó algunas cosas, pidió excusas y salió corriendo. Aron miraba con asombro la escena, esa mujer lo había dejado excitado y había salido como si nada. Juntó sus cejas, para luego darse cuenta que había cometido una gran estupidez, al seguirle el juego a una mujer que apenas conocía. Vio algo en el suelo, se agachó al levantarlo, leyó con detenimiento lo que decía aquel documento, y a su vez, vio aquella sustancia en ese pequeño frasco que él conoce muy bien.

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