NIKKI
Mi madre siempre me dice que debo hacerles frente a los problemas, que nunca debo agachar la cabeza y que si me caigo siempre debo ponerme en pie y seguir adelante. Cada día me recordaba que así tuviera el agua hasta el pecho yo tenia que mantenerme firme.
Nikki recuerda que así estés lo mas herida posible, siempre debes seguir luchando. Nunca debes huir de los problemas, hazle frente y acaba con ellos.
Nunca he olvidado sus palabras, ellas me persiguen a donde quiera que vaya y siempre me esforcé por vivir bajo esos mismos principios o eso era lo que creía, hasta que me tocó huir de mi país, dejar atrás mi casa, mi familia, mi carrera y todo lo que con tanto esfuerzo por años me costó construir.
Las palabras de mi madre se repetían una y otra vez, como una grabación en mi cabeza, cuando tomé el primer avión y hui lejos de mi infierno. Cuando me tocó escapar como una jodida delincuente de todo aquello que amaba. Con lagrimas en los ojos, con un corazón hecho trizas, con un gran trauma y con la vida destrozada llegué a un país nuevo, uno donde nadie sabe quien soy, de donde vengo y de que estoy huyendo.
Cada mañana me levanto y me repito esas mismas palabras, aun cuando siento que todo es una mierda, sigo repitiendo esas mismas palabras.
Nunca pensé que esto me podría pasar a mí, pero de los errores se aprende y con todo aprendí que no puedes confiar en nadie, que, si alguna vez necesitas ayuda, confía solo en ti, porque el mundo esta plagado de bestias y depredares que están a la caza de una buena presa y que harán todo por destrozarlas cuando la encuentren.
Mi vida era perfecta hasta que uno de esos depredadores que alcanzó. Me envolvió en su red y hizo pedazos. Llegó a tal punto que ya no puedo llevar una vida s****l tranquila, me da miedo y asco que un hombre me toqué, los repudio tanto y por mas que apenas llegué a este lugar busqué ayuda, tomé tratamientos y visité a muchos especialistas, nada de eso me funcionó.
Sigo teniendo pesadillas cada noche, sigo alterándome cuando un hombre se acerca demasiado a mí, sigo teniendo ataques de pánico cuando alguien me toma por las muñecas.
Quiero arreglarme, quiero dejar de estar rota y poder seguir adelante. Es por eso que hui de allí, para que ninguno de mis demonios me atrapara, para dejarlo todo atrás.
Sé que no va a ser fácil, pero cada día le pongo mas ganas. Comencé a trabajar en un club nocturno, soy bailarina allí, necesitaba sentirme como alguien normal. Al llegar dije una verdad y una mentira, necesitaban alguien que diera shows privados y también alguien que bailara en el tubo, como soy bailarina profesional me contrataron, pero me costó conseguir que permitieran que en los bailes privados los hombres no me tocaran.
Si bien, no es como si igual se lo permitieran, pero nosotras si debemos tocarlos a ellos, y eso era lo que me aterraba. No puedo ni pensar en tocar a un hombre sin sentir la repulsión en mi cuerpo, me jodieron tanto que ahora soy una defectuosa que no puede llevar una vida social y s****l como los demás.
Después de tanto rogar y decir que soy buena en lo que hago, que trabajaría duro porque necesitaba el trabajo, ya que todos los ahorraros que tenia se habían agotado, me permitieron trabajar bajo mis condiciones.
El dueño del lugar tiene muchos clubes por todo Londres, no voy a negar que cuando lo conocí no pude evitar babear por él. Es demasiado guapo, alto, cabello castaño o n***o, no me fijé muy bien, porque las luces no me lo permitieron mucho, lo que si me permitieron fue deleitarme con su hermoso rostro, cejas pobladas, largas pestañas de esas que las mujeres deseamos tener, pero que muchas veces nos toca conseguir con rímel o extensiones, labios delgados unos ojos maravillosos, son como ámbar, con un aro de verde, una majestuosa voz y un acento que supongo que es italiano.
Eros Vitale.
Son el tipo de hombre que te hace mojar las bragas con solo una sonrisa, es divertido y muy generoso, me recibió tan bien, aunque me costaba estar en su presencia, hice un enorme esfuerzo por no entrar en pánico, y debo hacer un enorme esfuerzo por no tener un maldito ataque de pánico cuando esté trabajando.
Realmente necesito este trabajo y quiero ser una persona normal.
-Nikki – La voz de Sara me saca de mis cavilaciones.
La miro por encima del hombro. La veo apoyada en el marco de la puerta de los vestidores, con los brazos cruzados y mirándome de arriba abajo con esos grandes ojos azules. El cabello rubio lo tiene en un moño alto, perfectamente apretado, las cejas definidas, los labios carnosos pitados de rojo los tiene torcidos en un gesto que dice que no le agrado. La mujer es hermosa, alta, con enormes curvas, grandes senos un trasero de infarto, es como una diosa y es la bailarina principal del club.
No entiendo por qué desde que llegué me mira como si fuera una intrusa que ha venido a robarle en su territorio. Si cree eso está demasiado lejos de la realidad, lo que menos quiero es llamar atención, solo necesito bailar, ganar dinero para vivir y recuperar un poco la confianza que perdí años atrás.
-¿Si? – Respondo.
Me arquea una ceja y me hace un gesto de desprecio. Las mujeres somos las peores enemigas de otra mujer. Siempre nos estamos atacando entre sí, somos las que mas nos criticamos y las que mas humillamos a nuestro género.
-Es tu turno – Se gira en sus talones, pero antes de salir por completo se detiene – Hazlo bien. Todavía no entiendo por qué le jefe te contrato, pero te estaré vigilando. No confío en ti.
Con eso se pierde entre las luces del pasillo y yo me quedo allí mirando como sus caderas se mueven con cada paso que da.
Genial mi primer día de trabajo y ya tengo una enemiga y de gratis.
Tomo varias respiraciones, intento calmarme y poner todos mis demonios y traumas, en el fondo de mi mente y cerrar con llave.
Necesito el trabajo.
Sé que puedo hacerlo.
Solo debo cerrar los ojos y pensar que estoy en mi estudio, que no hay nadie a mi alrededor y que solamente están la música y los espejos del lugar. Recuerdo las palabras de mi madre.
Nikki recuerda que no hay nada que no puedas hacer. Eres extraordinaria y nada te va a quedar grande.
Eres una guerrera.
Nikki el cielo es el límite.
Trago con fuerza el nudo que se me está formando en la garganta. Salí huyendo tan rápido que no me dio tiempo de despedirme de mis padres. He estado en contacto con ellos, saben donde me encuentro, pero no saben la razón por la que me fui. No me gusta mentirles, pero tampoco quería ver en sus ojos el dolor de saber por el infierno que pasé los últimos dos años de mi vida.
Me repito las mismas palabras y me dispongo a salir.
Es la hora.
Podemos hacerlo Nikki, no hay nada que no pueda hacer y si no lo puedo hacer, busco los medios en lo que pueda.
Camino por el pasillo que lleva a la tarima. El club es uno de los mas exclusivos de la ciudad, por lo que tengo entendido y pude averiguar con el señor Google, solo viene gente de mucho dinero, hombres en busca de compañía. De todo tipo de compañía, desde la s****l, hasta la mas sana.
Obviamente yo no voy a dar la compañía s****l, simplemente bailare, y daré shows privados.
Haré lo que mas me gusta, que es bailar. Mi madre siempre me dijo que tenia un talento para esto. Bailo desde que tengo cinco años y mi madre me decía, que desde que estaba en la barriga cuando ella colocaba música yo comenzaba a inquietarme. El baile lo llevo en la sangre.
Es lo que mas me apasiona por eso cuando me gradué de la universidad lo primero que hice fue abrir un estudio de baile, me encanta enseñar a las demás personas a sentir el ritmo en su cuerpo, a que se dejen llevar por las melodías y olviden que el mundo existe.
Tomo otra bocanada de aire, es hora. Me detengo delante del tubo de metal, enrollo mis dedos en él, con un salto me elevo, mis piernas están cruzadas en la parte de adelante y espero a que el telón se abra.
Llevo el cabello suelto, un body n***o y unos tacones de aguja. Escondo mi rostro entre las hebras de cabello. Silencio todos mis miedos, mis incertidumbres, mis demonios. Dejo que sea la música lo único que invada mi mente y que me lleve a esos lugares que solía ir cuando me perdía en ella.
La música comienza a sonar por los altavoces la melodía de River – Bishop Briggs empieza y apago todos mis pensamientos y solo me dejo llevar.
Dejo que la melodía sea la que tome el control de mis movimientos, me sostengo de mis manos y dejo que todo mi cuerpo se balance al ritmo de la música. Combino ejercicios de aérobicos con movimientos de baile, rodeo la barra de metal con mi cuerpo, con mis manos, con mis piernas, los pasos sensuales, dejo que mi cuerpo cobre vida y mi mente se apague.
He practicado pole dance desde hace mucho tiempo, también me gusta el ballet entre otras, pero el pole, es lo que más me aviva. Cada movimiento sensual, cada pose que hago me hace sentir sexy.
Puedo imaginar que la barra de metal es mi gran amante, que le bailo y dejo que se maraville con todo lo que puedo hacer.
Dejo por un momento la barra de acero y comienzo a caminar por todo el escenario, moviendo mis caderas, pasando mis manos por todo mi cuerpo. Camino y siento como me van tirando billetes de todas las denominaciones, cuando llego al final del escenario algo llama mi atención.
Delante de mí, hay una mesa, está un poco mas oscuras que las demás, pero puedo notar que hay dos hombres, uno es mi jefe que me mira con fascinación, le dije que le demostraría que era la mejor y eso estoy haciendo, pero no es él, el que se lleva mi atención, es el hombre que está a su lado, no puedo ver muy bien su rostro, dado que la oscuridad me lo impide, pero puedo sentir su aura, su presencia, es aterradora y excitante a la vez. Hace que cada nervio en mi cuerpo cobre vida, los bellos de mi nuca se eriza, y mi estomago se revuelve, sensaciones extrañas invaden mi cuerpo.
El tipo tiene las piernas abiertas, está sentado como si el sillón fuera su trono y los que están alrededor sus súbditos, en su mano tiene un vaso lleno de un liquido color ámbar, y puedo notar la tinta negra en el dorso de su mano, es alto, delgado, pero puedo ver como el traje se le amolda demasiado bien a su cuerpo.
Es del tipo de hombre que denota autoridad, poder y peligro. Ese tipo de hombre que sabes que te va a dejar sin estabilidad emocional, pero aun así, tu corres a quemarte en las llamas de ese infierno.
Siento su penetrante mirada en mí, como me mira con fascinación y yo simplemente no puedo apartar los ojos de él. Es como estar atrapada en una red, me aterra y me calienta a la vez.
Quiero ver bien su rostro, el color de sus ojos, ya que solo puedo mandíbula y Dios... es cuadrada, cincelada y masculina. Puedo notar que su cuerpo se mueve al compa de su respiración. Su lengua sale y humedece sus labios y daría lo que fuera por ser yo la que los humectara.
Estoy hipnotizada con este hombre.
Sigo bailando, sigo moviendo mi cuerpo, pero ahora bailo para él.
No sé qué me pasa.
Lo que si sé es que acabo de caer en otra red.