24. Una lección para Lucy. Y como dijo mi adorable maestra, viene a mi recámara a la hora indicada. Le chupo la concha dos veces y la follo otras cinco, tengo la dicha de admirar toda su desnudes, ella permite que le haga todo lo que mis deseos más ardientes y caprichosos quieran. —Ay, Henry mío, se moderado, al menos por mí —me dice con ternura al caer rendida sobre mi cama, y a eso de la madrugada se marcha. Deja que pasen varias noches antes de volver a estar conmigo. Y no puedo decir que lo lamente mucho, ya que con mis hermanas gozamos de fascinantes orgías fornicando y chupándonos al mismo tiempo. Marianne se tumba de espaldas y Lucy se pone de rodillas colocando la concha a la altura de la cara de Marianne; y ella comienza a chuparle, y yo, luego de ponerme el preservativo me ac

