—Perfecto. Que no se te olvide agradecerme —digo antes de colgar. Ni cinco segundos pasan y ya estoy marcando otro número. Esta vez, Ana. Ah, Ana. La siempre entrometida, dramática, chismosa. La que tenía una relación de telenovela con Niklas y desde entonces parece tener un radar activado para todo lo que involucra a Liliane. Ella también me dio su número "por si acaso", lo cual, admito, me dio mala espina desde el inicio. Bueno, tengo que tener presente que Ana es amiga de Liliane. Contesta con un suspiro que arrastra los siglos. —Son las seis de la mañana, claro que todos están dormidos —dice como si me estuviera regañando. —Sí, sí —respondo mientras tomo el café que Luisa acaba de servirme. Huele a gloria—. Pero no todos duermen como angelitos. Es mejor que vengas a mi casa. —¿Q

