+LILIANE+ Amanecí en la cama de Mathis, con su olor todavía pegado a mi piel y esa sensación de haber sido completamente adorada durante la noche. Dormí como un bebé, pegada a su pecho, como si el mundo entero se hubiese detenido solo para nosotros. Ambos nos levantamos perezosamente, entre besos y risas tontas, y ahora estamos desayunando. Estoy con una pijama gigante de él, una camiseta que me llega hasta las rodillas y que todavía huele a su perfume. Me siento como una adolescente en su primera aventura amorosa, aunque ya estoy bastante grandecita para eso, ¿no? Él me mira con esa cara traviesa mientras unta mantequilla en el pan tostado. De pronto, suelta con voz seria: —Liliane, ¿estás yendo con un ginecólogo? —¿Qué? —casi se me va el bocado por la nariz. —Sí, digo, ¿estás plani

