+++++ Estamos cansados. Y no de ese cansancio común que se quita con una siesta. No. Era de ese agotamiento que llega cuando uno se entrega completo, cuerpo y alma, sin medida, sin pudor. Estaba recostada a su lado, con su respiración aún irregular, dándome calor en la espalda. Todo estaba en silencio… hasta que no lo estuvo. TOC TOC TOC. —Señor Mathis —una voz de mujer, algo chillona, sonó del otro lado de la puerta—. El señor Niklas ha venido. Dice que lo espera… o subirá por su hermana. Mis ojos se abrieron como si me hubiesen echado agua helada. ¿Qué dijo? ¿Niklas? ¿Mi hermano? ¿Aquí? Giré la cabeza de golpe para ver a Mathis, que también parecía haber sido electrocutado por la sorpresa. Se incorporó de inmediato. Y es cuando veo el reloj, ¡mierda! Las seis de la mañana, ¿cómo

