Enfrentado miedos

2209 Words
—No puedo creer que estés aquí con nosotras —me dice Megan mientras toma su batido de frutas. Para nadie eso es un secreto. Siento que se me eriza la piel de la nuca, y un pequeño temblor en mis manos. Me paso la mano en la nuca, y de verdad deseo irme chicas, poder volver a mi lugar. ((No lo haga)) me digo a mí misma.  —Yo me siento muy emocionada de tenerte aquí — me dice Samantha con su voz amable y viendo de mala manera a Megan. Me sigo masajeando la nuca.  —Estoy por encontrarme —les dije con voz forzada—. Primero necesito volver a ser yo y luego recuperar a mi esposo. Megan escupe parte del batido y Samantha la ve sorprendida. —¿Qué te pasa? —le preguntamos al unísono. Ella se está limpiando y luego nos ve. —Nada. Es que hace unos días estabas encerrada en tu gran casa de ensueño y ahora de la nada te levantas y dices… —Cállate Megan. ¿Cómo se te ocurre decir eso? —le pregunta furiosa Samantha. No sé qué bicho picó a Megan pero anda extraña conmigo y no tengo ni idea del por qué.  —Solo digo, Fiorella. No crees que es tarde para recuperar a Mohamed. No te has puesto a pensar que tal vez hizo su vida ¿Cómo sabes que no tiene otra mujer? ¿Es que no lo has visto?  Auch eso dolió. Fue como una maldita puñalada en el maldito corazón. Eso lo pensé muchas veces mientras lloraba, y fue cuando Emily me hizo reaccionar, vi que realmente lo perdía; no deje de pensar que tiene a otra mujer y que por eso no quiere nada conmigo. Todavía me pregunto si es por eso que quiere le divorcio tan rápido. Y que Megan me diga eso es como escuchar en voz alta mis miedos. Me levanto de donde estamos sentadas y empiezo a caminar lejos de ellas, con miedo de que me entre el pánico. ((Solo respira)) me digo a mí misma, mientras voy caminando sin saber para donde agarrar. Siento un tremendo golpe en todo mi ser, es como si me pegara con una pared de ladrillos o eso creo, porque está pared me sostiene de los hombros, me armo de valor para ver que fue y aunque no lo crean tuve que hacerme un poco para atrás para poder ver los ojos más hermosos que he visto en mi vida, un color gris como plateado. Tiene su ceño fruncido y su mirada es de preocupación.  —¿Estás bien? —me pregunta con voz ronca. ¿Y es normal que yo me quedé embobada viéndolo, o que me quedé viendo sus gruesos labios? Bueno quien no, es bastante atractivo. Chicas creo que trabaja como modelo, tiene el cuerpo en forma, ósea acabo de pegar con él y creo que sentiré dolor en mi cuerpo por varios días. —Fiorella, no vuelvas hacer eso —me reprende Samantha.  Samantha me hace volver al presente y me doy cuenta de que casi tengo una baba afuera ¿Como es eso posible? Hey pero no me juzguen, el señor aquí presente tampoco me ha quitado la mirada y eso hace que me vuelva el ardor en la nuca e inconsciente llevo mi mano ahí y él analiza cada movimiento. ¿Adivinen qué? me vuelve a ver a los ojos y yo dejo casi de respirar.  —¿Está hermosa mujer es tu amiga? —le pregunta el hombre a mi amiga. Me siento como una polilla que es atraída por la luz. Ya sabemos quién es la luz. —Sí, lo siento, ella está entrando en pánico… En fin, ven Fiorella vamos, creo que llamaré a Mohamed para que venga por ti… Eso me hace fruncir el ceño. —No vas a hacer eso Megan —le advirtió Samantha—La podemos llevar nosotros. —No voy a volver a lo mismo de antes. No soy su niñera Samy… Dejé de escuchar su discusión por mi culpa y me concentré en que él me seguía mirando y también seguía frunciendo el ceño. Le di una sonrisa tímida y él me la devolvió y pude ver un poco sus dientes perfectos y blancos. Debo decir que estoy un poco asustada porque por primera vez veo a alguien y me da tranquilidad. Ni con mi propio esposo siento eso y me hace sentir que soy la peor mujer del mundo.  —Tienes los ojos más hermosos que he visto en mi puta vida— me susurra con una sonrisa —Son verde esmeralda.  Me arde la piel y la cara. —¡He! —trata Megan de llamar la atención del señor plateado— Ella está casada y su esposo vendrá en unos segundos. Eso me hizo despertar del sueño en el que estaba. Me di la vuelta para enfrentarme a Megan.  —No tenías derecho de hacer eso — la miré con dureza— No entiendo de donde crees que tienes el derecho de hacer eso y ¿cómo tienes su número?  —Fue la última vez que te pusiste mal en aquella cafetería… —Cállate de una puta vez Megan —gritó Samantha.  Empecé a negar con la cabeza.  Necesito salir corriendo de aquí, antes de que Mohamed me encuentre. Me alejo de las manos del señor y comienzo a caminar a donde dejé mi coche, escucho unos pasos pesados siguiéndome. —¡Oye! —me llamo —Se que no me conoces, pero, te puedo llevar donde quieras — que voz tan perfectamente varonil.  Negué con la cabeza. —Traje coche —dije cortante. —Si, puedo acompañarte, no creo que sea correcto que manejes así. Me detuve en seco, molesta por la que acabo de escuchar.  —¿Cómo? —lo mire desafiante. Él se pasó la mano por su cabello oscuro y corto. Por fin lo puedo ver y me quedo ida viendo su barba bien hecha.  —Lo que te quiero decir es que estás alterada y no… Una voz que conozco muy bien lo interrumpe. —Fiorella— me llama Mohamed. Pongo los ojos como platos. En qué momento una salida entre chicas terminaría así. Cuando escuché a Mohamed llamarme así, en vez de sentir paz, más bien siento que es mi padre y eso que no tuve. Me doy vuelta y salgo corriendo y abro la puerta del conductor y me subo. Le doy encender y salgo chillando de nuevo las llantas dejando atrás a un Mohamed gritando como un loco y por fin chicas puedo llorar mientras decido si llegar a casa o no. Se que esto será una guerra con mi esposo si llego a ella. Me distraigo viendo mis uñas bien arregladas, mientras agarro el volante y me da por reír histérica.  —Como pude ser tan estúpida de pensar que mi esposo volvería a mi por esta tontería —grite.  Seguí manejando, y sin darme cuenta llegué al lugar donde cada vez que perdía un embarazo llegaba con el corazón destrozado. Me bajo del coche y abro la puerta del lugar. —¿En serio? — dijo el hombre barbudo con una sonrisa. —Lo necesito —le supliqué, tratando de no entrar en pánico. Su mirada es pura preocupación. —Me dijiste que era el último —me recordó el hombre. Asiento. Amber asoma la cabeza y me sonríe. —Ven —me llamo —¿Qué te trae por aquí, cariño? —su voz es tan amable que me calma en segundos. Había llegado al local del esposo de mi terapeuta. Él fue quien me hizo los tatuajes de todas mis pérdidas. Entre donde ella estaba. —Una estupidez —le dije y me miré las manos. —Nada de eso —me dio una sonrisa tranquilizadora —Siéntate. Me senté viendo todo el lugar. Amigas debo decir que el lugar es realmente muy lindo. Jamás te imaginas algo así. Colores tranquilos y no oscuros como los que uno siempre ve. —Megan ha insinuado que Mohamed tiene otra mujer —se lo digo con la voz quebrada por el llanto que estoy reteniendo —Eso no es lo peor, sino que lo ha llamado o no sé si enviado un mensaje para que fuera por mi dónde estábamos—deje salir las lágrimas otra vez— Te prometo Amber que estaba bien. Solo que me tomó desprevenida su maldito comentario. Amber se queda analizando la situación.  —¿Qué sientes cuando piensas en que Mohamed tiene otra mujer?  Me quedo viendo a la nada. Ni siquiera me lo podía imaginar con otra mujer. Ha sido mío durante tanto tiempo que no puedo. —No puedo —susurré derrotada. —Es normal —estuvo de acuerdo. —Me dolería saber que tiene otra mujer —le dije con sinceridad. Amber asiente. —¿Ya le has preguntado? —me pregunto ella con cautela. Negué con la cabeza.  —Tengo mucho de no hablar con él. Sol ayer estuvimos… Amber me dio una sonrisa radiante. —Ya sabía yo, que todo este cambio tuyo tenía algo que ver. Te ves muy hermosa. Me gusta el pelo así, tu cambio de look me gusta. Me había hecho ondas en el pelo. Pero antes me hice tratamientos, para restaurar el cabello. También me hicieron masajes, me hicieron la pedicura y manicura. Y terminé comprando lencería nueva y ropa para mí. Ropa de verano. Ahorita ando con un vestido floreado y unos zapatos altos. Me siento tan joven y lista para… se abre la puerta interrumpiendo mis pensamientos y entra un hombre bastante fornido. Nos vuelve a ver y nos sonríe. —Si es ricitos de oro —me dice cuando entra. Pongo los ojos como plato. ¿Cómo me ha seguido?  —Hombre tanto tiempo —saluda Max el esposo de Amber. —Vine a ver a mi mujer —me da una sonrisa y me guiña un ojo. Me ardía la piel, de vergüenza. No creo que fuera yo. —Es mía. Hace ya bastante que dejó de ser tuya—le dice Max con una sonrisa radiante. Amber se echa a reír y yo sigo sin entender nada —Es mi loco hermano. Está de visita.  Todo tiene sentido. —Sawyer te pasas de ridículo —lo reprende Amber.  Me levanto de un salto dispuesta a irme. Pero Amber me detiene con la mano. —No pasa nada —vuelve a ver a su hermano — Él se irá y tú que das aquí conmigo. Él hace pucheros y luego me da una sonrisa. —Está bien, me iré, pero me llevaré a Max, para desahogar mis penas. Amber se encoge de hombros. —Vete ya. Me quedo viendo la escena y me doy cuenta de que es lindo lo que ellos tienen.  —No le hagas caso, normalmente nunca está aquí —se justifica Amber. Eso me hace sentir mal, Sawyer seguro vino a ver a su hermana en su día libre y yo quitando de su tiempo. —Estás en tu día libre y yo aquí molestando —me miré las manos. —¡He! No hagas eso —me miró de mala manera— No empieces con eso, no me molestes.  Ella sabe lo difícil que fue para mí llegar aquí, o bueno dar el siguiente paso que es salir de mi casa. —Háblame —me presiona. Por un momento me quedo callada. hasta que por fin decido sacarlo. —Me siento estúpida fui al salón, salí con las chicas, ya sabes Samy y Megan y que terminara así, Megan llamando a mi esposo para que viniera por mí, como si fuera una niña. Ni siquiera puedo disfrutar el hacer todo lo que hice, para llegar a la casa y tener que enfrentar a Mohamed sin que en realidad me vea así, si no que ahora empezará a gritar, por lo que pasó. Levante la mirada y ella me está viendo. —Primero, si Mohamed no ve el cambio está mal, porque estás preciosa —me dijo viéndome detenidamente —Y sé que si le preguntamos a mi hermano dirá que estás sexy como la mierda —trato de imitar su voz. Eso me hizo reír y a la vez me hizo ruborizarme. —No me siento así —le dije con honestidad. —No deberías, tenemos que trabajar en tu autoestima, pensé que lo habíamos superado, aunque sea un poco. Esa era la verdad, sentía lo mismo, pero con lo de hoy, lo pongo en duda. Me levanté, porque necesitaba llegar a mi cueva y sentirme segura. —¿Te vas? —me pregunta con su habitual tono de preocupación.  Asiento. —Si, debo ir a enfrentar las consecuencias.  No dejé que me dijera nada. Simplemente me levanté y caminé hacia la puerta. —Recuerdas, debes sacar aquella mujer que eras y tendrás a tu esposo otra vez, tienes tus armas eres una mujer valiente y muy hermosa no lo eches a perder. No le quise contestar, salí del local y me subí al coche. Es hora de dejar salir a Fiorella y enfrentarme a Mohamed.
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