Al mirarse en el espejo, hizo una mueca. Sus pechos eran demasiado grandes para ir sin sostén, pero notó que los pezones estaban erguidos, lo que los hacía lucir firmes en sus globos oculares redondos y llenos. La blusa de seda le acariciaba los pechos, haciéndola sentir aún más incómoda por no llevar sostén. Pero después de la encantadora cena y la inesperada invitación, de verdad no quería decepcionarlo.
Salió a la sala y se dio cuenta de que Andie no parecía contenta.
—Estoy totalmente de acuerdo, Andie. Hay mucho que decir sobre la edad y la experiencia, pero no soy un jovencito que quiera aprender a hacer las cosas como debe ser. Así que tienes que dejarlo ya —dijo Josh con voz dura.
—¡Ay, Andie, lo prometiste!
Peri estaba encantada de que, por primera vez, un hombre que creía que
