Capítulo tres. Eres un necio

2035 Words
Donovan Montgomery jamás había experimentado tanto dolor en la vida, como lo que estaba sintiendo y viviendo ahora; no tenía deseos de seguir adelante, saber que Charlotte había desaparecido fue lo más parecido a cuando alguien pierde el alma. Se sentía como un cascarón vacío, incapaz de pensar en otra cosa que no fuera ella. —No puedes seguir así Don, no le harás ningún bien a Meredith, ella no puede verte en ese estado, ¿Qué vas a decirle? ¿Qué explicación lógica le darás? —le dijo Louisa al verlo ausente, desde que llegó la noche anterior se había rehusado a salir del despacho y ella había tenido que inventarse una buena excusa para justificarlo ante Meredith, que estaba más que preocupada por su esposo. —No le hago ningún bien a nadie Louisa, ¿es que no puedes entenderlo? —preguntó con voz rota. —No sé lo que le ha pasado, ¡ni siquiera sé si vive o no! No puedo vivir así, no lo entenderías Louisa, porque tendrías que amar como lo hago yo. No solo la he perdido a ella, Harry también desapareció, es posible que la mafia tenga que ver en todo esto y ¡¿Cómo voy a resignarme?! —gritó mientras su conciencia ponía muchas malas imágenes en su cabeza, sobre todo después del asalto sufrido en el Afrodita. —¿Harry? —preguntó Louisa con voz ahogada. —Sí, ellos estaban buscando información sobre un caso secreto, pero la noche antes de mi boda fueron sorprendidos en la misión ¿Sabes lo que eso significa? —preguntó y sin esperar respuesta añadió. —Creo que están muertos… —¡Nooo! ¡No! —gritó Louisa sintiendo su corazón romperse en miles de pedazos, ella amaba a Harry en secreto, pero lo amaba con locura. Tanto que oculto su amor detrás de una máscara de desinterés por miedo a ser rechazada. Donovan ni siquiera cuestionó la reacción de su hermana, porque simplemente no podía ver más allá de su dolor. Sus pensamientos estaban llenos de preguntas sobre Charlotte, sobre lo que pudo haberle ocurrido, no podía concebir la idea de que su hermosa francesa estuviera muerta. El ruido secó de la sala les hizo salir con prisas de la biblioteca para encontrarse con el cuerpo desmayado de Meredith y por un breve momento la preocupación por su enfermedad le hizo remorder la conciencia, porque era más que claro que no le podría dar esos meses de felicidad que había prometido darle. No cuando la incertidumbre y el dolor de la desaparición de Charlotte estaba sobre sus hombros y su corazón. Louisa fue la primera en reaccionar, llamó al 911 para solicitar una ambulancia de emergencia, mientras Donovan revisaba sus signos vitales. Los días fueron pasando convirtiéndose en semanas. Donovan y Louisa se turnaron en el hospital para cuidar de Meredith, el doctor les había dado pocas esperanzas de prolongar su vida, el cáncer estaba corriendo como pólvora por su cuerpo y el no haberse sometido a ningún tratamiento a tiempo la dejó prácticamente sin posibilidades de superar aquella devastadora enfermedad. —No deberías estar aquí Don, ¿Por qué no sales a buscarla? —susurró Meredith en la sexta semana que llevaban en la clínica, sus ojos estaban cansados y ojeras adornaban sus mejillas, él doctor le había comentado su estado y no tuvo tiempo de enfadarse con sus padres por no decirle la gravedad de su caso cuando la enfermedad fue detectada, pero desde que sucedió prácticamente ya no había esperanza de vida para ella. Y bien pudo morir sin enterarse del motivo, pues no había tenido síntomas, había sido una enfermedad silenciosa, que sólo fue descubierta gracias a que sus padres la obligaban a hacerse un chequeo anual para el seguro que tenía contratados para ella y su hermana pequeña. —¿Quieres que vaya? —preguntó obligándose a pronunciar aquellas tres frases. En realidad, Donovan estaba moviendo cielo, mar y tierra para dar con el paradero de Charlotte, pero todo registro sobre ella había desaparecido, incluso el registro del ingreso al país hace más de un año, no había nada de ella. Todo le hacía suponer que no había sido la mafia sino la gente para la cual ella trabajaba. Lo que era mucho peor, si ellos la habían escondido lo más probable es que no estuviera en el país y con una nueva identidad encontrarla sería como buscar una aguja en un pajar. —Voy a morir Don, y ella es la mujer que tú amas. Tus ojos no pueden mentirme, me di cuenta desde la primera vez que la miré. Tus ojos brillaron de una manera que jamás lo hicieron conmigo —susurró tomando su mano entre sus débiles dedos. —Estaré contigo Meredith —le aseguró con un nudo en la garganta. —Eres un necio Don y ese ha sido tu peor defecto. Pudiste tenerla y sin embargo te quedaste a mi lado, haciendo que ella sufriera y sufriendo tú. Espero que el día que me vaya, puedas encontrarla y ser feliz a su lado. Solo he sido una pequeña prueba en sus caminos —susurró cerrando los ojos, se sentía terriblemente cansada de todo. —Duerme, estaré vigilando tus sueños —prometió Donovan con lágrimas en los ojos. Mientras tanto en otro lugar a miles de kilómetros de Nueva York, otro asunto totalmente distinto sucedía. —¡Son gemelos! —exclamó la pelinegra entrando al departamento como un huracán. —¿Quéee? —gritó el hombre pálido ante la noticia, mientras ella sonreía de oreja a oreja. —¡No te atrevas a desmayarte Harry Moore! —amenazó Charlotte a su ahora mejor amigo. Su cómplice y socio. —¡Y tú no te atrevas a grabarme loca desquiciada! —gritó mientras Charlotte sostenía una cámara frente a él. —Pero si yo no estoy haciendo nada, simplemente estoy guardando la reacción del tío Harry para enviárselo a Mía a Nueva York. Estoy segura que ella estará más que feliz de verte —se burló mientras Harry hacía un puchero bastante infantil. —Eres mala Charlotte, hace unas cuantas semanas me aventaste sin anestesia la noticia de tu embarazo y yo no tenía idea de cómo o cuándo había sucedido, porque simplemente te negaste a hablar del tema y ahora me dices que esperas ¡Gemelos! ¡Dos niños! Con esto me pregunto seriamente si tu intención es matarme, porque es el camino que llevo de permanecer a tu lado. ¿Cuánta maldad hay en tu corazón? —preguntó mientras luchaba por no desmayarse frente a esa malvada mujer. —¿Sigues con lo mismo? Ya te he dicho quién es el padre, pero si lo que quieres es que te explique cómo es que se hacen los bebés, puedo intentarlo —dijo con una malévola sonrisa. —Ni se te ocurra, sé muy bien cómo se hacen los bebés, créeme que puse mucho interés en la clase de biología —alegó en su defensa. —Pues no lo parece —se burló la pelinegra. —Como sea, seré un hombre responsable y asumiré el papel de padre, eso sí, ni loco asumiré el papel de tu esposo, eres una mujer altamente peligrosa —dijo chasqueando la lengua como si eso en verdad fuera un gran sacrificio para él. Charlotte entorno los ojos al escuchar las palabras de Harry, pero disfrutaba molestarlo.  —Eres el hombre más dramático que he conocido en la vida y mira que he conocido varios —dijo con una sonrisa, mientras apagaba la cámara para dejar de grabarlo. —Tampoco ha sido mucho querida —se defendió ante la acusación de Charlotte, él no era un hombre dramático, pero en las últimas semanas había recibido más de una noticia impactante. —Como sea, voy a enviarle este video a Mía y espero que se partan de risa con tu cómica reacción —insistió. —Es muy pronto para hacerles saber dónde estamos, recuerda que Volkova nos ha estado buscando hasta debajo de las piedras —le recordó Harry. —Lo sé, pero no creo que llegue a nosotros. King se aseguró de borrar nuestros datos del sistema —dijo con seriedad, ella prefería no recordar esa época de su vida. Sobre todo, ahora que tenía que cuidar un embarazo de cuatro meses, ella estaba dispuesta a matar por cuidar la vida de sus gemelos. Charlotte pensó en Donovan y en los momentos que se había perdido hasta ahora, pero no volverían a verse así que era completamente innecesario hacerle partícipe de esta noticia tan importante, menos cuando él llevaba a cuestas la enfermedad de Meredith sobre sus hombros. —Y a él ¿también se lo dirás? —preguntó —A él menos que nadie, conoces muy bien a Don y es tan capaz de armar un show antes de poner un pie en esta ciudad y realmente no quiero llamar la atención. Espero con ansias el momento en el que King nos diga que ese tipo ha dejado los Estados Unidos y volver a recuperar nuestra preciada libertad. —Lo siento Charlotte, todo esto ha sido mi culpa, jamás debí involucrarte en el caso, debí hacerlo solo, finalmente no tenía nada que arriesgar —dijo con culpa en su voz. —No tienes por qué sentir culpa Harry. Fue mi decisión y mira que lo hicimos hasta bien. La familia Williams perdió todo y ahora están tras las rejas. Mía y Angelo están a salvo y son felices —dijo con una ligera sonrisa. —Pero tú no. No tienes a Don… —Fue decisión suya Harry, nadie lo obligó a casarse y nadie tiene la culpa de que sea bipolar e inseguro. Él debió confiar en ti como su amigo y en mí como su pareja, pero eligió no hacerlo y al final del día todos tenemos lo que merecemos, no cosecharemos lo que no hemos sembrado —dijo con simpleza sin dejar ver ni una sola de sus emociones. —Eres una mujer fuerte Charlotte, cualquiera en tu lugar estaría maldiciendo su suerte. —Solamente soy una mujer de carácter, y no puedo llorar sobre la leche derramada. Lo que me toca es seguir adelante y darles a mis hijos la mejor versión de mí y de su padre, porque eso sí, jamás voy a mentirles, ellos sabrán que Donovan Montgomery es su padre —aseguró sin ningún rastro de duda. —Don es un hombre afortunado. —En realidad es un idiota —respondió Charlotte sonriendo—, pero para mí mala suerte me enamoré de él desde la primera vez que lo vi. Por puesto el amor no me ciega y no lo veré jamás como un príncipe, él es lo que es y nadie puede cambiarlo —añadió. Harry decidió no hablar más, porque cada cosa que decía a favor de Donovan. Charlotte las rebatía y con respuestas contundentes. —Iré a mi habitación, enviaré el video por correo así que… prepárate para ser la burla de la familia O'Connor durante la siguiente semana —le advirtió. Para Charlotte Dupont las semanas pasadas no habían sido fáciles, primero fueron los típicos síntomas del embarazo. Ella no tenía experiencia, pero tonta no era y sabía que algo muy especial estaba formándose dentro de su cuerpo, una primera prueba de farmacia le confirmó sus sospechas, seguida por una prueba de sangre en la clínica tras solicitar atención prenatal y sólo meses después la doctora le confirmaba que tenía un embarazo gemelar y que sus bebés venían en el mismo saco y con seguridad serían como dos gotas de agua. Dos mini Charlotte o dos min Donovan, en realidad el sexo no le importaba, solo esperaba y pedía con fervor que sus bebés llegaran con bien al mundo, eso era todo. Charlotte cerró sus pensamientos, no quería pensar más en Donovan, no tenía caso. Ellos estaban destinados a no volver a encontrarse y era mejor así. Por supuesto eso es lo que Charlotte Dupont esperaba, pero el destino muchas veces es caprichoso y sin importar el tiempo que pase cuando algo está destinado, sucede en algún momento de la vida…
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