CAPÍTULO 20

1092 Words
Lo vio irse tras haberle regalado, de nuevo, una mirada de completo desprecio, y sintiendo cómo su corazón se oprimía, la joven solo agachó la cabeza y miró fijamente a sus piernas, que tenían sobre ellas al pequeño Chase. Roberta, que creía ser Rebecca, no entendía la mala actitud de ese hombre, a pesar de que recordaba de él montón de dulces miradas y de bellas palabras; ella ni siquiera entendía qué había pasado, no sabía por qué el repentino cambio, pero le estaba destrozando el alma de verdad. La joven abrazó mejor al pequeño, se puso en pie y ayudó a Estrella a bajar de la silla del comedor, donde todos acababan de comer, Roberta con Chase en las piernas porque, desde que ella despertó de ese accidente que no recordaba, el pequeño se había aferrado a ella con insistencia, al grado de que lloraba hasta quedarse sin aire cuando la joven lo dejaba mucho tiempo solo. —¿Por qué lloras, mami? —preguntó Estrella y la joven alzó el rostro y respiró profundo. Por supuesto que estaba llorando, toda su vida parecía estarse yendo al carajo, y es que ella no solo estaba cargando con el desprecio de su marido, también con el peso de ser madre de ese bebé que, por alguna razón, no terminaba de adorar como lo hacía con la pequeña Estrella. Era curioso como ella no le podía sonreír al pequeño cada que lo veía, como sucedía naturalmente con esa pequeñita que adoraba por sobre todas las cosas, incluso por sobre el desprecio de ese hombre; sin embargo, se estaba esforzando con el pequeño, por eso él logró conectarse con ella, aunque de regreso la conexión parecía ser forzada y presentar fallas. —¿Será que no eres su hijo? —se preguntó Roberta, viendo al niño que renegaba un poco de haber sido dejado en la cama, pero que, cuando Estrella se recostó a su lado, se tranquilizó—. Eso explicaría casi todo... Era cierto, tal como Roberta lo decía, si ese niño no fuera de Alessandro, y él lo supiera, habría razones para que el hombre lo rechazara tan abiertamente; aunque Alessandro estaba rechazándolos a todos, no solo al pequeño Chase. Sin embargo, con ella, que sí solo sentía reticencia a querer al pequeño, dicha renuencia podría ser explicada bajo el concepto de que ese pequeño fue producto de un error de una noche o, incluso, podría ser la consecuencia de una violación. Roberta se dejó caer también en la cama luego de apretar con fuerza los ojos, como si así pudiera borrar todo lo que pasaba por su cabeza, y, también, luego de respirar de verdad profundo. —¿Te duele la cabeza, mami? —preguntó la niña, dejando el lado que había tomado para ir hacia su madre y abrazarla. —Creo que me duele el corazón —declaró la mayor, abrazando a esa pequeña, sonriéndole desde el fondo de su corazón para tranquilizarla—, pero se me va a quitar pronto si me quieres mucho. Estrella se abrazó con fuerza a su madre y Roberta volvió a dejar sus lágrimas correr. Era terrible lo que estaba viviendo, y se sentía mucho peor que horrible; además de que estaba cansada, tal vez, por eso sentía que ya no podía más. ** —Pues, al menos físicamente, ya te encuentras bien —declaró Andrea, luego de revisar de nuevo esas puntadas que la joven había recibido en la cabeza luego de que semejante golpe le abriera la cabeza—, porque tienes una cara que dice que todo en la vida está mal. —Todo en mi vida está mal —declaró la más joven, haciendo un pequeño berrinche al escuchar a su hijo llorar—. ¿Crees que sea depresión postparto? Andrea no supo qué responder, es decir, podría ser depresión, pero para que fuera postparto a esa joven le hacían falta todas esas hormonas intentando regresar un cuerpo, que antes estuvo embarazado, a su estado original; y eso era algo que no podía ocurrir con ella, teniendo en cuenta que, en realidad, ella no era la madre de ese pequeño. » Me refiero a la de Alessandro —aclaró Roberta, ignorando el llanto del niño pues, definitivamente, él ya estaba siendo atendido por alguien—, lo mío es solo cansancio, y un poco de angustia por estarme dando cuenta de que mi esposo parece odiarme sin razón aparente. Andrea le dio la espalda a su paciente, pretendiendo guardar algo en su maletín, y ahí sonrió sutil y dolorosamente. —No sé qué pasa con él —aseguró la médico—, pero, si te sientes agobiada, o en peligro, creo que lo mejor será que le hables a tu papá. Estoy seguro de que él hará todo por ti, y por sus nietos. Roberta lo pensó un poco, pero no pudo decidirse a acudir a él, pues de ese hombre solo recordaba haber visto una vez, porque, de alguna manera, todo lo que había pasado con él se le había olvidado tras el golpe que se dio contra la mesa cuando Alessandro le pegó y la desequilibró. —Voy a tenerlo en cuenta —aseguró la joven madre, fallando en su intento de seguir ignorando a ese pequeño, poniéndose en pie y caminando hacia la habitación contigua para poder abrazar al pequeño. —Bueno, pues yo me voy —anunció la médico cuando, de salida de la habitación, se encontró a Roberta en el pasillo, arrullando al pequeño Chase—, cualquier cosa, no dudes en llamarme; o a tu papá, puede que no lo recuerdes, pero es mucho más accesible y amoroso de lo que aparenta. —Bueno —hizo la joven madre también—, supongo que te creeré, después de todo, parece que tengo mal ojo para juzgar a las personas. Es decir, algo en mi cabeza me sigue diciendo que Alessandro me ama, y parece que todo fue una ilusión de mi parte. Andrea le sonrió a la joven, justo de la misma forma en que ella le sonreía, apagada y desganada, entonces ambas se despidieron y, quien antes hubiera estado cuidando a Chase, acompañó a la médico a la salida. Roberta, en cuya mente era alguien más, miró a su hijo y volvió a escuchar esa voz en su cabeza que le advertía que no debía enamorarse de ese pequeño, entonces solo respiró profundo y se sentó en un sofá, a mirar a la nada mientras lo sostenía entre sus brazos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD