—Las admisiones de esta universidad son muy competitivas. Pero cuenta con un fabuloso plan de estudios que se centra en el estudiante, es por eso que tenemos más de 80 países representados en un considerable porcentaje de nuestros alumnos—mencionó la Sra. Young con orgullo, una mujer asiática, estatura baja y cabello corto por los hombros; mientras la seguíamos fuera de la biblioteca que recién nos enseñó—. Nuestra escuela está muy interesada en la historia de nuestro país, por lo que también ofrece a los estudiantes un programa académico integral con el propósito de formarlos para una amplia variedad de profesiones como periodismo, negocios, ciencia, política, etc.
Me volví y le eché un último vistazo a la biblioteca. Era un lugar mágico, que me hizo recordar el tiempo en que viví en Kansas con mis tíos, cuando me escondía en la biblioteca de la escuela por horas después de clases para no tener que volver a su casa.
Luego de que Taylor estuviera por lo menos cuatro días seguidos insistiéndome para que agendara una visita a la universidad de Lehman, de la que él se graduó hace algunos años, acepté. No le veía sentido, sobre todo después de ver el costo de la matrícula anual y de los complementos como los libros, entre “otros gastos”. Sin embargo, después de visitar esa biblioteca, me quedé encantada. Es como si todos los sueños que tuve en los que estudio finalmente educación en una bonita universidad con amigos, se sintió muy cerca, por primera vez.
—Lehman tiene un campus de alrededor de 15 hectáreas, con una combinación de arquitectura moderna y un tanto gótica—continuó la Sra. Young, quien para entonces nos estaba dando un recorrido por los pasillos internos de vuelta a su oficina—. Los estudiantes durante su penúltimo y último año, tienen acceso a la biblioteca y a las instalaciones de atletismo de su sede. También pueden tomar clases y seminarios que otorgan créditos. Aquí es Lehman Collage, buscamos fomentar en los estudiantes algo que les apasione y los aliente a ser mejores.
—¿Hay actividades extracurriculares? —pregunté por curiosidad justo cuando entramos a su oficina.
La oficina de la Sra. Young no era tan grande ni pequeña, era acogedora y a la vez elegante, como ella misma. Las cortinas eran marrones, el escritorio de madera, había estantes con cientos de libros, y plantas artificiales en masetas. Finalmente se sentó en la silla frente a su escritorio y asintió.
—Por supuesto. Verá señorita Cole, tenemos aquí muchas actividades en la que los estudiantes pueden acumular tanto conocimiento como momentos divertidos. Hay club de libros, Ajedrez, Club de servicio comunitario, Equipo de danza, Debate, Teatro, Equipo de economía, Emprendedurismo, Club de medioambiente, Chicas en programación, GSA, Juicio simulado, Modelo de las Naciones Unidas, Moot Court, Asociación Musulmana de Alumnos—mientras la Sra. Young hablaba emocionada, Emma, quien me acompañó al recorrido, me miró y frunció el ceño con desconcierto al proferir con su boca sin hacer un solo sonido: “¿Qué rayos es la asociación musulmana de alumnos?” —, también hay Club Lion Dance, Revista o si lo prefiere periódico literario, y…
De pronto Emma tosió para interrumpir la charla de la Sra. Young, quien se detuvo y miró atentamente hacia mi amiga. Le lancé una mirada de advertencia a Emma para que no dijera nada tonto que me avergüence frente a una de las profesoras de la facultad de Filosofía y Letras.
—¿Hay becas?
La Sra. Young asintió y sonrió amablemente.
—Claro que sí.
—¿Qué se debe hacer para optar por una? —pregunté yo esta vez, de repente, esperanzada.
—Es necesario tener un promedio óptimo principalmente—aclaró seriamente la Sra. Young—, los demás requisitos están a la vista en la solicitud digital de nuestra página web. ¿Alguna otra pregunta?
Emma y yo nos miramos, pero ninguna tenía más preguntas, además, ya se estaba haciendo tarde para entrar al trabajo.
—Muchas gracias, es todo—contesté.
—Excelente. Si se decide por Lehman Collage, tenga por seguro que no se arrepentirá, Señorita Cole. Además, Taylor Hughes la ha recomendado mucho, tiene mucha suerte.
Emma frunció el ceño.
—¿Por qué?
La Sra. Young sonrió.
—Bueno, Taylor Hughes fue uno de nuestros graduados de derecho con honores. Es una pena que no ejerza para lo que estudió, pero ha sido uno de nuestros más grandes colaboradores a nivel económico. Por eso yo misma le di el recorrido. Tengo entendido que quiere estudiar Educación, ¿no es así?
—Sí—asentí.
—Entonces no se rinda, no deje para mañana lo que puedes hacer hoy cariño.
—Muchas gracias.
—De nada. Que tengan una buena noche y espero verla de nuevo por aquí, Sydney Cole.
Salimos disparadas hacia la parada de autobús para dirigirnos hacia Queen, a Edén Restaurant, donde comencé a trabajar desde hace dos semanas y media. La primera semana después de que Wyatt me terminara, sufrí en carne propia lo que no quería vivir nunca más. Por un momento me sentí todavía más pequeña e inútil de lo que me he sentido durante toda mi vida. No me permití permanecer así durante mucho tiempo, acepté la oferta de mudarme con Emma y también de asistir a la entrevista de trabajo. Mi vida se estaba encaminando más rápido de lo que jamás pensé que lo haría en estas circunstancias, pero el dolor en mi pecho se convirtió en un hueco vacío que sabía, jamás iba a poder llenar. Ya estábamos en los primeros de diciembre y, sin embargo, mi roto corazón todavía lo sentía muy reciente.
El autobús todavía no nos dejaba cerca del restaurante, debíamos caminar un par de cuadras más.
—Necesito hacerte una pregunta y debes ser muy sincera conmigo, Syd—dijo Emma, mirándome tan seria como podía mientras caminábamos por la acera.
—Ya me estás asustando—me reí.
—¿Te gusta Taylor?
Mi sonrisa desapareció de inmediato y me detuve, por lo que ella también lo hizo.
—¿Por qué dices eso? Sabes lo que acaba de pasarme hasta hace menos de dos meses.
Continué caminando rápidamente, con Emma siguiéndome.
—Lo siento, está bien, estoy como loca. Pero estoy segura de que sí le gustas a él.
Rodé los ojos. Fui salvada de ser atropellada por Taylor el día en que me separé de Wyatt, luego de eso siempre estuvo ahí. Al principio fue algo extraño para mí, pero siempre me dio mi espacio, jamás me dio a entender algo diferente que su amistad y por eso lo apreciaba. Taylor me dió no solo su amistad, también me ayudó a recuperar la confianza en mí misma. Pero era solo eso.
—Yo no le gusto a Taylor. Además, sería extraño porque es hermano menor del esposo de Viola, la mejor amiga de Wyatt.
—Si no le gustas, entonces debe haber una explicación del por qué ha sido tan bueno contigo—insistió Emma—. ¿No has pensado en que puede ser un espía de Wyatt?
Sentí como si mi corazón se detuvo cuando escuché a Emma decir eso. Los primeros días después de que nos separamos Wyatt me llamó, pero nunca le contesté, fue más que claro que no quería saber nada de él, que no podía permitirme escuchar su voz de nuevo, porque todavía no sabía cómo fui capaz de mantener la calma esa mañana en su oficina. En varias ocasiones vi las noticias y me informé sobre la situación de ItaPowell, quería olvidarlo por completo, como si huera sido solo un sueño breve durante la noche; y aunque me dolía saber de él, necesitaba estar segura de que lo que construyó con tanto trabajo y esfuerzo, no se hubiera derrumbado.
—Estás loca—me limité a contestar cuando llegamos al trabajo.
Seguí de largo zigzagueando entre las mesas y sus comensales con Emma pisándome los talones mientras hablaba.
—Bueno, si no es un espía y tampoco está interesado en ti románticamente, debe ser un extraterrestre guapo que fue enviado por Dios como recompensa por haber soportado al idiota de Wyatt.
—O simplemente quiere ser mi amigo. Deja de decir en voz alta esas cosas sobre los extraterrestres.
Entramos juntas a los vestidores del personal femenino y revisamos nuestros casilleros. Normalmente dejaba mi uniforme aquí si todavía estaba limpio para ser usado.
—Te juro que quiero hacerlo Syd, pero Liam no hace otra cosa que arrastrarme a ver su Star Wars día y noche, y es tan bueno en la cama que podría ver sus películas de Nerd siempre que me…
Me giré hacia ella y la miré severamente.
—Emma, no.
Rodó los ojos, pero cortó con el tema.
—Entiendo.
Trabajábamos como camareras. Así como me dijo Emma, el sueldo era más que suficiente. Desde que comenzó diciembre nos tocó el turno de la noche, de 4pm a 11pm, lo que nos dejaba día libre. Antes hubiera usado todo ese tiempo libre para trabajar en otros dos lugares diferentes, pero ya no. Por alguna razón que no entendí, mis tíos dejaron de pedirme dinero, incluso dejaron de comunicarse por completo conmigo. No es como si lo resintiera, pero era extraño, se supone que era un dinero para la enfermedad de mi tía. Solo quise creer que mi tío estaba recuperándose y que ya no necesitaban de mí.
El uniforme constaba de una camisa verde aceituna con mangas cortas, los pantalones eran negros, y llevábamos encima un delantal beige con el logo y nombre del restaurante. A causa de su nombre, Edén Restaurant, toda la decoración y fachada externa del local te hacían sentir a veces como si estuvieras en un verdadero edén por todas las plantas, flores y colores que representaban a un verdadero paraíso. La iluminación, que venía de candelabros que aparentaban ser de cristal, era tenue, por lo que era cómoda para los clientes. También había una suave música instrumental como fondo ambiental.
—¿Por qué no me sorprende que lleguen tarde? —señaló Evelyn cuando salimos de los vestidores y nos acercamos a la barra.
Ella era una de nuestras compañeras de trabajo que también era camarera y parecía sentir algo preocupantemente negativo hacia Emma y hacia mí. Pero en realidad todo tenía que ver con Wyatt. Al parecer era de ese tipo de chicas a las que le gustaban las revistas de chismes tanto como a mi amiga Emma. Por suerte, el tema había pasado y nadie le creía cuando ella hacía comentarios despectivos sobre mí siendo la novia de un multimillonario.
—¿Por qué no me sorprende que sigas obsesionada conmigo? —le contestó Emma—. Lo lamento, ni aunque tuviera los mismos gustos te prestaría atención.
Evelyn se puso tan roja como un tómate, lo que la hacía ver como si estuviera teniendo una hemorragia o algo parecido ya que era tan blanca y su cabello era rubio natural. Eso nunca podía ser algo bueno. Así que, procurando evitar otra situación incómoda como en la que ella siempre me metía, intenté escapar.
—Espera ahí, cenicienta sin zapatillas—Evelyn se interpuso entre yo y mi camino hacia las donde estaban los clientes—. Héctor dijo que la organización para el atendimiento de mesas de hoy iba a ser diferente.
—¿A qué te refieres? —preguntó Emma.
—Quiere que nos dividamos en secciones. Hoy hay mucha gente—explicó Evelyn con expresión impaciente—. Esta noche somos diez solamente, dos de los camareros no vinieron hoy. Sydney, te tocan las mesas de la terraza, Emma, cerca de la barra. No descuiden su zona del salón o hablaré con el jefe para que las despida.
Rodé los ojos cuando la rodeé junto con Emma para ir hacia las mesas. Sus palabras no me afectaban, solo no me gustaba ser constantemente amenazada de un despido.
—No sé quién la puso a cargo—masculló Emma mientras caminaba conmigo hacia las mesas—. Solo está celosa de ti porque no todas se cargan a un millonario como tú.
—Y mira cómo terminó. Ella no sabe lo que envidia.
Emma me tendió una mirada de condescendencia, yo le sonreí, y me separé de ella. Ya no quería que las personas me miraran con lastima por lo que pasó, decidí dejar de sentirme como una víctima y tomar las riendas de mi vida.
Salí a la terraza del restaurante, una de las zonas más bonitas sobre todo porque era al aire libre, con pisos de madera clara, mucha vegetación y luces amarillas colgando sobre las mesas. Me acerqué a Elisa, la camarera que estaba cubriéndome, y le dije que ya podía seguir yo. Por lo general, a Edén solo iban personas realmente ricas, se podía notar fácilmente en los platos que pedían, poco y muy cara. Aunque ahí no había muchas opciones económicas para el consumidor, y tampoco se servía la comida en grandes cantidades.
Luego de haber atendido las mesas que faltaban por orden, fui por las ordenes que debía ser entregadas.
—Syd, mesa 24, terraza—me avisó Joshua, otro de los camareros.
Tomé la bandeja con la comida y me dirigí de vuelta a la terraza. La mesa en cuestión estaba junto a las barandillas de la terraza, donde la vista de la ciudad se podía apreciar por completo. Al llegar, comencé con cuidado a dejar los platos sobre la mesa, pero entonces levanté mi rostro y mi mundo se detuvo por segunda vez. Fue como la primera vez que él me miró a los ojos ese día en la empresa, cuando por primera vez se dio cuenta de mí.
—Sydney.
Todas esas mariposas corruptas de mi estómago revolotearon en contra de mi voluntad cuando escuché la voz de Wyatt pronunciar mi nombre después de tanto tiempo.