Mi nuevo objetivo en la vida

2304 Words
DOMINIC Miro mi reloj por millonésima vez esta noche. Todavía son las 7:01 pm, como lo habían sido la ultima hora. Mi rodilla rebota violentamente debajo de la mesa mientras me resigno a esperar más y a observar a la multitud. Haciendo lo que mejor se hacer. Registrando el lugar en busca de cualquier señal de Vanessa. –¿Necesitas otro vino? – Asher se inclina hacia mí, señalando con la barbilla mi vaso vacío. –¿Carménère, ¿verdad? – –Claro. De hecho, pidamos una botella. Vanessa probablemente también tomará– Llegará en cualquier momento; puedo presentirlo. Le había dicho que nos encontráramos a las 7:00 en el Mónaco Lounge, lo que explica por qué había estado esperando verla durante más de veinte minutos. Cuando llegue podré relajarme. Y con suerte, podrá relajarse. Y entonces tal vez podríamos relajarnos juntos. De vuelta en el pent-house. Alan mira su reloj desde el otro lado de la mesa redonda cubierta con un mantel blanco. –Llega tarrrdeee– dice con voz cantarina. –Dale un minuto– No me gusta la rivalidad que ha surgido entre Alan y Vanessa. No estoy seguro de si me siento como el padre que no quiere compartir o el novio que ambos reclaman. En el trabajo, no tengo favoritos. Pero fuera del horario laboral, solo pienso, veo y deseo a Vanessa. Odio lo cierto que esto se está volviendo, lo mucho que se infiltra en mis pensamientos. He ignorado los mensajes de Hannah esta tarde porque no quiero pensar en ella todavía, aunque de vez en cuando llega uno nuevo. Mi teléfono vibra de nuevo, anunciando otro mensaje. Miro mi teléfono, que guardo debajo de la mesa. Hannah: ¿Pensé que teníamos algo aquí? ¿Me equivoque? Bien, este último mensaje de texto indica que algo está a punto de estallar. Abro el hilo, poniéndome al día con lo que había estado enviando todo el día. Hannah: Solo pasé por tu oficina para nuestro deleite vespertino, ¿pero me cancelaste? ¿O tu nueva secretaria estaba mintiendo? Hannah: Pregunto cuál era la naturaleza de mi negocio, lo que me dice que ni siquiera le has informado sobre lo que estamos haciendo. Hannah: No me hagas perder el tiempo si prefieres no verme. No tengo tiempo para esas mierdas. Tu tampoco. Entonces, ¿Qué pasa? Hannah: Pensé que teníamos algo aquí. ¿me equivoque? Gimo en voz alta, guardando mi teléfono en el bolsillo una vez más. No quiero ocuparme de esto ahora mismo. –¿Qué pasa? – pregunta Asher. –Solo unos mensajes de Hannah– Reviso sus mensajes en mi cabeza, específicamente el de la cancelación y la posibilidad de que mi secretaria mintiera. Eso es interesante, como mínimo. Y me hace preguntarme si Vanessa había exagerado la verdad de alguna manera. O tal vez reconoció a Hannah y no la quería cerca. Esa posibilidad me quema, actuando como una brisa para las brasas rojas de mi deseo. Había estado permanentemente medio erecto desde que la abracé en mi oficina esta mañana, y más que desesperado por estar solo con ella en algún lugar, de alguna manera. Aunque sé que no debo, quiero sumergirme de nuevo en su calidez. Verla llorar, necesitando un abrazo, ha derrumbado uno de los últimos muros en pie dentro de mi mente y mi corazón. No puedo seguir actuando como si ella no fuera la más hermosa, dulce, atractiva, divertida, y genuina belleza que es. Pero debes hacerlo si quieres mantenerte a salvo>>. La maldita voz en mi cabeza me recuerda. –Hanna estuvo aquí hoy– dice Alan, sonriéndole a la camarera mientras trae la nueva ronda de bebidas. –No parecía muy feliz– –Porque me olvidé de nuestra reunión– digo, tomando mi nueva copa de vino. Comienzo a buscar a Vanessa de nuevo. Son las 7:04. –Ya no la he visto mucho en la agenda– murmura Asher con una sonrisa burlona en su rostro. –Solía venir al menos una vez a la semana…– –Si, bueno, hemos estado ocupados– digo bebiendo mi vino. –Hannah es un buen partido– dice Alan, bebiendo su vino. –Ustedes dos se ven tan lindos juntos– –¡Hola a todos! – una voz brillante y femenina llama mi atención, y casi me rompo el cuello al girarme. Es Vanessa. Dios mío, finalmente es la maldita Vanessa. –Perdón por hacerte esperar. ¡Me equivoqué de restaurante! – Su risa es como un brisa fresca mientras se quita unos guantes negros que acentúan su vestido. Aunque es el mismo que tenía puesto esta mañana en la oficina, un azul pizarra intenso con botones negros en la parte delantera, los nuevos accesorios hacen que el look sea completamente diferente. Lleva un sombrero n***o flexible y un bolso cuadrado que cuelga del hueco de su codo. Todo el aire de mis pulmones se evapora cuando se quita una chaqueta gris y se sienta, luciendo y sintiéndome como una persona totalmente diferente a la mujer que he estado deseando desde la mañana. –¿Cómo es posible? – pregunta Alan. –Solo hay un Mónaco Lounge– –¿Qué puedo decir? – Vanessa se encoge de hombros, dejando su bolso sobre la mesa antes de acomodarse en el asiento entre Alan y yo. –¡Soy novata en Nueva York! Además, las puertas principales del lugar de a lado están en el mismo letrero de Mónaco Lounge– —Me gusta el sombrero, Vanessa– dice Asher. –¿Cómo estuvo el resto del día? – –Oh, estuvo genial. aunque comí demasiados bagels. Los botones de este vestido pueden salirse en cualquier momento, así que cúbranse– Paso el pulgar por mi labio inferior mientras ella habla, incapaz de concentrarme en nada que no sea Vanessa. Sus labios rosados. Su delineador de ojos alado. Su sonrisa fácil y el más mínimo indicio de esas pecas. Su mirada finalmente se dirige hacia mí, y algo brilla en sus ojos. ¿Miedo? O tal vez es deseo. Sea lo que sea, tengo la intención de llegar al fondo del asunto. Junto con un par de cosas más. –Te pedí una copa de vino– le digo, señalando el Carménère que la esperaba. Levanto mi copa, animándola a hacer lo mismo. –Por un personal excelente que puede encargarse de cualquier cosa cuando los jefes no están– Bien, tal vez lo dije a propósito. Ese mismo miedo vuelve a pasar por sus ojos y su garganta se contrae. Los cuatro chocamos nuestras copas. La mirada preocupada de Vanessa se encuentra con la mía mientras bebe un sorbo de vino. Luego lo deja, esbozando otra sonrisa brillante. –Entonces, ¿Qué hay en la agenda esta noche? – –Simplemente les agradecemos a ambos por un trabajo bien hecho– dice Asher, señalando a Alan y a Vanessa. –Sabemos lo estresante que han estado las cosas últimamente. Queríamos invitarlos a cenar y a beber vino. Asegúrense de no escabullirse con todos nuestros secretos– Vanessa se ríe. –Los secretos que he aprendido hasta ahora no han sido tan emocionantes– Asher retrocede con fingido horror. –¿Estás diciendo que somos aburridos? – –Bueno, no. Pero realmente pensé que ustedes, los multimillonarios, podrían tener algunas mazmorras sexuales locas o al menos algún arte muy cuestionable que a internet le encantaría desmenuzar– Asher me lanza una mirada de suficiencia. –¿No le has enseñado la mazmorra s****l? – Esto es lo último de lo que quiero hablar delante de Vanessa. Cualquier referencia al sexo me recuerda que no lo estoy teniendo con Vanessa, y deseo desesperadamente que eso cambie. –Escucha, dejando de lado las mazmorras sexuales. Asher y yo estamos muy contentos de que ustedes dos estén en nuestro equipo. Así que gracias– Levanto mi copa de nuevo, algo caliente y urgente late a través de mis venas. Cuanto más alcohol bebo, más difícil es mantenerlo en secreto. ¿O tal vez ese es el objetivo? –Una noche sorpresa de beneficios para empleados– dice Vanessa riendo. Un camarero viene un momento después para tomar nuestros pedidos. Observo a Vanessa mientras pasa el dedo por el menú del tablero, murmurando palabras para si misma. Las cosas que quiero hacerle…cierro el puño con la mano y me la llevo a la boca, tratando de concentrarme en cualquier cosa que no sea Vanessa o su espectacular estilo o la curva de sus pechos en literalmente cada atuendo que usa. Había estado fantaseando durante semanas con abrir esos deliciosos muslos con mi rodilla, llenar el espacio entre sus piernas con mis hombros y luego mi cabeza. Solo puedo imaginar lo dulce que será ahí abajo; me aseguraría de que este empapada antes de hacer nada. Encontraría su clítoris y lo pellizcaría muy, muy suavemente y simplemente observaría lo que sucede en su rostro. Un escalofrió recorre mi columna. Ver a Vanessa empapada es mi nuevo objetivo en la vida. –¿Dominic? – la voz de Asher corta la densa niebla de mi deseo. Lo miro, tratando de mantener mi rostro lo más neutral posible. –¿Qué? – –Te pregunté si viste ese correo electrónico de nuestro abogado hoy– –Oh, eh…– Imágenes de las fantasías de mi cabeza enterrada entre las piernas de Vanessa vuelven a pasar por mi cabeza. No estoy seguro de si necesito más o menos vino en este punto. Aunque sospecho que mantener mi mente alejada de Vanessa por el resto de la noche es una causa perdida. Sin importar cuanto vino tome . –Me lo perdí– Asher me pone al día mientras me hundo de nuevo en mis pensamientos. Gracias a Dios que Asher es el sociable, porque me dió la oportunidad de sentarme y observar. Observo como Vanessa juguetea con el cierre de su pulsera casi toda la noche. La forma en que levanta los hombros y arrulla cada vez que Asher dice algo dulce sobre Mila. La forma en que me mira como si me estuviera observando, buscando mi mirada. Un apretón de manos visual. La cena llega y se va, aunque apenas puedo concentrarme en la comida. El pulso entre mis oídos, entre mis piernas, en realidad, se vuelve más estridente cada hora. Justo cuando se han retirado nuestros platos, aparece Mila, lo que resulta en fuertes abrazos tanto de Asher como de Vanessa. Los cinco charlamos amigablemente un rato, antes de que Alan se excuse para ir a “encontrar a los gays”, como el mismo dice. Y entonces quedamos cuatro. Llega el vino para Mila, y las mujeres se enfrascan instantáneamente en su propia conversación. Asher me sonríe con suficiencia, reclinándose en su silla. –¿Todo bien? apenas has dicho diez palabras esta noche– Me encojo de hombros. –No tengo nada que decir– –No me lo creo– No, no es toda la verdad. Tengo mucho que decir, pero nada de eso es apropiado para una conversación durante la cena. Y no estoy completamente seguro de que no asustar a Vanessa. Claro, ella había tenido fantasías sobre mí en la preparatoria. Pero eso no significa nada sobre sus fantasías ahora o si yo estoy incluso en ellas. Tengo la sospecha de que su interacción con Hannah me dice todo lo que necesito saber. Mientras Vanessa y Mila charlan, Asher pide tranquilamente el postre para Mila, quién había estado en otra cena en otro lugar en la ciudad. También le pedí otro a Vanessa. Cuando llego la crème brûlée, Mila se lleva una mano al corazón, mirando a Asher como si fuera el hombre más perfecto del mundo. La sonrisa en su rostro lo dice todo. Esos dos están tan profundamente enamorados que me sorprende que aún puedan funcionar. La boca de Vanessa se convierte en una O cuando llega su crème brûlée. Me dirige una mirada significativa. –¿Es para nosotros? – Y aquí estamos. Dos parejas, al menos aparentemente. –Lo es– Apoyo la barbilla en la mano y me mira pestañeando. –¿Parezco una dama que necesita postre? – –Nadie dijo nada sobre necesitarlo– Me inclino más cerca de ella, humedeciéndome el labio inferior al percibir el olor de su dulce perfume. –La pregunta es… ¿Lo quieres? – Sus ojos se cierran. –Hmmm. Siempre– Hace que sea demasiado fácil recorrer el camino de la tentación. Sentado con ella aquí en esta mesa, escondido en la parte trasera del restaurante, protegidos del clamor y la conmoción del mundo, se siente como una fantasía en toda regla. Disfruta la idea de cómo podría sentirse esto: tener a Vanessa a mi lado, perfectamente integrada en mi mundo, mi círculo íntimo. Solo Vanessa podría ser la mujer que hace que pedir la cena sea difícil porque no puedo dejar de imaginarme pellizcando su clítoris. Mierda. Vanessa ya me tiene loco. Y solo nos hemos abrazado una vez. Rompe la corteza de caramelo con una cuchara. –Vamos. Tienes que dar tomar al menos un bocado– –De acuerdo- tomo la segunda cuchara, dejándola servir su porción antes de zambullirme. Su gemido apreciativo llega un momento después. –Oh, Dios mío– –Bueno, ¿eh? – no puedo evitar sonreír mientras pruebo mi propio bocado. Me encanta probar nuevas comidas con ella, la forma en que es tan aventurera y ruidosa al respecto. Si alguna vez terminamos juntos, insistiré en que pasemos al menos dos meses de cada año viajando a nuevos lugares, probando nuevas comidas. Tengo la sospecha de que a Vanessa también le gustaría esa idea. La emoción me recorre y guardo el pensamiento para más tarde.
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