El cigarrillo en mi mano a medio terminar con ese característico humo impregnado, de un olor narcótico alucinante, el incesante sonido de las gotas de agua cristalina cayendo a mi lado desde la copa del gran árbol que me protege de la tempestuosa lluvia.
El cielo entristecido manchado con colores grisáceos y negros, me llenan de conformidad, la lluvia no me deja ver más allá de unos cuantos metros, mi única compañía es mi cigarrillo.
Le doy una calada profunda hasta sentir que mis pulmones se atosigan de humo; la nicotina es un veneno que lentamente te va matando y se consume a voluntad.
Millones de personas por decisión propia se autodestruyen y envenenan a conciencia y eso no me excluye a mí, puedo decir que en este aspecto soy una más del montón.
Pero para mí mala suerte, sé que este papel enrollado no me matará, es decepcionante en verdad.
La vida solo dura lo que él portador este dispuesto a luchar por ella o hasta que otro decide arrebatársela , es un hilo tan delgado que me cuesta ver la diferencia entre una y la otra.
Tal vez pienses que aborrezco mi vida pero ¿te digo algo? Tienes la razón, que clase de persona quisiera estar en mis zapatos, sentir el frío que acobija mi piel, sentirse tan vacío y tan lleno de mierda a la vez.
Aún acaricia mi piel el helado filo de la hojilla con que me hice mi primera cortada a los diez años, guiada por la escalofriante voz que susurraba todas las noches en mi oído, primero llegué a sentir temor, luego curiosidad y solo terminé dándome cuenta que era un demonio común que jugaba conmigo, terminé por volverme amiga de él y juntos hacíamos varias travesuras, hasta que un domingo del mes de mayo, en un día lluvioso como este en el servicio matutino el padre de la iglesia a la que mamá me obligaba a ir, se dio cuenta del sombrío acompañante que estaba precisamente a mi lado, en el momento menos indicado.
Como ha de esperarse pensó que estaba poseída y después de un aburrido exorcismo desterró al infierno a mi único amigo, lo que nunca sospecho fue que él no me poseía, yo lo obligaba a estar a mi lado.
Y esa es la triste historia de como perdí a mi amiguito.
Poco a poco la lluvia empieza a cesar, pero el sol no hace aparición, una mañana negra y sombría perfecta para alguien como yo.
Le hecho una ojeada a mi celular para darme cuenta que ya son las 9 AM y aún no he decidido que haré hoy en el día.
No es como que tenga demasiadas opciones que me entusiasmen pero mientras no me llegue información sobre la ubicación de esa mujer es preferible no malgastar mis fuerzas .
Me levanto de la banca y empiezo caminar apaciguadamente bajo el leve rocío que de a poco va cubriendo mi piel fría y pálida, en mi camino por el parque vacío y húmedo solo encuentro hojas regadas por el húmedo césped, charcos de lodo en la espera del calor del sol para evaporarse y dejar de existir, tan irónica es la vida que aunque pareciera que todo tiene un fin, no es así verdaderamente, tan solo somos parte de un ciclo, de una estúpida vuelta que nos transforma de una cosa a otra y ni siquiera la muerte es el fin esperado que algunos quisiéramos, es tan solo el comienzo de otra vida de mierda, dónde el tiempo se termina volviendo una vaga ilusión.
Mientras camino mi teléfono empieza a sonar consecutivamente por lo que después de revisarlo, veo que son notificaciones de mensajes de la información que tanto ansiaba, una ardilla huyendo de una persona que va en su bici me distrae de mi celular, pero no dejo que eso frene mi andar calmado y luego es acompañado por una sonrisa de satisfacción que decora mi semblante, con estos datos que me acaban de llegar podré empezar mi cometido.
Dándole poco a poco un buen comienzo a mis planes, dónde sé que terminaré con la voz que incesantemente arremete contra mi conciencia, con ese susurro que me ha arrastrado hasta aquí y después de todo no le tengo miedo a lo que vendrá.
Si sangre ha de correr, pues que corra y si es la mía ¿qué más da? Igual ya el infierno lo tengo seguro.
Qué cosa peor le podría pasar a la hija del demonio, si ya con vivir es el peor castigo que pude recibir.
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— ¿Me estás diciendo que la primera en esta lista, es una diseñadora adinerada que vive en España?— le pregunto un poco confusa por lo que veo que está descrito en el papel.
— Sí, señorita está en todo lo correcto — dice inclinándose en una leve reverencia hacia a mi.
— ¿Y cómo rayos haré para llegar hasta allá? No es cómo que pueda tele transportarme hasta allá por arte de magia— le digo confundida.
Sus ojos rojos se alzan para encontrarse con los míos, en un silencio que me indica que él tampoco tiene la menor idea.
— Podrías ir al infierno, en el portal que está en el este y cuando estés allá, podrías salir por otro portal que te deja justo en España.
— ¿Y por qué no me llevas tú hasta allá?— le digo mientras arrugo los papeles en mis manos.
— No puedo hacerlo, tan solo soy un demonio común, no tengo el poder para llevar conmigo a alguien al infierno— por un segundo pienso que muestra una cara apenada pero recuerdo que seres como él no sienten nada .
— Y tampoco es una opción cruzar por un portal, ya que el Cruce de cualquier ser por un portal del infierno es monitoreado por los demonios y más considerando que una humana lo cruce, tardarían solo minutos para llevarme ante mi padre — maldigo para mis adentro— y es la persona que menos quiero ver justo ahora.
— Entonces como hará para llegar hasta allá señorita— habla el sujeto frente a mi, su olor ya empieza a molestarme.
— Lo resolveré, puedes irte Adirael— el hombre da un paso atrás y se inclina en una reverencia de respeto antes de espumarse en una nube de humo n***o.
La luz del techo empieza a parpadear haciendo que la pequeña habitación del motel se ilumine y oscurezca como en una mala película de terror.
Las ideas surcan mi cabeza en busca de soluciones, rápidas y efectivas.
— Germai Carrillo— repito el nombre escrito en la hoja en voz alta y no me doy cuenta de tono tan despectivo que uso al pronunciar cada sílaba de ese nombre, creo que ya me sale natural— con que tú serás la primera a la que voy a visitar.
A pesar de mi "título" no tengo muchas influencias en el más allá, digamos que una hija que se la pasa deshonrando a su padre y aborrece sus raíces no alguien muy popular en ese estúpido basurero.
Una leve y no tan estructurada idea surca mi mente, así que saco mi celular del bolsillo de mis pantalones y empiezo a buscar los vuelos a España para hoy.
Después de encontrar uno en el aeropuerto más cercano que sale dentro de 5 horas, decido alistarme para tomar el rumbo hacia el aeropuerto.
Eso significa agarrar me teléfono, mi bolso dónde está mi maquillaje y la bolsa de papitas fritas sobre la cama.
Cómo ha de esperarse, no tengo pertenencias, no me aferro a nada en este mundo terrenal, al fin y al cabo nunca nada es tuyo porque tan solo somos simples mortales que estamos de paso y el dinero, ropa o demás bienes nunca son tuyos en verdad, solo es tu turno de usarlos.
Un día puedo estar aquí, pero ¿quién sabe? Tal vez en el taxi de camino al aeropuerto sufra un trágico y doloroso accidente perdiendo mi horrenda vida y el equipaje solo sería una carga más innecesaria.
Salgo de la habitación, mis botas negras de suela alta hacen rechinar el piso de madera bajo mis pies a cada paso que doy.
Al llegar al lobby el portero me saludo gentilmente y le devuelvo el gesto con la misma gentileza.
Que sea una mitad demonio no quiere decir que no puedo ser educada. Es más algunas de las cosas raras de mi vida es que tengo los conocimientos necesarios para ser lo que me plazca y no crean que soy una niña aplicada y todo eso, son puras patrañas si lo dijera.
Solo tengo la estúpida habilidad de que todo libro que toque mis manos, su contenido, sus miles de páginas y los conocimientos que tal ves al autor le costó años adquirir, se quedan grabados en mi cerebro como las líneas en un disco de vinilo en tan solo milisegundos.
Envidio a las personas que pueden tomar un buen libro y leerlo desde principio a fin, disfrutar de una buena novela dónde aunque las mayorías de emociones son estúpidos clichés, veo en sus ojos como hacen que su espíritu salte con cada giro de la trama.
Yo no puedo disfrutar de eso, solo con tocar el libro, ya sé todo lo que pasa en el y digamos que es un horrible spoiler.
Una cosa más que arruina mi naturaleza.
Ya el firmamento fue liberado de las cadenas de las nubes negras y un sol radiante y caliente choca contra mi rostro al caminar. Las personas caminan de prisa por las aceras cada una con sus preocupaciones y yo solo sigo mis pies, no debo preocuparme por nada, no lo siento necesario y no tengo tampoco por quien hacerlo.
Llego a la esquina de la calle y levanto mi mano para detener un taxi, muchos siguen de largo, sin hacer caso a una pobre chica en una esquina.
Hasta que alguien se detiene, el escandaloso color amarillo ciega mis ojos. Abro la puerta del copiloto y entro al auto.
— Señorita tiene que sentarse atrás — dice el conductor, es un señor como de treinta años, tiene dos hijas hermosas y una esposa también muy linda y no, no usé ningún poder para descifrarlo, solo tiene una foto muy grande de su familia, colgando del retrovisor.
— Cállese y conduzca al aeropuerto — le digo cerrando la puerta como señal de que no me moveré.
— Señorita le repito que....
— Por favor Mike, no hagas esto te pagare el doble si quieres, solo conduce, no tengo toda la tarde— le digo sacando una paca de billetes de mi bolso.
El conductor me vio confundido pero no iba dejar pasar una propina muy generosa, así que se tragó sus palabras y pisó el acelerador.
Saco mi celular para ver videos y así entretener mi mente.
El hombre a mi lado se ríe de algo que no puedo entender que es.
— ¿Qué? — le pregunto tajante.
— Es que no me llamo Mike señorita, soy Jeferson — dice con una sonrisa perfecta en su rostro cansado por tantas jornadas de trabajo.
— Lo sé Mike, lo sé.
Eso fue lo único que le dije y eso solo hizo que su sonrisa se agrandara, a veces no me siento tan de la mierda cuando hago sonreír a alguien más.
Es como una extraña forma de consuelo, de que no soy solamente un producto del mal, que sirve para destruir, puedo hacer algo más y una pequeña sonrisa es una diminuta prueba de eso.
Dejo que mis ojos se pierdan en los gatitos de la pantalla pero mi conciencia maquina en silencio los próximos movimientos en el juego de mi vida.
mañana tal vez un poco de sangre corra o tal vez no...