Corazón Adormecido.

1779 Words
Pam se detuvo ante el espejo del tocador, se quedó por unos largos minutos allí quieta mientras observaba su reflejo en el espejo. De pronto una tenue sonrisa se dibujó en sus labios, al mismo tiempo que su mirada se hizo tenue. - ¿Así que ya decidiste detenerte?.- Le habló a su reflejo.- ¿Finalmente decidiste dejar de sufrir?.- Su sonrisa se fue tornando amarga.- Ya era hora Pam. Después de recitar estas palabras para sí misma, tomó un poco de agua entre sus manos y empapó su rostro golpeando suavemente sus mejillas. Estas palabras que se había dedicado se debían a lo que sentía en su interior en aquel momento o mejor dicho, lo que no sentía. Cuando regresó a casa días atrás, cargaba con un gran miedo y preocupación. Le preocupaba que una vez tuviera de frente a Marcus Parker, su tonto y debíl corazón le hiciera una mala jugada destruyendo todo el esfuerzo que habia empleado para fortalecerse. Al parecer, no había motivo alguno para sentirse preocupada, mucho menos asustada. En el momento en que su mirada y la de Marcus se cruzaron se dio cuenta. Su corazón no dio saltos de conejo inquieto como tiempo atrás, la emoción que estallaba dentro de su pecho tampoco estaba allí, parecía que con el paso del tiempo se había agotado. No pudo sentir nada de aquello que la hacía sonrojarse, alegrarse e incluso chillar, no sintió absolutamente nada. Quizás todo esto se había ido desvaneciendo con cada lagrima que brotaba de sus ojos. Se quedaron impregnadas en su almohada para luego ir desapareciendo, evaporándose con el paso del tiempo. Su dolor, sus heridas, se habían encargado de consumir cada uno de aquellos sentimientos acumulados dentro de su alma. Los habían absorbido como un hoyo n***o. El tiempo que pasó llorando y sufriendo por la indiferencia y las crudas palabras de Marcus fue largo, tan largo y tortuoso que al final terminó consumiendo todo a su paso. Justo en aquel momento, cuando sus caminos se volvieron a encontrar, cuando pensó que su mundo se derrumbaría ante la mínima palabra o disculpa de Marcus Parker. Pam fue sorprendida con aquel sentimiento nulo. Quizás era su subconsciente quien de alguna manera la protegía para no debilitarse, quizás en realidad había dejado de sentir cosas hacía Marcus, no lo sabía, lo único que le quedaba claro era que aquella sensación no era desagradable, más era…liberadora. ……… La señora Parker estaba a punto de perder la paciencia aquella noche, en su mesa se vivía un momento tenso debido a la actitud de sus dos hijos. No tenía idea de porqué su hija más pequeña le lanzaba miradas amenazantes a su hermano mayor mientras este pretendia ignorarla. Desde que habían llegado a casa como cada Lunes para compartir una cena en familia, se habían mantenido en silencio y con aquella actitud. Ninguno se dirigia la palabra y parecía que no tenían intención de hacerlo por un buen rato. Lanzándole una rápida mirada a su yerno y entre señas quiso indagar lo que había ocurrido, recibiendo de este solo una sonrisa nerviosa y una leve negativa con su cabeza. Por otro lado su esposo quien siempre había sido un hombre revestido de paciencia, disfrutaba de su cena mientras jugueteaba con sus nietos ajeno a la situación. - Marc, cariño.- La señora Parker tomó el plato de su hijo.- Preparé tu plato favorito pero ni siquiera lo has probado. Déjame servirte. - Está bien mamá.- Negó.- No tengo mucha hambre. - ¿Qué te sucede cariño? Siempre devoras todo lo que mamá prepara. ¿Estás enfermo? - Quizás la culpa lo haya enfermado.- Ella jugueteaba con su cubierto sobre su plato. - Elle.- Cameron sonrió con nerviosismo para luego darle una rápida mirada a su cuñado quien fulminaba a su esposa con la mirada. - Vamos Marc. Come un poco. - No lo obligues mamá.- Ella sonrió con ironía.- Tu hijo ya es todo un hombre como para estar diciendole que debe de hacer. - Parece que hoy tienes mucho qué decir.- Marcus arqueó una ceja. - Vamos.- Cameron levantó ambas manos.- No hagan esto, no discutan. - Es solo que me parece gracioso como antes llamabas a Cam inmaduro y cobarde por no enfrentar sus sentimientos, en cambio tú ahora eres el más cobarde de todos. - ¡Que no se te olvide, soy tu hermano mayor!.- Marcus se levantó enojado. - Marc, Elly.- El señor Parker observó a sus hijos.- ¿Qué ocurre con ustedes? - Ocurre papá que tu hija es una entrometida que no respeta a su hermano mayor. - Podrás ser mi hermano mayor pero por ello no dejarás de ser un imbécil. - ¡Ella!.- La señora Parker se escandalizó. - Elle, calmate.- Camero trató de tranquilizar a su esposa.- No debes tratar a tu hermano así. - Tú cierra la boca.- Se levantó de su asiento viendo con enojo a su esposo.- Si hubiera estado en tu lugar le hubiera dado una paliza a este idiota por haber lastimado a mi hermana.- Apuntó a su hermano.- Tal y como él te lo hizo aquella vez. - Suficiente.- Marcus se acercó a su madre y besó su frente.- Mejor regreso a casa.- Luego abrazó a su padre y besó a sus sobrinos.- Disfruten su noche.- Se marchó a toda prisa. - ¡Si!.- Ella le gritó.- ¡Huye! ¡Es lo que sabes hacer! Estupido cobarde. ……… - ¿Cómo estuvo tu día?.- La señora Spencer cepillaba el pelo de su hija. - Estuvo muy entretenido. Una vez que vi como iba el arreglo del estudio salí con mis amigas. Pasamos un buen rato. - Me alegra, recuerdo que cuando te marchaste se pusieron muy tristes. - Ellas también me hicieron falta.- Suspiró. - Pam…- Dudó por un momento.- ¿En verdad todo está bien? - ¿Hasta cuándo vas a seguir preguntando sobre eso mamá?.- Sonrió. - Es solo que…- El sonido del móvil de Pam la interrumpió. - ¡Oh!.- Una gran sonrisa se dibujó en sus labios.- Mamá, voy a contestar esta llamada. - Está bien cariño, te dejaré a solas. - Gracias…- Se quedó viendo a su madre caminar a la salida, una vez que desapareció por la puerta, tomó la llamada. - Hola extraña.- La suave voz de un joven se escuchó al otro lado de la línea. - ¿Por qué me llamas extraña? - Te olvidaste de mí tan pronto subiste a ese avión. Sabía que no debí dejar que te fueras. - Lo siento.- Volvió a sonreir.- Además no puedes ser tan exagerado, no ha pasado tanto desde que regresé. - ¿Qué puedo hacer? Te extraño cada día. - Yo también te extraño. Extraño reirme de tus estupideces.- Soltó una risilla. - Es bueno que me extrañes. Así cuando me vuelvas a ver me darás un fuerte abrazo. - Así será.- Suspiró. - ¿Qué sucede? ¿Estás triste de nuevo? - Extrañamente no.- Negó. - Eso me tranquiliza. Escucha, hay algo que quiero contarte, por eso te llamé. - ¿Qué ocurre? - Pronto viajaré a Canadá. - ¿En serio?.- Su sonrisa se hizo más grande. - Recuerda que Dayana entrará a la Universidad de Montreal. Debo acompañarla pero una vez que termine tengo pensado ir a verte. - Eso suena grandioso. - ¿Te hace feliz que vaya? - ¿Cómo no me haría feliz que mi gran amigo y confidente venga a visitarme? Prometo que serás mi invitado estrella. Danielle Bautista era el nombre del joven que se encontraba al otro lado de la línea. Un joven Filipino de 24 quien había forjado una gran amistad con Pamela desde muchos años atrás cuando visitó por primera vez Filipinas. Había sido un gran apoyo para Pam cuando esta decidió permanecer en su país, la acompañó en sus momentos tristes e incluso le ofreció su hombro para llorar. Danielle no le ocultaba al mundo lo que en realidad sentía hacía Pam, se había enamorado de ella desde que eran apenas unos adolescentes y se lo había hecho saber. Era una persona transparente, caracterizado por decir lo que sentía y pensaba sin ningún titubeo. Por esa razón el hecho de que siempre gustó de ella, no fue un secreto para Pam pero Danielle también era una persona respetuosa y que no cruzaba límites. Por esa razón cuando Pam regresó a Filipinas con el corazón roto, puso de lado su propio interés y se dedicó a acompañarla e intentar sanar sus heridas. Habían evolucionado en su amistad, la habían llevado a otro nivel y todo a la cercanía que ambos desarrollaron. - ¿De nuevo?.- Pam rodó los ojos.- ¿Cuántas veces volverás a llamar? Has cortado 3 veces diciendo que sería la última vez pero sigues llamando. - Es que no quiero terminar con nuestra platica.- Suspiró.- Pero llevamos alrededor de una hora al teléfono, imagino que estás agotada así que esta es la última llamada. - Siempre que me quieras hablar, puedes hacerlo sin problemas. - Descansa princesa. - Tú también…- Soltó una risilla.- ¡Y no vuelvas a llamar! Tú, hombre molesto.- Colgó y se quedó viendo la pantalla de su movil.- Tonto. Pam no podía negar que cada vez que se encontraba de mal humor o con los ánimos en el suelo, incluso una breve plática con Danielle lograba cambiar su panorama. Ya fuera con sus chistes tontos y carentes de lógica o con alguna de sus anécdotas de borrachos que hacían de la suya en su bar, aquel chico siempre encontraba la forma de sacarle una sonrisa. Cuando el móvil volvió a sonar, sonrió derrotada, siempre era la misma rutina, podría incluso recibir hasta 5 llamadas consecutivas del inquieto Danielle. Por esa razón sin pensarlo levantó la llamada y llevó su móvil a su oído sin percatarse que aquel número de contacto en su pantalla era diferente. - Dijiste que era la última llamada.- Contestó con una sonrisa.- Si estás aburrido podemos platicar hasta que me quede dormida ¿Que dices? -...... - ¿Hola?.- Frunció levemente su ceño.- ¿Hola? ¿Danielle? ¿Estás ahí? -...¿Quién es Danielle?.- La voz que se escuchó era baja y ronca. - ¿Qué?.- Alejó su teléfono y observó su pantalla, no podía reconocer el numero.- ¿Quien habla? - Pam… - Si, ella habla. - Soy yo…Marc. - ¿Qué?.- Se agitó. - ¿Podrías salir? Estoy aquí. - ¿Qué demonios?.- Corrió hacía su ventana y observó a la persona que se encontraba amparada en la oscuridad junto a su coche mientras sostenía su móvil. - ¿Podrías venir? Hay algo que quiero decirte.
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