ERIN
Miré mi intercambio de mensajes con Isaac por centésima vez, como si un mensaje codificado fuera a saltar de repente ante mis ojos.
No pasó nada, por supuesto. La conversación seguía siendo confusa. Emocionante.
Aterradora.
Te extraño, había dicho él el sábado por la noche.
El mensaje, recibido mientras estaba a mitad de una temporada del último reality show de citas, casi me hizo caer del sofá de la sorpresa.
Sabía que algunas chicas se mostrarían distantes y harían que el chico saltara por aros después de lo que él había hecho. Pero no podía obligarme a hacer eso.
Porque yo también extrañaba a Isaac. Y no quería perder más tiempo.
Yo también te extraño, le respondí.
—¿Puedo verte mañana por la noche? —preguntó.
Por supuesto que le dije que sí. Y aquí estaba, sentada en mi
