GABRIEL —¿Habrá testigos que declaren? —el juez Johansson me miró a mí y a mi abogado opositor. Las fosas nasales de Daniel Strauss se ensancharon. Durante toda la reunión había parecido molesto. No lo culpaba. Había notado al juez hablando con Tessa antes, y ¿quién no sospecharía que Johansson estaba teniendo favoritismos? Al principio, yo me había irritado con Tessa. Pero eso no había sido justo. El juez Johansson la recordaba porque la chica era, maldita sea, inolvidable. Y yo debería saberlo. No podía sacármela de la cabeza. Y ya me estaba cansando de luchar contra eso. La gente —incluyéndome a mí— quería a Tessa. ¿Por qué no usar eso a mi favor? Durante toda la reunión me aseguré de consultar con Tessa antes de responder cualquiera de las preguntas del juez. Al principio lo hab

