TESSA
En cuanto se cerró la puerta principal de Gabriel, sus labios se posaron sobre los míos. Solté un jadeo de sorpresa y dejé caer el bolso.
No hubo tiempo de devolverle el beso. Su boca ya descendía por mi cuello y luego por mi pecho.
Retrocedí un paso y choqué contra la pared. Las manos de Gabriel estaban en todas partes, su boca enviando descargas de electricidad por mi cuerpo.
De pie, me quitó el suelo de debajo de los pies. Solté un grito ahogado, pero él ya me sostenía contra su pecho.
—Si te parece bien —raspó su voz—, me gustaría saltarme la charla. No quiero terminar discutiendo y arruinar el momento.
Le rodeé el cuello con los brazos, el corazón latiendo con fuerza. —Sí. Eso me parece perfecto.
—Bien. —Con una sonrisa, me llevó a través de la sala de estar.
Era justo c
