Por Benicio
Llegamos a mi casa.
Estaba más tímida que anoche, anoche no lo estaba, le pregunté si estaba cómoda, me dijo que sí, pero se mordió el labio inferior, evidentemente estaba nerviosa, me acerqué para abrazarla, pero en cuanto le rocé los labios, una pasión enorme nos devoró, nos desvestimos y ella alzó sus piernas, rodeándome la cintura, es liviana y no fue ningún esfuerzo llevarla así hasta mi cama.
Nos entregamos nuevamente sintiendo ese fuego que nos consumía desde anoche.
No podía dejar de amarla, eyaculé en su boca nuevamente, luego de haberle provocado un orgasmo haciéndole sexo oral, más bien comiéndola cada centímetro de su v****a.
Y seguimos haciéndolo, parecía que se iba a terminar el mundo si nosotros dejamos de amarnos.
-Me volvés loco.
-Vos me sacás el aliento
