Dante entonces se volvió hacia su padre. —¿Podemos ver una película hoy? —preguntó, mientras con un tenedor de plástico tomaba un trozo de fruta en su plato y se le la llevaba a la boca manchando sus comisuras al masticar. Damien asintió sin dudarlo, mientras tomaba una servilleta y limpiaba la boca de su hijo. —Claro, después del almuerzo —siseó, con una sonrisa apenas visible. La respuesta sorprendió a Alina. Por alguna razón, pensó que Damien rechazaría la idea, pero en lugar de eso, lo aceptó con facilidad. A pesar de todo, Dante parecía ser su prioridad. El desayuno transcurrió sin incidentes y, cuando terminaron, Alina decidió esperar la llegada de Leonardo afuera. Caminó sin rumbo fijo hasta que llegó a la alberca. El agua cristalina la llamó de inmediato. Alina amaba nadar

