CAPÍTULO 2

1082 Words
HACE SIETE AÑOS —Lo sentimos mucho señora, pero su hijo queda expulsado definitivamente de esta escuela— habla el director de la institución. —No entiendo ¿Qué fue lo que hizo para que tomara esta decisión?— pregunta mi madre. —Lo han encontrado besándose con otro de sus compañeros en el sanitario para hombres— me mira con asco. —¿Qué?— mi madre cuestiona poniendo la misma mirada que el director. —Seguramente están mintiendo ¿Verdad?— me toma de las manos. —No, en verdad estaba besándome con el chico con el que salgo. —Ese tipo de comportamiento está prohibido en esta institución— interrumpe el director. —Claro, esto está mal. Pero ¿Y si un hombre se besa con una mujer no lo está?— cuestiono. —Eso es diferente Augusto— responde el director. Me levante de la silla en la que estaba sentado —Creo que ya quedo claro. Me largo de aquí. Salí de la dirección y me dirigí a mi casillero para sacar todas mis cosas. En el corredor se encontraban un par de amigas platicando, me pare frente a mi casillero y comenzaron a susurrar —¿Él es ese marica?— pregunta una de las dos mujeres. —Creo que si— responde la otra mujer. —Qué asco. Vámonos de aquí— ambas mujeres comenzaron a caminar hasta desaparecer de mi vista. Golpee el casillero de al lado con fuerza y comenzó a salir un poco de sangre, al terminar cargue mi mochila y salí de esa horrible escuela a la que había asistido durante casi tres años. No quería volver a casa así que solo fui a otro sitio y cuando oscureció, regrese para enfrentar a mi madre. Al entrar, mi madre me esperaba sentada en ese lujoso sillón de piel que su nuevo novio le había regalado hace algunas semanas. Cerré la puerta de la entrada y me dirigí a las escaleras para poder subir a mi habitación —¿Es verdad?— me detiene con una pregunta. Me gire y me dirigí a donde ella se encontraba —¿Qué cosa? —¿En verdad eres un homosexual? —Así es madre. Soy un hombre que se interesa por otros hombres. —No, es mentira— se levanta del lugar en el que se encontraba sentada y camina hacia mí. —No es así— me miro con asco, como si lo que viera frente suyo fuera una ese de perro. —Yo no creí a un maldito homosexual— dijo mientras las lágrimas salían de mis ojos. —Yo no elegí ser así. Simplemente no me interesan las mujeres—. Se giró en dirección a las escaleras y camino hacia ellas —Madre. Solo no me rechaces como los demás— digo con el corazón roto. Sube las escaleras y yo camino tras ella, se para frente mi habitación y suelta un suspiro. Da media vuelta y me mira con enfado —Desde hoy dejas de ser mi hijo. ¡LARGO DE MI CASA!— se giró nuevamente y abrió la puerta de mi habitación de golpe. Entró y comenzó a sacar todas las cosas por la ventana. La detengo —Madre no haga eso— me acerco a ella y le sujeto las manos. —Dije que ya no soy tu madre— esas palabras me rompieron por completo. —Está bien, me iré—. Se soltó de ms manos y salió de mi habitación sin decir palabra alguna. Me aguante las ganas de llorar, no quería hacerlo, no en este lugar. Solo tome mi mochila y salí de la habitación —Me voy ahora— la mire pero ella simplemente me ignoro. Salí de la casa y llame a Leo, la única persona que podía ayudarme en ese momento. —¿Qué pasa?— pregunta cuando contesta —Casi nunca me marcas a esta hora, ¿ocurrió algo? Dejo salir un par de lágrimas y con voz ronca contesto —Mi madre se enteró sobre mis preferencias y me corrió de su casa— las lágrimas salían cada vez más, me senté en el suelo —No tengo a nadie más que tú. Por favor permíteme quedarme en tu casa mientras encuentro un lugar. —Está bien. Iré por ti ¿Dónde estás? —Te veo en el parque— colgué y fui hacia el parque, cargando en mis hombros la única cosa que me importaba, dentro de la mochila se encontraba el primer regalo que había recibido de Leo. Un peluche de felpa. Al llegar me senté en una de las bancas y me encorve, puse mis manos en mi cara y comencé a llorar. ¿Por qué mi madre?, de entre todas las personas ¿Por qué tuvo que ser ella una de las personas que me rechazaran? (…) Cuando Leo llegó corrió hacia donde me encontraba y se hincó frente a mí para después abrazarme – —¿Estás bien?— pregunta. Yo negué, no estaba bien en lo absoluto. Tomó mi mejilla y limpio las lágrimas que escurrían, se acercó a mi y me beso en los labios. Me levante de la banca y luego me llevo a su casa. Al llegar ahí me abrazo fuertemente y un par de lágrimas se le escaparon —¿Por qué descubrió tu madre que eres Gay? —Alguien nos vio besándonos en la escuela y el director llamo a mi madre para decirle que estaba expulsado definitivamente de la institución debido a mi mal comportamiento. —Lo siento— susurró —Fue mi culpa. —No es verdad, también fue mi culpa. (…) Desde ese día comencé a vivir en su casa, sus padres aceptaban sus preferencias y también me aceptaron a mi como su pareja. El tiempo pasó muy a prisa yo comencé a estudiar en otra preparatoria y luego de algún tiempo me gradué y comencé a estudiar la universidad. En ningún momento negué mi orientación, todos lo sabían y de que servía seguir ocultándolo. Eso origino que las personas que no nos aceptaban comenzaran a atacarme tanto física como verbalmente, pero por suerte tenia a Leo a mi lado y siempre me protegía de esas personas. Yo jamás imagine que él me abandonaría, jamás imagine que se sentiría vacío por dentro, jamás me imaginé que estaba pasando por una mala racha. Lo perdí de una forma cruel. Él se suicido.
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