Episodio 4

918 Words
Era martes, una asistente del laboratorio me había citado el lunes para ese día, rondaban las 9 am y estaba nerviosa, preocupada de que si conseguía el trabajo lo que significaría luego, con André, ¿Pensaría la gente del laboratorio que usó el su influencia para conseguirme trabajo? No tenía idea de en lo que me estaba metiendo, la clínica estaba ubicada en una zona de lujo, muy exclusiva, al llegar me dirigí de una vez al laboratorio, cuando iba caminando hacia allí pensé si debía pasar por la oficina de André a agradecerle. —¡Eres una puta Aitana! ¡Tienes novio! Y es el hermano del hombre al que le quieres ir a lucir las tetas y el culo —me reprendí. Llevaba una falda lápiz azul marino que dejaba ver la perfecta forma de corazón de mi trasero y acentuaba mi pequeña cintura, complete con una franela a rayas tipo marinero que exponía mis pechos naturales y voluptuosos. Me calce tacones azules de cinco centímetros. Suavice las ondas de mi cabello y lo amarre en una cola de caballo alta, me maquille con tonos rosados y mis ojos azules resaltaban. Me mire varias veces al espejo, me veía de infarto.  Debí admitir que quería verme bien para André, por si me lo cruzaba. Las mujeres del laboratorio reprobaron mi apariencia totalmente, pero conseguí el trabajo, medio tiempo. Estaba feliz porque por fin trabajaría y porque quizás me iba a cruzar a André por los pasillos. —¡Señorita Aitana! El doctor André pidió que la lleváramos a su oficina en lo que terminara acá, por favor, sígame —dijo una mujer con expresión muy seria. Entendí que no me odiaron por la ropa que me puse, me odiaron porque André me impuso. Seguí a la señora y me dejó frente a la oficina de André que estaba en el último piso, pero no toco la puerta, dijo simplemente que él me estaba esperando. Mi corazón se sobresaltó ante esta expresión. ¡Oh Dios! Si ese hombre fuera mío. Abrí la puerta con timidez después de tocar dos veces y no recibir respuesta. El estaba con un uniforme azul agua marina de dos piezas, examinaba unos papeles sobre su escritorio. Se veía super sensual en ese uniforme se veía lo perfecto de su cuerpo esbelto, no dije nada pero el notó mi presencia y levantó la mirada. Me vio y no dijo nada, me vio a los ojos  con una expresión evaluadora y examinó mi cuerpo descaradamente, después de hacerlo volvió a mirarme a la cara. Sonrió. —¡Que tal chica! Ya me dijeron que comenzarás mañana mismo, qué bueno que estuvieras interesada, esa es la actitud correcta —me dijo amable. —Muchas gracias por la oportunidad —alcance a decir juntando mis manos delante de mí. —Siéntate, ¿Quieres tomar algo? —Ofreció —¡No! Gracias —dije tímidamente. —Te voy a ser honesto, soy directo y nada sutil, es como soy, no sé hacerlo de otra manera, Damián es crédulo, muy confiado, aún es inmaduro, recuerdo tu historia con él, tenía novia cuando ustedes se enredaron, no me gustas para mí hermano, disculpa que sea directo —dijo. Sentí que quería vomitar, ahí estaba yo como una estúpida creyendo que podía seducir al hermano de mi novio, creyendo que yo le gustaba y él solo quería tenerme vigilada porque creía que era mala para él. Quería llorar, me sentí tan ridícula. —¡Entiendo! —fue lo único que pude decir. —La verdad, estaba muy seguro de que si intentaba llevarte a la cama, no te habrías negado, pero me arrepentí, Damián no se merece eso, mejor dejaré que todo caiga por su propio peso —continuo. —Ya no quiero el empleo, gracias —dije automáticamente. —Ya firmaste un contrato, había una trampita, no puedes irte al menos no en 6 meses, me pareció exagerado, porque espero que dejes tus pretensiones con mi hermano, mucho antes —indicó con mucha seguridad. —¿Qué pretensiones? —pregunté genuinamente intrigada. —Sé de dónde vienes, y lo que representa mi familia, Damián es un chico bohemio, no quiero que te aproveches de él —solicitó Para cuando pronunció esas palabras ya una lágrima recorría mi mejilla, prácticamente me estaba llamando arribista, interesada, al final él fue amable conmigo falsamente, era igual a los demás sólo que sabía disimular mejor y parecía peor que el resto. ¿Cómo pude pensar nada de este hombre? Me sentía tan estúpida que se lo tuve que confesar. —¡No me interesa el dinero de Damián, el de tu familia, si hubieses intentado seducirme si me habría ido contigo a la cama, porque te desee, y eso fue mayor que mi razón, pero fui una estúpida, de eso sí que puedes acusarme y se lo puedes decir a Damián —lo rete. No dejaba de llorar. Me miró fijo con una expresión de incredulidad, no podía distinguir lo que pensaba porque obviamente me había equivocado juzgando y leyendo las señales. —¡Puedes irte! Mañana a las 8:30 am. Me asistirás en las tardes a mi cuando acabes en el laboratorio —me dijo sin mirarme a la cara mientras revisaba algo en su escritorio. Salí corriendo de allí, no paré de llorar en todo el camino y no me importaba que me vieran, nunca me había sentido tan ridícula, estúpida y humillada. —Tendré que terminar con Damián —resolví.  
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