Se abalanzó sobre mí. Él se abalanzó y yo lo esquivé antes de girarme y clavarle los riñones mientras le daba patadas en las rodillas. Tropezó lo suficiente y me alcanzó, pero salté fuera de su camino; pateando sus costillas con fuerza como lo hice. Gruñidos. Gruñidos salían de sus labios mientras marchaba hacia mí. Él fue por mis costillas, pero yo fui por esa costilla suya que sabía que me dolía; Iba a hacer que David se sintiera realmente orgulloso hoy. Él siseó cuando mi puño lo encontró, mientras mi talón le clavaba la espinilla dos veces. Clavé su clavícula, luego me giré y golpeé mi codo justo por encima de su rodilla, tensionando el hueso y los tendones allí. —Sol —gruñó. Le gruñí en respuesta, pero cuando lo hice, sentí que lo encendía. El fuego. Fuimos golpe por golpe, y Et

