LIAM
El taxi se perdió entre el tráfico y yo ni siquiera miré por la ventana. Todo me daba igual. Solo repetía en mi cabeza lo mismo una y otra vez: te amo, Liam. Jodidas dos palabras que me habían dejado sin aire y al mismo tiempo me tenían más confundido que nunca.
El hotel estaba en una de esas calles donde todo parece brillar más de lo que debería. Apenas mencioné el nombre de Saanvi en recepción, la chica que estaba detrás del mostrador cambió la expresión. Amabilidad automática, sonrisa profesional.
—Bienvenido, señor Ashford. La señorita Devi nos pidió que lo atendiéramos personalmente.
La manera en que lo dijo me atravesó como un recordatorio de lo surrealista que era todo esto. A ella no le temblaba la mano para encadenarse a otro hombre, pero me dejaba a mí en una suite de lu
