Capítulo 23. Ecos de Sangre y Sombras. Viejas fábricas oxidadas, terrenos baldíos, calles sin cámaras y perros que ladraban a la nada. Sol se movía con cautela. Su contacto le había mandado una última ubicación captada por el chip oculto en el reloj de Dante, pero la señal se había perdido hacía horas. No fue hasta que vio la sangre en el portón trasero de una bodega que supo que estaba en el lugar correcto. Y definitivamente no estaba sola. Cinco hombres la rodearon en cuanto cruzó la verja. Eran profesionales, silenciosos. Pero ella lo era más. El primero cayó con un corte en el cuello, el segundo recibió una bala entre las piernas antes de que pudiera disparar, al tercero le rompió la nariz de un cabezazo antes de caer por un codazo que lo dejó inconsciente. El cuarto y el quinto d

