Capítulo 33. “A Un Paso del Abismo" El regreso al departamento fue silencioso. Marco la dejó en la entrada y partió sin despedirse. Cada uno tenía una tarea asignada. Cada uno sabía que cualquier fallo podía costarles la vida. Sol subió en el ascensor, observándose en el espejo. El rostro que la devolvía la mirada ya no era el de la princesa mimada de los Valetta. Era el de la heredera olvidada de los Rossell. La sangre traicionada. La niña que creció en el campo enemigo sin saberlo, el sonido del ascensor la sacó de sus pensamientos, había llegado a su piso. Abrió la puerta, el aire interior aún conservaba el perfume del incienso que quemaba cuando necesitaba calmarse. Pero la calma no estaba de su lado. Enzo la esperaba en la sala. No estaba sentado. No estaba tranquilo. -- No pue

