Capítulo 1

2570 Words
    A mediados del primer semestre en el segundo año de la escuela preparatoria todo comenzaba a tranquilizarse en mi vida. Realmente no estaba preparado para lo que se avecinaba.     -Todos a sus asientos, ya va a comenzar la clase- dijo el profesor cuando entró al salón de clases - Antes de empezar, hoy ha llegado un nuevo compañero, pasa. –dijo mientras señalaba a la puerta.     Entonces entró al salón un chico guapo, alto, de cabello n***o y buen cuerpo.     -Preséntate- dijo el profesor.     -Me llamo Atsushi Kaneko, tengo 16 años, vengo de la ciudad X, y soy un alfa.     De pronto todo el salón se llenó de murmullos y comencé a sentir las miradas de mis compañeros.     -¡Silencio todos!- gritó el profesor, tratando de tranquilizar al salón y le dio la indicación a Atsushi para que tomara asiento.     Durante el primer receso todos los compañeros se le acercaron al nuevo integrante de la clase, intrigados por conocer al nuevo alfa de la escuela, ya que no habían muchos y era el único del salón, pero sobre todo, estaban interesados en hacerle saber que había un omega en la misma clase, yo.     -No les hagas caso Akemi, vamos por algo a la cafetería- me dijo Tomoharu, mi único amigo, a quién conocí desde que estaba en la escuela primaria.     -Ya lo sé, vamos.     Mientras salíamos del aula, con el rabillo del ojo vi cómo Atsushi se me quedaba viendo con una cara seria. Por alguna razón parecía molesto.     Regresando al aula no vi a Atsushi, así que me sentí aliviado y fui a sentarme a mi lugar, pero antes de que pudiera respirar tranquilo, una avalancha de chicas se me acercaron parloteando, diciendo que me daban su apoyo para juntarme con el nuevo alfa, mientras que el resto de los hombres sólo mantenían su distancia y murmuraban cosas mientras se me quedaban viendo, haciendo obvio que hablaban de mí.     -¡Cállense todas!- gritó Tomoharu- Todo el mundo sabe que Akemi es mío- dijo mientras me abrazaba.     -Ja, ja, ja, así es, soy de Tomo, así que ni se les ocurra pensar en cualquier tontería de nuevo. –dije mientras le regresaba el abrazo.     Y eso fue suficiente para que las chicas pusieran mala cara y se fueran de mi escritorio. En realidad, Tomo tenía novia desde la secundaria. Habíamos ido a la misma escuela media y eran una muy bonita pareja. Ella conocía mi condición y mi amistad con Tomo, así que no le importaba que dijéramos esas cosas. A demás, ella también era una muy buena amiga mía.     -Gracias- dije con una sonrisa.     Tomo sólo se me quedó viendo mientras daba un sorbo a su caja de leche de fresa.     -Creo que ya viene mi celo, me estoy sintiendo muy cansado. –dije mientras me tumbaba en mi escritorio.     -¿Terminando el día quieres que te acompañe a la enfermería para que consigas un permiso de ausencia? – Dijo Tomo con cara de preocupado.     -No, yo puedo ir solo. Sé que te quedaste de ver con Anzu, y desde que no estamos en la misma escuela, casi no la puedes ver. – le dije mientras me incorporaba. – Además, sólo voy rápido y me voy a casa. Quiero dormir antes de que a mamá se le ocurra alguna de sus locuras.     -Jaja, está bien, pero me mandas mensaje en cuanto llegues a casa.     -Sí, no te preocupes.     El resto del día pasó de lo más normal y sin novedades, hasta que llegó la hora de salir de clases y me despedí de Tomo para dirigirme a la enfermería. Cuando llegué a la puerta, iba saliendo Atsushi y sin voltearlo a ver, entré a la enfermería a hablar con la doctora. No tardé mucho en salir y cuando voltee la mirada hacia arriba, Atsushi me estaba esperando afuera.     Traté de ignorarlo nuevamente, pero de pronto comencé a sentir presión en mi pecho y una sensación incómoda. Una sensación que había sentido antes, aquel alfa estaba usando sus feromonas para someterme. Tomé aire y me erguí lo mejor que pude mientras aguantaba la respiración para tratar de soportar la situación. Entonces me arrinconó y puso su brazo junto a mi cara mientras se recargaba en la pared, dejando prácticamente nada de espacio entre nosotros.     -¿Qué quieres? – dije, mientras trataba de resistir a sus fuertes feromonas, y pensaba en lo bueno que había sido el haber tomado los supresores esa mañana.     -Sólo quiero jugar contigo- Dijo con una sonrisa malvada en su cara.     -¡Déjame en paz! – Le grité- ¡Yo no soy un juguete y si quieres jugar conmigo, entonces yo también puedo jugar tu juego!     -Jajaja – rió poniendo una cara de sorpresa – Nunca había conocido a un omega que se resistiera a mis feromonas, aunque no solté demasiadas – dijo eso último algo pensativo.     Yo sólo me quedé en shock pensando en que, en realidad había sido un alivio haber tomado las pastillas antes de salir de casa y que si en realidad no había soltado demasiadas feromonas como había dicho, entonces ese era un tipo de temer.     - Sólo estoy bromeando contigo, y quería ver qué clase de persona eres. Lo siento por eso jaja – dijo mientras sostenía una sonrisa traviesa en el rostro tratando de cubrirla con su mano.     -¡Eres un hijo de puta! – Le grité totalmente enfurecido – ¡Deja de jugar conmigo y más te vale que no te me acerques! ¡Loco bastardo!     Lo empujé y salí corriendo con todas las fuerzas que le quedaban a mis piernas en ese momento. Mientras iba corriendo por el pasillo, busque en mi bolso las pastillas supresoras y me las tragué lo más rápido que pude. Corrí a casa mientras pensaba en que sería mejor no relacionarme con ese tipo loco.     Cuando llegué mamá estaba ocupada con su nuevo hobbie en el comedor. Era algo que hacía, incluso antes de que papá falleciera. A pesar de ser omega, mamá siempre había sido buena con las manos, siempre buscaba ocuparse con algo y encontraba nuevos hobbies para hacer y casi siempre me arrastraba a su lado para hacer sus manualidades. La casa estaba llena de collares, figuras y platos de barro, arreglos florales, tejidos y un montón de cosas más. También, a veces les regalábamos a nuestros conocidos alguna que otra cosa que hacíamos, esta vez eran velas. Pero a mamá también le gustaban los deportes, como el rappel, surf, paracaidismo, etc. y entonces agradecía haber nacido con un cuerpo débil, ya que mamá había nacido con una energía increíble. Aunque era omega, siempre quiso superarse y hacer cosas distintas, y ella era quien me impulsaba a hacer más de lo que mi condición de omega me dejaba, así que estudiaba mucho para ser de los primeros lugares en la escuela.     Mamá nació omega, de una familia de alfas dominantes, así que nunca le faltó nada, y como mi papá había sido alfa y tenía también venía de una buena familia, nunca nos preocupamos por el dinero. Teníamos una casa que cualquiera podría llamar una mansión y gente que ayudaba con la limpieza y mayordomos, pero a mamá siempre le gustó hacer la comida, así que no teníamos cocinero. Como yo siempre había vivido en ese entorno, no me parecía extraño ni extravagante la forma en la que vivía, así que no me consideraba que era de una familia ¨rica¨.     Me escabullí desde la entrada hasta mi habitación y ahí me quedé el resto de la tarde, estudiando y tratando de olvidar lo que había sucedido antes. Aunque aún había quedado un remanente de las feromonas que había soltado ese alfa y no me quedó de otra que encargarme ¨del asunto¨     Al día siguiente, cuando iba llegando a la escuela, Tomo me estaba esperando en la entrada y se me echó encima.     -¡Que malo eres! –dijo con un puchero.     -¿Eh? – yo estaba perdido en mis pensamientos.     - ¿Por qué no me mandate mensaje ayer?     - Ah, lo olvidé, lo siento. – le dije, aún perdido.     Tomo se quedó pensativo y finalmente me dijo.     - Anzu te manda saludos, dice que quiere que nos reunamos los tres para ir al karaoke.     - Sí, es buena idea, dile que en cuanto termine mi celo, le haré saber para reunirnos.     - ¡Cierto! ¿No habías pedido un permiso para faltar?     - La doctora me dijo que mientras me sienta bien y me tome los supresores, tengo que seguir viniendo a la escuela – dije encogiéndome de hombros – Pero al menos, me dejó el permiso abierto.     - ¡Eso es negligencia! – Dijo enojado – Ella no está preocupada porque es beta, pero si te llega a pasar algo mientras vienes a clases… ¡No quiero ni pesarlo! Deberíamos…     Lo interrumpí en medio de la oración.     - Ja, ja, no te preocupes, estoy acostumbrado a esto. A demás, parece que tiene miedo de que me pueda aprovechar, ya que ella es nueva aquí, y ya que me dejó el permiso abierto, sólo voy a decirles a los profesores y me voy a casa.     - Está bien, pero hay que decirle al profesor que hable con ella para que no ocurra ningún accidente con algún otro omega o un alfa, aunque tampoco es que hayan muchos en la escuela. Pero tú y yo sabemos lo que puede pasar cuando no se le pone la atención adecuada.     - Ugh, ni me lo recuerdes – le dije mientras hacía una mueca. – ¡Ese bastardo! Lo bueno es que en ese momento estaban tú y Anzu, de lo contrario, habría sido muy malo. – le dije con una sonrisa.     - Jaja ¡Sip! Pero no ocurrió. – me dijo, devolviéndome la sonrisa.     Nos apresuramos al salón de clases y Tomo fue a su escritorio, mientras yo le decía al profesor sobre mi situación. Como él ya me conocía, me dejó ir sin preguntarme nada más, pero escuchaba que los demás compañeros se quejaban sobre el por qué a mí me dejaban salir. Sin hacerles caso, me despedí con la mano de Tomo y salí del aula. Voltee a ver a Atsushi y me di cuenta de que él me estaba viendo fijamente.     Me dirigí a casa y esa semana pasó normal ya que no dejé de tomar los supresores, no tuve muchos problemas. Mientras pasaba mi tiempo de descanso, le ayudé a mamá con su proyecto. Nos hicimos de muchas velas así que pensé en regalarles algunas a mis amigos y, entonces, recordé la promesa que había hecho con Tomo para ir al karaoke, así que le mandé un mensaje para quedar ese fin de semana.     Nos quedamos de ver afuera de la estación de metro y yo ya iba un poco tarde, así que me puse a correr.     -¡Hola! ¡Perdón por la tardanza!     -No te preocupes, llegamos hace poco, también. – me dijo Anzu mientras me tomaba del brazo.     - ¡Vamos! – Dijo Tomo, mientras me agarraba del otro brazo.     Así nos dirigimos al karaoke.     Cuando llegamos y pedimos la habitación, comencé a sentir un olor familiar, pero no lograba distinguir de dónde provenía. Era un olor dulce, como a duraznos, y mientras volteaba todos lados para tratar de descubrir de dónde provenía el aroma, me jalaron hacia adentro de la habitación.     - ¡Vamos! No te distraigas que hace mucho que no te veo – dijo Anzu haciendo un puchero mientras me arrastraba hacia adentro.     - Lo siento, estoy algo distraído. ¡Pero me alegra mucho poder verte Anzu! – le dije abrazándola. Pasamos la tarde bromeando y cantando, pero de repente sentía el olor a duraznos y me hundía en mis pensamientos, cuando el golpe con el pandero que me daba Anzu en la cabeza, porque me veía distraído, me regresaba a la realidad. Y para la hora en la que salimos del Karaoke, ya estaba oscureciendo.     - Fue muy divertido, chicos – dijo Anzu con una enorme sonrisa en la cara. – Ya sé que ahora vamos a distintas escuelas, pero no me olviden – puso un puchero tratando de ocultar que quería llorar.     - Ya amor, perdóname, ya sé que me extrañas mucho todos los días – dijo Tomo con una voz infantil, mientras abrazaba a Anzu.     - No me refiero a ti, amor – dijo Anzu, apartando a Tomo y me volteó a ver con una mirada fulminante.     - Haha… - sólo pude rascarme la cabeza mientras pensaba en qué responder. – Lo siento mucho Anzu, haré lo que pueda para hacer más tiempo y verte. Sabes que ustedes dos son los mejores amigos que tengo y siempre estoy pensando en ustedes, chicos.     -¡Awwww! –dijeron los dos al mismo tiempo mientras me abrazaban.     - Jaja, ya chicos, van a hacer que caigamos – dije.- ¡Ah! ¡Por cierto!, casi lo olvido – comencé a buscar dentro de mi bolso y saqué dos paquetes con velas de distintos tamaños y aromas y algunas golosinas que había preparado envueltas con una bolsa transparente. – Esto es de parte de mi mamá y mío, jaja su nuevo hobbie. – dije mientras les entregaba las bolsas.     -¡Wow! ¿Esto lo hiciste tú? – preguntó Anzu asombrada.     - Claro, si mi Darling es muy bueno con sus manos. Aún así, estoy asombrado, se ven muy bien – dijo Tomo.     - No es nada del otro mundo, jaja. A demás, mi mamá hizo la mayoría, y me pidió que les dijera que vayan a verla algún día.     -¡Claro! – dijo Anzu.     -Bueno, ya es hora de que nos vayamos, Anzu – dijo Tomo – Le dije a tus padres que no llegaríamos tarde, ya que mañana hay escuela.     - En serio no tienes que acompañarme amor, puedo ir sola a casa. A demás, creo que es más importante que acompañes a Akemi, ya que acaba de tener su celo y aún podría estar liberando feromonas.     - Oh, no se preocupen por mí, mi casa no está lejos y prometí encontrarme con mi mamá cerca de aquí, así que pueden ir ustedes.     - ¿Seguro? – preguntó Tomo.     - Sí.     - De acuerdo, entonces nos vemos mañana en la escuela, no llegues tarde.     - Nos vemos Akemi – dijo Anzu mientras me tomaba de la mano – Recuerda cuidarte mucho y no olvides que puedes llamarme siempre que me necesites, y dile a tu mamá que pronto iré a visitarla.     - Sí, lo sé, gracias Anzu, y le diré a mamá.     Así los dos se despidieron y se dirigieron a la estación del metro para ir a la casa de Anzu. Mientras yo los veía desde fuera del karaoke, me llegó un mensaje de mi mamá diciéndome que iba en camino al lugar en dónde nos habíamos quedado de ver y antes de poder guardar mi celular, sentí de nuevo el olor a duraznos y mi cuerpo se estremeció. Voltee hacia todos lados a ver de dónde venía el olor y vi que algunas personas iban saliendo del karaoke, así que me escondí detrás de una maceta mientras espiaba a las personas que salían, intentando averiguar de dónde venía ese olor.     - ¿Qué haces aquí? – escuché una voz detrás de mí.
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