Capítulo 1.2

2577 Words
    Me asusté y brinqué por la sorpresa.     - Creí que estabas en celo, y que por eso no habías ido a la escuela estos días.     La voz me sonó conocida y sentí el olor más intensamente, me quedé inmóvil mientras me repetía en la mente – que no sea él, que no sea él, que no sea él…. – entonces voltee la cabeza y ahí estaba Atsushi, viéndome fijamente mientras empezaba a sentir cómo mi cara se ponía roja como una manzana.     - ¿Eh? Ah… Esto… Justo ayer me sentí mejor, a demás, estuve tomando los supresores toda la semana, así que deci… - no terminé de decir lo que estaba diciendo – ¡Oye! ¡¿Y a ti qué te importa si estoy en celo o no?! No tengo que darte explicaciones a ti, y si me permites, tengo cosas que hacer. – dije mientras lo empujaba hacia un lado para abrirme paso y salir corriendo.     De pronto, antes de que pudiera irme del lugar, sentí cómo Atsushi me sujetó la mano deteniéndome.     - Tienes razón, no tienes por qué darme explicaciones a mí, pero será mejor que tengas cuidado. Aunque tomes los supresores, aún estás soltando feromonas, es por eso que te pude encontrar. – estaba diciendo Atsushi con una cara que reflejaba sincera preocupación, mientras yo pensaba que en realidad mi escondite no había sido muy bueno, después de todo.     -¿Eh? – en ese momento mi mente quedó en blanco.     Atsushi se quedó callado un momento mientras se me quedaba viendo, cuando de pronto escuchamos que comenzaban a llamarlo, y ambos volteamos en la dirección de donde venían las voces.     - ¿Qué haces? Ya tenemos que irnos – dijo uno de los chicos con los que estaba Atsushi un momento atrás.     Atsushi se quedó pensando. – Vayan ustedes, recordé que tengo que hacer algo por aquí.     - Pero antes habías dicho que… – estaba diciendo otro chico cuando Atsushi lo interrumpió     - Es porque no recordaba que tenía que hacer algo – dijo Atsushi insistente.     - Como quieras, nos vemos mañana en clase – dijeron los otros chicos confundidos.     - Bi… bien, entonces ya me voy – dije.     - ¿Puedo acompañarte? – dijo Atsushi     - Me quedé de ver con mi mamá cerca de aquí y ya debe estar esperándome, así que no te preocupes, puedo ir solo. A demás, dijiste que tienes algo que hacer.     - Pero estaré preocupado, aunque me digas que no lo esté. Y puedo dejar para después lo otro. Realmente no podía entender a ese chico, primero me molestaba con sus feromonas, y ahora decía estar preocupado.     - Te mandaré mensaje cuando esté con mi mamá, ¿De acuerdo? – Le dije finalmente para que me dejara ir – No tienes necesidad de dejar de hacer tus cosas por mí.     - Está bien. – dijo con una cara triste, que me recordaba cuando regañan a un perro y baja las orejas, con los ojos grandes y llorosos.     Nos quedamos inmóviles.     -¿No me vas a dar tu número de teléfono? – dije finalmente.     - ¿Eh?, ¿Puedo? – dijo Atsushi entre confundido y realmente feliz, casi podía ver su cola moverse de la emoción, si tuviera una.     - Si no me lo das, ¿Cómo quieres que te envíe un mensaje cuando llegue con mi mamá?     -¡Ah! ¡Cierto! Je, je.     Intercambiamos teléfonos y me dirigí hacia el lugar donde me vería con mi mamá mientras pensaba en que cómo era posible que un alfa fuera tan distraído y…, hasta me parecía ¡¿lindo?!     Cuando llegué a donde me quedé de ver con mi mamá, ella ya me estaba esperando y mientras hacíamos las compras para la cena, le platiqué cómo había sido el día con mis amigos y el cómo se habían emocionado al ver las velas y que Anzu había dicho que iría a visitarla pronto, y para cuando llegamos a la casa, yo ya estaba totalmente exhausto, así que me dirigí a mi habitación mientras mi madre preparaba la cena.     - No puedo creer que ese Alfa me pareciera ¨lindo¨ - estaba pensando en voz alta mientras recordaba lo que me había pasado unos años antes.     Cuando tenía 14 años, estaba en una reunión familiar por parte de mi papá. Él era el primogénito de una familia adinerada, así que el primogénito de él, ósea yo, era un asunto de conversación. Ya que yo había nacido omega, al contrario de lo que otros miembros de la familia esperaban, algunos no estaban contentos con mi presencia, sobre todo, el hermano menor de mi padre y su familia. Él tenía un hijo alfa y siempre presionaba a mis abuelos para que le dieran más beneficios en la familia a su hijo, que a demás era mayor que yo, y que a mí, sólo me dieran a algún alfa de buena familia para ¨mejorar¨ el estatus. Pero mis abuelos se negaban, ya que ellos sabían que yo me esforzaba más en los estudios, también apreciaban mucho a mi mamá y eran consientes de que el hijo de mi tío era un abusador en la escuela y se creía más que otras personas por ser alfa, así que no le daban oportunidad de discutir a mi tío y eso lo hacía enfurecer.     Siempre era la misma historia cada vez que visitaba a la familia de mi papá. En ese momento mi papá acababa de fallecer y los adultos estaban discutiendo la línea de sucesión de la empresa y otras cosas de la familia. Agradecía que mis amigos estuvieran conmigo en ese momento, ya que mi mamá les había pedido que me acompañaran porque ella sabía que no me sentía cómodo con esa familia.     -Oye, pero no pensé que fueras de una familia rica – dijo Tomo asombrado mientras se sentaba en uno de los sillones de la sala de estar.     -Sí, siempre te has visto tan tranquilo y humilde – dijo Anzu – Ah, pero no lo digo de mala forma, me refiero a que nunca te has mostrado presumido o has hecho menos a nadie.     - ¿No es normal? ¿Por qué haría algo así?     Los dos se quedaron callados sonriéndome.     -¿Tu casa también es así de impresionante? – preguntó Tomo     -Mmm… no me parece impresionante para nada.     -Seguro es igual de grande – dijo Anzu.     Yo sólo me encogí de hombros.     Mientras yo estaba sentado en uno de los sillones platicando y estudiando con mis amigos, se me acercó mi primo claramente molesto con mi presencia y se aventó al sillón, junto a mí golpeándome en el costado con el codo y haciéndome tirar el libro que sostenía.     -Oops, ¿Te pegué? – dijo con un a risa sarcástica.     -No te preocupes Daichi, claramente lo hiciste sin intención de molestarme. –le dije con una sonrisa fingida.     -Claro que sí – dijo molesto por ver que no había caído en su provocación.     Nos quedamos unos minutos callados y de pronto Daichi se levantó del sofá, con cara de pocos amigos.     - Montón de mocosos aburridos, yo me voy.     No le hicimos caso y retomamos la plática que teníamos antes de que nos interrumpieran. Mientras les ayudaba a mis amigos a estudiar, empecé a sentirme muy extraño. En ese momento aún no me había venido mi primer celo, así que no entendía lo que le pasaba a mi cuerpo. Me sentía muy pesado, sentía como si tuviera una fiebre muy alta y me empezó a faltar el aliento, de pronto sentí una presión muy fuerte en el pecho y me encogí.     - ¿Qué te pasa Akemi? –preguntó Anzu preocupada.     -¿Estás bien? – se levantó Tomo y se sentó en el suelo, junto a mí.     - No sé… me siento extraño… - dije casi sin poder respirar     - ¿Debería llamar a tu mamá? – dijo Anzu levantándose     - N…. no…, sólo necesito un momento, debo ir al baño.     -¿Seguro? – preguntaron los dos.     - Sí – me incorporé y me dirigí al baño lo más rápido que pude.     Los dos se quedaron en la sala, preocupados. Mientras me dirigía al baño, sentí aún más presión en el pecho y en frente de la puerta del baño estaba Daichi con una enorme sonrisa diabólica en el rostro. Claramente él había tenido que ver con mi condición en ese momento.     -¿Qué tienes primo? – dijo bloqueándome el camino hacia el baño.     - ¡Quítate! – le dije gritando, desesperado por encerrarme en algún lugar.     - Que violento, primo – dijo haciendo una cara de falsa preocupación. – Yo estoy preocupado por ti, ¿Qué pasaría si tus amigos se enteran de que estás en esta situación? – volteó a ver mi entrepierna.     - ¡Déjame! – intentaba defenderme, pero de pronto mis piernas fallaron y caí al suelo.     Para ese momento yo ya no podía pensar en nada, me sentía confundido, y tenía la mente en blanco. Lo único en lo que podía pensar era en tocarme, tenía mucho calor y quería quitarme la ropa. Entonces comencé a sentir cómo algo comenzaba a salir de mi trasero y metí mi mano al pantalón, mientras con una mano tocaba mi pene, con la otra me empecé a sobar el ano. De pronto escuché una voz.     - ¡¿Qué crees que estás haciendo?!     Era la voz de mi abuelo, mis amigos habían ido a llamar a mi mamá y los demás adultos habían sentido las feromonas de Daichi, entonces habían salido corriendo y se dirigieron hacia donde estábamos. Vieron el estado en el que yo estaba y en ese momento Daichi dejó de liberar sus feromonas.     Mi madre llegó a mí de un brinco y me inyectó una dosis de supresores que ella siempre llevaba consigo en caso de emergencia, me cubrió con su saco y les pidió a mis amigos que me llevaran a una de las habitaciones de arriba. Yo estaba empezando a recobrar la conciencia mientras íbamos caminando y de reojo vi cómo la abuela le daba una cachetada a Daichi y después de eso, ya no supe nada hasta que desperté con mi mamá sentada en la cama junto a mí.     - ¿Estás bien? – me dijo mi mamá con cara de preocupación.     Aún estaba algo confundido, así que sólo pude mover la cabeza en señal de afirmación.     - Ese Daichi - dijo mamá enojada. – Debes estar sorprendido. Eso que te pasó fue el celo de un omega… Daichi usó sus feromonas para inducirte el celo, que idiota – dijo mamá levantándose de la cama – Si aún no sabe controlar sus feromonas, no debería usarlas. Ese niño quería someterte y no supo controlarlas, así que te puso en ese estado. Si no fuera por Tomo y Anzu, no sé qué habría pasado, ya que él también estaba entrando en celo por tus feromonas. – dijo mamá soltando un suspiro y dejándose caer en una silla que estaba cerca de la ventana.     -¡Ah! ellos… deben estar también confundidos y preocupados, ¿En dónde están? – Dije incorporándome.     - Hice que los llevaran a casa, después de explicarles todo – me dijo mamá con una cara tranquila.     - No sé cómo los voy a ver de frente en la escuela. –Dije cubriéndome la cara con las manos.     - Pues hazlo como lo haces siempre, hijo… Escucha – dijo mientras se acercaba a mí – Sé que ser omega no es fácil, te vas a encontrar con muchas dificultades y desafíos, vas a sentir que nadie te entiende, ya que los betas no sufren lo mismo que nosotros y los alfas muchas veces van a querer abusar de ti de muchas maneras. Pero no estás solo hijo, mamá está contigo y un día vas a encontrar a un alfa que de verdad te quiera y te cuide – dijo acariciándome la mejilla.     Yo sólo me quedé en silencio, escuchando las palabras de mi madre, la veía tan seria pero a la vez con un tono dulce en su voz. Ella sabía por lo que estaba pasando.     - No dejes que te traten como si fueras menos, también eres un ser humano y tienes sentimientos y pensamientos propios. Tienes tus propias metas y deseos… nadie te puede decir quién o qué eres, no sólo eres un omega, también eres mi hijo y el de tu padre, así que rompe los estereotipos y muéstrale al mundo lo que Akemi Ueno es. No te dejes vencer por las dificultades que vas a enfrentar en el futuro y hazlas tu fortaleza… - finalmente me sonrío y llamó al médico de la familia a que entrara a la habitación para hacerme un chequeo y explicarme cómo debo tomar los supresores y otras cosas.     Después de ese incidente, los abuelos se enojaron con mi tío y con su familia por no haber podido evitar eso, enseñándole a su hijo lo peligroso que puede ser querer someter a alguien sin saber controlar las feromonas e hicieron que me pidiera disculpas. Claro que muchos estaban en contra, diciendo que yo era débil y que yo no era bueno para la sucesión de la familia, aún así, mis abuelos no hicieron caso e incluso ellos se disculparon conmigo. A pesar de ser alfas, ellos eran muy buenas personas con un sentido de la responsabilidad y la moral muy alta.     Desde ese día, había decidido que no me gustaban los alfas y que tendría que tener la guardia arriba siempre que estuviera cerca de alguno, así que vivía evitándolos y tratando de ignorarlos. Había tenido uno que otro roce con alguno de ellos durante la escuela, pero ya nada que yo no pudiera manejar. Ambas familias, la de mi mamá y mi papá habían sido todos dominantes, así que yo también era un omega dominante y con la ayuda de mis abuelos había aprendido a manejar las feromonas y a resistir un poco las de los alfas. Así que me negaba a creer que podría algún día llegar a tener sentimientos por alguien que quisiera dominarme, sobre todo, Atsushi, que desde el primer día que lo conocí, comenzó a intentar someterme con sus feromonas, y eso era lo que más me molestaba.     - Cierto, debería llamar a mis abuelos paternos de vez en cuando. – recordé mientras regresaba al presente.     Me levanté de mi cama y me dispuse a ponerme al día con los apuntes que Tomo me había dado en el karaoke. En realidad me gustaba estudiar ya que no podía hacer mucho deporte porque a menudo me sangraba la nariz por algún problema de salud que tenía, así que siempre mantenía muy buenas calificaciones en la escuela.     Tocaron a mi puerta.     -Adelante – respondí.     -Joven Akemi, dice la señora que es hora de cenar. –dijo la mucama.     -Sí, gracias.     Bajé las escaleras mientras veía los mensajes nuevos que tenía en el celular. Extrañamente la mayoría eran de Atsushi, sólo me mandaba stickers muy tiernos para venir de un hombre y reí en mi interior.     Cenamos y la noche pasó tranquila. Me dirigí a mi habitación a terminar los deberes, después mamá me llamó para que viéramos una película en la sala y me quedé dormido.
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