Los dos estaban frente a frente en esa mesa, Amelia lo escuchó atentamente casi si parpadear. El helado que cada uno tenía en sus manos se derretía pasando entre sus dedos hasta gotear sobre la mesa. Finalmente, Owen admitía en voz alta eso que reprimió y por años se negó a aceptar, hasta hacía pocas semanas. Por otro lado, en su interior, Amelia admitía lo mismo, experimentaba exactamente lo mismo que él, pero sentía las piernas atadas impidiendo dar un paso hacia adelante, ¿cómo podría creer? Era Owen, solo la idea de que hubiera algo más entre los dos era inverosímil para cualquiera que se lo imaginara, incluso para ellos dos y, ¿cómo lanzarse a los brazos de alguien por pronunciar palabras bonitas tras su reciente ruptura y lo que había detrás de ella? Sobre todo, esa cruel razón. No p

