CAPÍTULO 2 "LOS HEREDEROS"

1879 Words
Los años fueron pasando lentamente y todo se fue olvidando. Habían pasado veinte largos años desde ese fatídico día cuando murió la señora Susana Morgan, la bebé que sobrevivió a ese parto creció para transformarse en toda una señorita de veinte años de edad que llevaba por nombre Azucena Morgan ya que el señor Fernán Morgan decidió darle su apellido a pesar de no ser su hija biológica, también la crió en su mansión como una digna integrante de la familia. Los años habían pasado dejando secuelas en el cuerpo del multimillonario, una enfermedad en los riñones, y tres operaciones en menos de dos años le advertían que el final podía llegar en cualquier momento, lo que lo llevó a tomar la decisión de elaborar su testamento a muy temprana edad como una forma de prepararse para una posible muerte inesperada. Su fortuna era neta llegaba a la jugosa cantidad de mil millones de dólares (1000.000.000 $ ) gracias a sus empresas constructoras además de sus miles de propiedades, automóviles, y demás extravagantes pertenecias que serían repartidos entre sus diez hijos reconocidos. Si, leyeron bien, el acaudalado empresario tenía diez hijos con cinco diferentes mujeres, siendo Azucena irónicamente la única hija de su esposa legal, todas las demás fueron aventuras que terminaron en embarazos. Los trillizos Alan, Alen, y Alex Morgan, rubios, contextura atlética, y una deplorable actitud, ellos eran producto de una aventura con su ex secretaria Valeria Salcedo, Víctor y Melannie eran producto de un romance con su odontóloga, Gustavo y Valentin eran los hijos que engendró con la viuda de su mejor amigo, la señora Margarita Verde, además de Halina una hermosa chica que tuvo con Ofelia Rodrigues la encargada de una tienda y finalmente Pamela la única pelirroja de la familia y quien fue el fruto de una noche de pasión con la entrenadora de gimnasio Britany Leal. Todos tenían edades contemporáneas que iban desde los dieciocho hasta los veinte años, y con el mismo derecho de vivir dentro de la mansión Morgan, convirtiendo la convivencia diaria en un verdadero infierno traducido en una guerra sin cuartel entre los "hermanos" que anhelaban la fortuna de su padre. A excepción de Azucena quien era la más sumisa de los diez hermanos Morgan, a la vez también la más odiada por sus hermanastros por ser hija biológica de un don nadie, de un violador, por ser la hija de el mayordomo. Recibía constantes ataques por parte de estos odiosos adolescentes que no dejaban de burlarse de ella por cualquier razón, deseaban más que nada que Azucena fuera desheredada para que a ellos les tocase una mayor parte de la fortuna. Azucena se refugiaba en su habitación pasando horas muertas encerrada allí, acompañada solamente de su imaginación para tratar de olvidar un poco lo odiada que era por todos en esa mansión, a excepción de la ama de llaves quien parecía ser la única persona en tenerle cariño a esta solitaria niña. Los chicos Morgan disfrutaban de hacer alocadas fiestas en su mansión cada vez que se presentaba la oportunidad en la que su padre salía en viajes de negocios, ellos aprovechaban invitando a todo aquel que quisiera acudir al llamado de estos acaudalados y pretenciosos niños ricos. Los invitados siempre eran chicos jóvenes con actitud fiestera que pudieran aportar esa adrenalina a la ocasión, en especial a los estudiantes de el instituto privado donde los chicos Morgan se educaban, un prestigioso lugar llamado Junh Webster, donde los chicos pudientes y millonarios se podían graduar fácilmente con extravagantes carreras universitarias sin mucho estrés bajo enorme influencia de sus gigantesca fortunas familiares. Ese día la fiesta sería en la piscina de la mansión, los trillizos eran los más atrevidos de todos los hermanos, intentando de sobresalir siempre para ser el centro de atención en todo lo que hacían, y ésta vez no sería la excepción. Fernán Morgan viajaba en un lujoso crucero acompañado de socios distinguidos de su empresa para discutir algunos asuntos importante relacionados con el último contrato conseguido para construir un gigante puente marítimo para conectar dos ciudades enteras, la firma se había concretado así que era hora de festejar al mejor estilo Morgan. Las botellas de champán revisaban las copas que blandían en la mano de sus colegas quienes sonreían dichosos por haber firmando un contrato tan importante. — Quiero ofrecer un brindis por Fernán Morgan, el mejor socio que puede existir en todo el mundo, y obviamente también por el contrato multimillonario que acabamos de firmar, ese mismo que nos hará mucho más rico de lo que ya somos — dijo uno de los bochornosos socios de el señor Morgan colocándose de pie inesperadamente provocando la algarabía de todos los codiciosos presentes en esa mesa. — Yo quiero brindar por ese testamento recién firmado por el señor Morgan, 1000 millones para diez hijos, ¡todo un maestro! — propuso otro socio extendiendo el brindis. — Yo, yo quiero honrar a la esposa de el señor Morgan, quien, tengo entendido hoy está cumpliendo veinte años de fallecida — expresó el inoportuno socio más jóven y novato de el grupo provocando que el señor Fernán Morgan cambiara abrupta y repentinamente su expresión facial pasando de estar feliz y sonriente a inexpresivo y molesto. — ¡Con su permiso! — Fernán Morgan se levantó yéndose de la mesa entre el incómodo silencio de todos sus socios. — ¿Dije algo malo? — preguntó extrañado el imprudente jóven que había arruinado la cena para el magnate Morgan. — ¡Idiota! Jamás, escucha bien ¡jamás! Le hables al Fernán Morgan sobre su difunta esposa. No me extrañaría que cuando lleguemos a tierra, ya estés despedido — advirtió uno de los socios más experimentado provocando que el jóven se preocupara mucho por su empleo. La juvenil fiesta se alocaba cada vez más debido a las drogas que inundaban todo el lugar haciendo alucinar a los jóvenes que disfrutaban de la magistral piscina en la mansión Morgan, los trillizos exhibían gustosos sus marcados cuerpos pero sin lograr dejar de ser los más odiados de todo el instituto por su mal comportamiento, los otros hermanos Morgan también aprovechaban su gigantesca popularidad para ser el centro de atención para todos los invitados. Era una noche fenomenal para los hijos de Fernán, a excepción de Azucena quien solamente observaba desde la ventana de su habitación en lo más alto de la mansión como sus hermanos celebraban de manera decadente entregándose a un frenesí de locura incontrolable. — Observa a la estúpida nerd mirándonos con desprecio, como si ella fuera mejor que nosotros — dijo Halina en una pequeña reunión que se generó entre todos los hermanos Morgan dentro de la piscina para cuestionar la actitud de la sumisa Azucena. — ¿Y qué esperabas? Es la hija de el mayordomo, la escoria de nuestra familia — comentó Valentin mirando con desagrado a Azucena desde la distancia asomada en la ventana de su habitación. — ¿Familia? — reía Melannie despectiva y sarcásticamente — esa rara no es familia de nosotros, ella ni siquiera es hija de mi papá. — Puede que tengas razón, pero esa niña rara que ves allí asomada en esa ventana, algún día heredará la misma cantidad de dinero que tú — sonreía la pelirroja Pamela malévolamente recostada de la pared de la piscina — así de estúpidas son las leyes por la que se rige nuestro padre. — Mi padre solamente siente lástima por ella, es el producto de una violación de su mayordomo a su esposa. Cualquiera se pondría sensible ante una situación así — acotaba Víctor aportando algo a la reunión familiar. — Se me acaba de ocurrir una brillante idea — expresó Alan uno de los trillizos, quien exhibía una tenebrosa sonrisa mientras hablaba — la herencia es acumulativa, y debe ser repartida equitativamente entre todos los hijos de Fernán Morgan que se encuentren vivos o dispuestos a recibirla cuando el fallezca, ¿cierto? — ¿Qué pretendes? — preguntó Gustavo extrañado — ¿quieres hacer que ella renuncie a su parte de la herencia? — No seas estúpido Gustavo ¿quién en su sano juicio renunciaría a una herencia multimillonaria? — dijo Pamela cuestionando la respuesta de su hermano. — Lo que digo, es que... Imaginen que en lugar de 100 millones, nos toquen 111 millones ¿que les parecen once millones de más? — Alan miraba seriamente la cara de cada uno de sus hermanos quienes lo escuchaban atentos muy interesados en aumentar esa jugosa fortuna — para ello debemos marcharnos un poco las manos, será un trabajo sucio, pero les aseguro que valdrá la pena. — ¿Nos estás proponiendo matar a la hija de el mayordomo? — preguntó Melannie en voz baja. — Obviamente tiene que ser un trabajo en equipo, yo solo no puedo hacerlo ¿ustedes ganarán millones y yo soy el que se ensucie las manos? — Alan preguntaba apuntando a su mismo pecho — ¡No es justo! — ¡Estás completamente loco! — expresó Halina antes de irse nadando y provocando que todos los demás hermanos se fueran también a excepción de los otros dos trillizos quienes se quedaban allí junto a Alan. — Tranquilos, tarde o temprano los vamos a convencer — dijo Alan a sus idénticos hermanos. Una chica comenzaba a bailar de manera descontrolada llamando la atención en la orilla de la piscina, estaba totalmente drogada y sola. Se trataba de Amber Wilson, una de las chicas mas hermosas de todo el instituto, además una de las más codiciadas debido a su espectacular cuerpo. Los trillizos verían una oportunidad privilegiada para sacar un poco de provecho sobre esa hermosa chica que en otra circunstancia los despreciaría a los tres sin pensarlo, pero en ese estado, estaba completamente indefensa. — Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? — preguntó Alan retóricamente emocionándose junto a sus hermanos — debemos llevarla adentro de la mansión, tengo una gran idea para divertirnos ésta noche. — Acompañame adentro de la mansión — susurró Alex acercándose hasta la drogada chica. — Dejame, yo sólo quiero seguir tomando éxtasis y bailando — respondió Amber tambaleándose. — Pero si adentro de la Mansión tenemos mucho éxtasis, todo el que quieras tragar — acotó Alen llegando rápidamente para sumarse a la conversación. — Y una espectacular pista de baile privada para tí sola — remató Alan llegando por último para completar el trío de hermanos. Finalmente la lograrían convencer para llevársela casi cargada hasta dentro de la mansión donde no resistiría ni siquiera cinco minutos de pies antes de caer técnicamente desmayada sobre uno de esos lujosos muebles que adornaban el salón principal de la mansión Morgan. Ellos aprovecharían cobardemente el estado de la indefensa chica para comenzar a violarla por turnos riendo despiadadamente mientras lo hacían. Alex tendría la maravillosa idea de grabarse utilizando el mismo teléfono celular de Amber para tener un lindo recuerdo de lo mucho que disfrutaban cometiendo tan atroz crimen. Todo era risa y diversión para los trillizos hasta que Alen levantaría la mirada a un costado de el salón para percatarse de que estaban siendo observados por alguien, se trataba de Azucena, quien los miraba aterrada sin saber que hacer totalmente paralizada de miedo a mitad de las escalera.
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