CAPÍTULO 3 "FLASHBACK"

1081 Words
Un hombre bajaba de su automóvil llevando en sus brazos a una pequeña niña que apenas contaba con un par de días de haber nacido. Ese sujeto caminaba a través de un terreno arenoso. Se trataba nada más y nada menos, que de el mismísimo Fernán Morgan. Sus ojos se encontraban empapados en lágrimas que no cesaba de salir una tras otra, su nariz goteaba fluido mocoso debido al llanto que expresaba fervientemente esa mueca desgarradora que solamente puede ofrecer alguien que está sumergido en una tristeza agónica que le destroza el alma lentamente. Como si la melancolía fuera una especie de serpiente que se enrolla en su corazón y comienza a apretarlo fuertemente. Así de frío, así de crudo era el dolor que estaba sintiendo ese poderoso magnate en ese momento. La pequeña bebé en sus brazos lloraba desesperadamente, tal era por las diminutas gotas de lluvia que caían en forma diagonal siendo llevadas por el viento, o quizás simplemente el hecho que presentía las inhumanas intensiones de ese hombre que la cargaba sin ningún tipo de contemplación, como si se tratara de una simple muñeca de plástico. El lujoso automóvil estacionado a un lado de la desierta carretera, frente a ellos una pequeña pendiente que iba a dar a una playa muy agitada por el mal clima, las fuertes olas rompiendo en la orilla de la playa, sobre las arena que yacía mojada. Deteniendo su caminar sobre una húmeda roca al borde de esa pequeña pendiente, miraría a la pequeña bebé por última vez. Observándola a los ojos mientras ésta lloraba a todo pulmón recibiendo decenas de gotas en su frágil rostro, Fernán Morgan le diría: — Eres una bastarda, Azucena. No mereces vivir. No eres mi hija, eres .... ¡La hija del mayordomo! — gritó ahogado en llanto para luego proceder a lanzar con una frialdad inhumana, a esa pequeña bebé al vacío de esa pendiente. Fernán Morgan despertaba completamente sudado sobre las sabanas que vestían la impresionante cama instalada en esa lujosa habitación en la cual viaja a bordo de ese imponente crucero. Obviamente esa pesadilla lo había aturdido haciendo que se agitara muchísimo. Su respiración era acelerada y muy difícil de controlar. Sus cobijas yacían mojadas por ese abundante sudor que emanaba de sus poros. Recostándose nuevamente sobre su suave almohada, agradeció al cielo, que esa horrenda pesadilla hubiera terminado, aunque era bastante claro, que no volvería a conciliar el sueño nuevamente en mucho tiempo por miedo a volver a revivir esas tormentosas imágenes. Era hora de descorchar otra costosa botella de vino para que esta exquisita bebida ayudara con sus mágicos poderes a soportar lo que restaba de esa helada y difícil noche. Amber Wilson. La chica más popular y acaudalada de todo el prestigioso instituto Junh Webster despertaba en un mugriento callejón en el cuál amaneció tirada como si se tratara de un animal sarnoso. Aquel lugar apestaba a heces y orina mal oliente, la jaqueca que la aquejaba era algo fuera de este mundo la basura reinaba en todo ese estrecho sitio. Amber trataba de recordar, ¿Qué diablos le había pasado? ¿Porque se encontraba apenas semi vestida con una delgada bata de baño?, además, no terminaba de comprender porque su entrepierna le dolía de esa manera tan marcada, ¿Porque los moretones en brazos y piernas? ¿Cómo diablos fue que terminó en ese horrible lugar? Ese fluido blanco y viscoso que comenzaba a escurrir desde el interior de su v****a hasta caer al piso, le hizo pensar lo peor. El más grotesco de los escenarios para una mujer.. ¿Había sido violada?, rápidamente sus manos se fueron directamente a cubrir su boca. Amber estaba horrorizada. No podía creer que algo así, le estuviera sucediendo a ella. Era casi impensable que alguien se atreviera a tocar a la hija de el magnate Adán Wilson, pero, aparentemente, todo apuntaba a que su temida sospechas eran ciertas. Repentinamente, al mejor estilo de un flashback, comenzaron a llegar a la mente de la maltratada Amber Wilson, pequeños fragmentos de recuerdos fugaces. En esos diminutos destellos borrosos, podía recordar claramente a los odiados trillizos Morgan llevándola al interior de la mansión Morgan. Todo era bastante claro, esos demonios habían aprovechado cobardemente el estado de intoxicación en el que se encontraba la popular jóven rubia, para abusar sexualmente de ella. Esto debía saberse inmediatamente, su padre seguramente los mataría a los tres, esos patanes merecían terminar en el fondo de una celda en la cual pasaran el resto de su vida pudriéndose como las bestias que eran. Pero al mirar a un costado, pudo ver su teléfono celular tirado junto a ella llevando en su parte trasera una pequeña nota adherida a él. Era un trozo de papel sujeto con una delgada banda de cinta adhesiva. Al principio Amber sintió un profundo miedo por leer el mensaje escrito en ese recuadro de papel. Sentía pavor por saber lo que sea que decía esa infernal nota, sin embargo la curiosidad terminó pudiendo más. La tomó lentamente con sus manos temblorosas para comenzar a descifrar ese agónico misterio. Y si, como lo temía Amber, se trataba de sus malignos abusadores. "Tarde o temprano terminarás recordando nuestra increíble noche de pasión. Solo queremos decirte que tenemos este vídeo en nuestro poder, y si se te ocurre abrir la boca, lo subiremos a internet". Decía esa terrible nota, la cual los trillizos tuvieron la desfachatez de firmar gustosamente con sus nombres. Un horrible escalofrío recorrió la sensual espalda de esa hermosa rubia erizando absolutamente cada poro de su cuerpo mientras caía en el suelo apoyada sobre sus propias rodillas, no podía creer que ésto le estuviera sucediendo. Ahora debía elegir entre destruir su vida públicamente, o solamente hacerlo en silencio cargando consigo todo ese atroz suceso en silencio para siempre. Al mismo tiempo, en la mansión Morgan. Una asustada Azucena bajaba a la cocina por un poco de jugo de naranja. En su memoria, estaban esas terribles imágenes que ella había visto con sus propios ojos la noche anterior. Sus hermanos estaban violando a Amber Wilson y ella era la única testigo de ese horrendo crimen. Luego de servirse un poco de jugo en un vaso, cerraría la puerta de la nevera para mirar con susto como sus tres hermanos trillizos la rodeaban intimidantemente. — ¡Azucena! Hermanita... Tenemos que hablar — dijo irónicamente su hermano mayor Alex mientras jugueteaba con un filoso cuchillo que llevaba en sus manos.
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