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Mi Amor Prohibido

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Sipnosis:

Pelirroja, hermosa, inteligente e inocente. Abigail es eso y tal vez mucho mas.

Descubrirá su sensualidad regresando al lugar del que habia huido, su peor pesadilla, su hogar.

Joseph Grosvernor, es un hombre de veintiocho años de edad, alto, atractivo y por supuesto heredero de toda la fortuna y las empresas Grosvernor. Al ser educado con la idea de conseguir todo lo que desea es irresistible para él no tomar lo más prohibido que alguna vez se le presento en su vida. Y lo que quiere es mantener a cualquier hombre alejado de lo más preciado para él, Abigaíl. Sabiendo que Abigail es su pequeña e indefensa hermanastra no se resiste a los sentimientos que guardo durante varios años al verla de nuevo.

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Prefacio
Intento mirarme en el pequeño espejo de mi maquillaje mientras el taxi avanza lo más rápido que puede debido al tránsito. Tal vez no fue lo correcto, no debí regresar, pero lo hice por mi hermano, después de todo tenía muchas cosas que explicarle, pero después de cuatro años no esperaba que le tomara importancia a mis palabras. Escape de casa por varias razones, me marché a Roma y comencé una nueva vida alejada de todo lo que mi madre quería para mí, pero tarde o temprano tenía que volver y enfrentarme a los problemas del pasado. Podría estar disfrutando ahora mismo de un delicioso vino bajo el sol de Roma. Con ese peculiar aroma que proviene de sus calles, donde se mezcla el olor de la sabrosa comida con el olor a humedad de sus callejones y, sin embargo, aquí estoy. Intentando maquillarme mientras el viento que entra por la ventana del taxi estropea mi simple peinado, el cual solo lo sostiene un moño rosa. Debí reservar un vuelo más temprano, pero no me di el tiempo para hacerlo y ahora sufro las consecuencias de llegar tarde. A pesar de tantos años, he vuelto a la ciudad que un día llame mi hogar, pero así como me fui, regreso con aquella culpa… la culpa que aún cargo sobre mis hombros. Una traición después de todo, no se puede olvidar si nunca pediste perdón. Desearía volver a ese momento, y decirle la verdad. Intentarlo una y otra vez sin importar lo que dijera de mí, sin embargo, no fue así. Al ver a mi hermano en el hotel, llegando justo donde yo esperaba, sentí que mi mundo se caía en miles de pedazos. Nunca supe cómo se enteró de la situación, pero estaba ahí, y al ver salir a mi madre en los brazos de otro hombre, él estalló, pero no con ella, sino conmigo por haber estado en ese lugar, culpándome como cómplice de la traición de su madrastra. Acepte todos los insultos que salían de su boca porque tenía tanta vergüenza de que aquella mujer fuera mi madre. Nunca tuve el valor para decirle por qué me encontraba en ese lugar, y tampoco tuve el tiempo suficiente. Al siguiente día, él se marchó a Francia, con el pretexto de haber aceptado asistir a la prestigiosa universidad que su padre había elegido para él, la misma donde todos los varones su familia asistían. Nunca tuve el valor de ver a mi padre, el hombre que me crio como hija suya a pesar de no compartir la misma sangre. Me fui para no volver a ver a la mujer que me trajo al mundo, al único lugar que pensé sería el indicado para rehacer una vida, una vida que fuera mía, en Roma, pero desde aquel entonces no he vuelto a ver a mi hermano, o más bien debería decir a Joseph. Edmund, el mayordomo de la familia fue quien envió una invitación a mi departamento. No esperaba tal sorpresa, pero después de todo yo pertenecía solo por apellido a la familia Grosvernor y debía estar presente en la fiesta de compromiso de Joseph, el hermano mayor que obtuve cuando mi madre volvió a casarse y aunque no somos hermanos como tal, siempre lo considere así. Al bajar del taxi recitaba en voz baja para mí misma “Ten calma” “Todo estará bien” “Al fin y al cabo es solo tu familia”. Sabía que nadie esperaría mi presencia en aquella fiesta y tal vez no sería bienvenida por mi hermano, pero si ya habían pasado tantos años, quizás aquel rencor hacia mí había desaparecido, pero aun así, mi cuerpo no dejaba de temblar, mi única opción para relajarme fue respirar profundo antes de entrar. La fiesta de compromiso sería en el jardín del club campestre Holding Hougs del cual mi familia es un m*****o Premium, supuse que aquella fiesta seria como todas las celebraciones que realiza la familia Grosvernor. Esperaba una elegante fiesta y así fue. Al llegar al jardín observé a cuantas personas pudieron invitar. La hipocresía de la gente se hacía notar a plena vista, fue una de las razones por las que escape, pero ahora con veintiún años me siento un poco más madura como para soportar falsas sonrisas sin disgustarme. Por supuesto que al llegar nadie me reconoció, ahora tengo una apariencia diferente de la que tenía hace cuatro años. Y además tenía la confianza para enfrentar a mis padres y mi hermano. Al cabo de cinco minutos un asistente me llevo al lugar reservado para mí. En una de las mesas que estaban junto a la entrada lateral izquierda frente a una gran fuente de chocolate y algunos bocadillos. Acomode el vestido que llevaba, el viento alzaba ligeramente la falda y lo arrugaba un poco. Quizás no era el mejor atuendo que pude haber traído a este tipo de fiesta, pero este vestido fue lo único que conserve de la anterior vida que llevaba, además era tan bonito y significativo para mí que era un desperdicio botarlo a la basura. El vestido era corto, y de color blanco, con demasiado tul y una cinta rosa en la cintura, no tenía mangas, pero tenía un bonito prendedor que mi hermano obsequio para mí en un cumpleaños. Ese era el motivo por el cual conserve el vestido. — ¡Mira en lo que te has convertido Joseph!— Dijo un invitado—. ¡Eres todo un hombre! Gire en la dirección en la que había escuchado las voces, mi corazón comienzo a palpitar velozmente al momento de verlo. Mi hermano se encontraba rodeado por varios caballeros, socios de la empresa de mi padre que lo alagaban. Vestía un traje de casimir azul, camisa blanca y una corbata que combinaba con su atuendo, pero había en el algo diferente, algo que no puedo describir detalladamente, había cambiado mucho incluso en su forma de vestir, su cuerpo estaba más torneado que antes y tenía un poco de barba, como nuestro padre. Estaba más atractivo que antes… ¡Realmente atractivo! Sentí un extraño calor sobre las mejillas¿Estaba ruborizada? Desde el día en que lo conocí, nunca note los peculiares dones que la “Bendita pubertad” le otorgo, ahora entiendo por qué tantas chicas querían ser mis amigas e insistían en que las invitara a mi casa cuando asistía al instituto Jones High School. Supongo que la chica con la que se casara tendrá mucha suerte. En cuento a mí, no estaba bien mirar de esa forma a mi hermano. — ¡Ahora trabajas en la compañía de tu padre!—continuo cierto caballero—. ¡Esperamos que el legado de tu familia continúe y que tus futuros hijos también hereden el deseo de continuar con la tradición! —Aún es muy pronto para hablar de hijos—replico mi hermano con una blanca sonrisa. —Es cierto, todavía no se ha casado—dijo mi padre desde lejos acercándose a Joseph tomando su hombro izquierdo dándole una palmaditas para felicitarlo—. Todo a su debido tiempo, pero nunca debes vacilar ante la responsabilidad que cae sobre tus hombros Joseph, muchas personas dependerán de ti y tu trabajo. ¡Oh no!... Mi padre, no esperaba verlo tan pronto y menos tan cerca de mí, pero supongo que si llegara a verme no tendría opción más que hablar con él. —Sé que es mi responsabilidad, pero no hasta que tú te retires—afirmo Joseph Se escucharon risas del grupo de gente que se juntaron con mi hermano y mi padre. Un camarero se me acerco ofreciendo varias bebidas de las cuales elegí un jugo de naranja. Y al pronunciar las palabras “gracias” un caballero se aproximó a mi mesa. — ¡Señorita Abigaíl! Tenía la esperanza de verla, aunque dude mucho que pudiera venir—dijo el caballero, en voz alta que incluso algunas personas a mi alrededor giraron en mi dirección. Sus ojos parecían brillar por mi presencia. Después de verlo durante unos cuantos segundos recordé que era Edmund aunque cuando lo conocí aún era un asistente de mayordomo, pero con los años de servir fielmente a la familia se convirtió en el mayordomo principal. —No digas mi nombre—hice una señal para que nuestra conversación bajara de tono y que mi familia no descubriera que estaba aquí hasta el momento adecuado. —Discúlpeme señorita, pero de verdad es una gran alegría que usted se encuentre aquí—susurro un poco avergonzado de su actitud tan liberal porque después de todo era una fiesta elegante. —Muchas gracias, qué bueno es ver que alguien se alegra de mi presencia, pero aún no entiendo ¿Por qué me enviaste la invitación? —Señorita… No fui yo exactamente quien la envió—dijo tratando de explicar. — ¿A qué te refieres?— cuestione confundida. —Fui yo…—dijo la voz familiar de una mujer acercándose, al mirar de donde provenía la voz, reconocí a mi madre. —De saber que fuiste tú no hubiera venido— dije un tanto enfadada. —Sabía que no vendrías si yo te la enviaba, pero tu padre exigió que estuvieras presente—explico sus motivos engreídos, llevaba un cigarro en la mano como de costumbre y vestía con un atuendo que decía mujerzuela por todos lados. Aunque por ser esposa de un multimillonario nadie la criticaba al menos no en su presencia o en la de su familia.

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