Te Protegeré

Llego a la preparatoria, y no termino de sentarme en mi puesto cuando el profesor me detiene con lo que parece, es pena – Señorita Graham, a la oficina del director – hace una mueca y no tardo en imitarlo, probablemente me suspendan y es una pena perderme esta clase. Tomo las cosas que había dejado en el asiento con anterioridad y salgo ignorando las miradas curiosas y las otras cuantas llenas de burla, definitivamente lo único que me gusta de mi salón de clases con los profesores, me llevo sorprendentemente mejor con ellos que con los otros alumnos. - Tome asiento – obedezco al director y evito formar una mueca, como dije anteriormente, me llevo muy bien con los docentes y mal con mis compañeros, pero definitivamente me llevo muy mal con el director, es un imbécil sin ética ni pedagogía. - ¿A qué se debe su llamado? – intento ser lo más políticamente correcta posible, si llego a casa con un problema mi madre se molestará, y definitivamente ella molesta es lo peor que puedo obtener un miércoles a las ocho de la mañana. - Le he dicho múltiples veces que no permitimos el uso de joyería extravagante, y tampoco el de ese color tan antinatural y llamativo en su cabello – suspiro y evito rodar los ojos, sabía que me llamarían por una estupidez. - En ningún lugar del reglamento se indica del uso de uniforme, así como tampoco dice el uso de los accesorios y del cabello, de la apariencia en general – Hablo imitando lo más posible a mi madre, pues si me dejo ir y digo las cosas del modo que quisiese, lo mando al diablo, y sería su excusa perfecta de sacarme de acá. Este señor parece impacientarse por buscar por donde más j***r, y cuando un rato después de pensar un poco sonríe, sé que ya tiene sus ideas claras, no lo soporto. - Pues déjeme decirle, que, como el director de esta institución, no puedo permitir que siga manchando su nombre, pues su imagen da una equivocada a lo que estas instalaciones representan – abro la boca, pero no decido si estoy indignada o sorprendida. – Queda expulsada, le he dado aviso varias veces con respecto a su imagen, y al no cumplir con ellos me temo que queda fuera. – sonríe y ahora yo estoy furiosa, se acabó la decencia. - Es usted un insolente, expulsándome por eso cuando tengo un muy buen promedio y además nunca me he metido en problemas – me levanto indignada, no vale ni la pena esforzarme por mis derechos, este tipo es un tirano que ni se cómo llego a ese puesto. - Y si se cree que no sé qué hace todo esto por el rechazo de mi madre hacia usted, está equivocado, y pues felicidades, porque la volverá a ver, cuando lo demande – ni siquiera sé si hay un verdadero motivo para hacerlo, pero mamá es fantástica en su trabajo, seguro encontramos algo. El color abandona su horrendo rostro y yo salgo de la oficina tirando la puerta con fuerza e ignorando a la secretaria, esa es otra sin ética que se acuesta con el asqueroso director aun cuando ambos son casados, repugnante. Camino a mi casillero y tomando las cosas termino de salir del lugar, no me cabrea el tener que irme de acá, como dije antes, detesto tanto a esta gente que prefiero a los profesores, lo que me hace hervir en rabia es el motivo, y que vamos a mitad del año y todavía me falta otro para la universidad, y necesito un buen promedio, esto me dificulta todo por lo que he trabajado, maldito mil veces. Llego a casa luego de diez minutos de camino y me encuentro a mi madre saliendo de la oficina, ella me ve bastante confundida y se acerca a besarme en saludo. - Bebé te esperaba más tarde, ni alcance a cocinar ¿qué paso? – me siento en la barra mientras ella comienza a hacer alguna merienda y le cuento, afortunadamente está de mi lado, y juntas decidimos que, sí podemos denunciarlo, y mínimo le sacaremos algo de dinero y de su puesto, sí, somos malvadas, y me encanta. - Bueno, entonces supongo que me toca buscar rápido otra preparatoria para que no te atrases tanto en las clases, igual te quiero estudiando ¿ok? Probablemente a más tardar el lunes comienzas – termina su comida y se levanta, besa mi frente y sigue su camino – Nos vemos para el almuerzo cariño – se pierde en su despacho y no evito un suspiro, dormiría, pero segurísima que no podre, por lo que mejor salgo a dar un paseo. Tomo las llaves de la moto que solo se me permite usar pocas veces, ya que mi mamá es algo miedosa y teme que en algún momento caeré de ella y moriré, sin embargo, la compre luego de trabajar varias vacaciones, por lo que no me la puede quitar o prohibir totalmente, es el premio de mi esfuerzo, por ende, mi bebé, es intocable.  Voy a un centro comercial en donde compro algunas prendas, tanto de vestir como accesorios, y al salir noto la tienda de tatuajes, por lo que me freno unos segundos antes de decidir que definitivamente quiero otra mancha, si mi madre no se molestó por mi expulsión, segura que pega un grito al verme llegar con otro tatuaje. *** - ¿Cómo se te ocurre tatuarte esa cosa toda espiritista? - me pregunta escandalizada por enésima cuando llego a casa, la verdad es que ella odia toda esta clase de cosas, está criada a la vieja escuela, sin embargo, desde hace un tiempo y luego de largas discusiones, debates y peleas, aprendió a aceptar que al final del día es mi cuerpo y haré lo que quiera con él, eso sí, eso no impide que critique todos los adornos que tengo. - No es nada espiritista mamá, es un atrapa sueños – suspiro y tomo del agua que me serví al llegar, ella no supo que salí sino hasta que cerré la puerta de la nevera para tomar algo para refrescarme y notó la gasa que tengo en la pierna, y como predije, soltó un grito apenas vio el tatuaje. - Es horrible – hace una mueca y yo solo ruedo los ojos, ella es difícil. - No madre, a mí me gusta, por eso pedí que lo tatuaran – ella parece tener muchas cosas más que decir, por lo que mejor la interrumpo. – estuviste todo el día en el despacho ¿pudiste inscribirme en algún lugar? – y efectivamente, por el momento deja ir el tatuaje, sé que al final no le importa lo que haga con mi cuerpo si sigo manteniendo un buen promedio escolar y buena conducta. - Si, comienzas el lunes, te quiero estudiando estos días para que no llegues tan perdida – besa mi frente. - Me iré a dormir, estoy cansada, buenas noches – nos despedimos con un abrazo, y mientras yo subo a mi habitación ella se vuelve a encerrar en su oficina, sí, a veces creo que es un poquito dependiente del trabajo.