ROSE Los días y semanas posteriores al evento benéfico fueron ligeramente difíciles, por decir lo menos. Esa noche con Bastian había sido inolvidable; no podía dejar de pensar en ella, imaginarla, incluso soñando despierta con lo que le haría si volvía a encontrarme en su cama. Hipotéticamente, claro. No podía volver a ser tan débil. Agregar la cláusula de “nada físico” al contrato después de aquella noche había sido vital. Y útil, en ese sentido. Nada podría volver a pasar entre nosotros. Éramos solo amigos. Este era un trato contractual, y cuando terminara, tendría que irme. Tendría que aceptar que, en realidad, no era la novia de Bastian, y que debía marcharme. El pensamiento me ponía los nervios de punta, porque había empezado a disfrutar de este arreglo. Vivir con Bastian no er

