ZAYN Debió de ser la vigésima vez que me despertaba esa mañana, lo cual era extraño. Después de que Aria y yo pasamos toda la noche teniendo sexo hasta que nuestros cuerpos se rindieron, estaba agotado y esperaba dormir como una roca durante las pocas horas que nos quedaban en la habitación del hotel antes de tener que hacer el check-out. Pero parecía que no lograba dormir más de quince o veinte minutos seguidos. Cada vez que despertaba, me golpeaban todas las sensaciones de tenerla acurrucada junto a mí o recostada sobre mi pecho. Mi nariz se inundaba con su dulce aroma y todo mi cuerpo se calmaba con la calidez de su piel desnuda contra la mía. La observaba dormir y le acariciaba el cabello, intentando disfrutarlo. Pero el nudo en mi estómago no me dejaba en paz. Al cabo de un rato, m

