UN NUEVO DIA

3566 Words
Esta vez no es la alarma la que termina con mi sueño. Despierto y lo primero que siento es la lengua de Laurence acariciando mis labios de un lado a otro besándome apasionadamente, de tal forma que en cuestión de segundos la firmeza de mi entrepierna se hizo presente. Laurence parecía descontrolada, su boca pasó de la mía al cuello y recorrió mi pecho mi abdomen hasta llegar a ese punto donde cada parte de su boca hizo que mi cerebro explotara con un millón de sensaciones desbordándose por todo mi cuerpo. Terminé en su boca, Después de esto Laurence se puso de pie sin decir ni una sola palabra y se metió a la ducha. Al salir del baño seco su hermoso y curvilíneo cuerpo con la toalla y al terminar la arrojó a la cama de manera muy provocativa dejando a mi vista cada rincón de ella, no podía evitarlo la miraba lujuriosamente como si fuese la primera vez. Buscó su ropa interior en la parte del closet que le correspondía y un tanga rojo carmesí fue su elección, se inclinó para ponérsela de una forma tan sensual que inmediatamente un cosquilleo me hizo retorcer ligeramente. Un brassier rojo carmesí hicieron levantar aún más sus senos que extrañamente eran mucho más grandes el día de hoy. Leggins negros se moldearon a sus torneadas piernas y enorme trasero parecían reventar la tela . Blusa roja con un escote que dejaba descubierta la parte superior de sus senos. Y para culminar zapatillas altas color n***o que le deban un toque de elegancia y sensualidad a la vez, me estaba volviendo loco esta vez quería quitarle la ropa y entrar en su ser una y otra vez, me levante de la cama y justo cuando la iba a alcanzar para arrancar cada prenda de su cuerpo, en ese momento ella se esfumo, creo que el sueño ha terminado bienvenido de nueva cuenta a tu realidad Alesandro, abrí los ojos y Laurence aun dormía, en el reloj despertador sobre el buró eran las 2 de la mañana todavía. Puede que lo que soñé sea el reflejo de mis deseos, tal vez no quiero otra persona, mas bien quiero a Laurence siendo otra persona. Un nuevo día comienza, el sueño que tuve con Laurence despertó mi instinto nuevamente, esa llama que creí extinta aún seguía encendida no con la misma intensidad que cuando decidimos unir nuestras vidas, pero seguía ahí a la espera de ser despertada nuevamente. Laurence me estaba dando la espalda y aún seguía dormida, sus caderas parecían más prominentes mirándola en la posición en la que estaba, lo que me pareció muy excitante y comencé a tocar sus glúteos pasando a su entrepierna frotando una y otra vez sin detenerme hasta que despertó, giro su rostro mirándome de manera extraña, ya que hace meses no hacemos el amor. Toco mi rostro con su mano izquierda como si hubiese pasado días sin vernos, esa mirada de cuando regresas a casa después de ausentarte mucho tiempo, esas caricias sinceras que te demuestran todo lo que hay en el corazón. Pero en este momento ni la caricia más tierna y sincera podían saciar las ganas de hacerla mía, Laurence después de mirarme empezó a tocar partes prohibidas que son capaces de hacerme perder el control, sin embargo para mi sorpresa no me hicieron excitar como yo esperaba y Laurence se dio cuenta de eso. — ¿Que pasa corazón, ya se te fueron las ganas? — Su pregunta me provoco vergüenza por no poder satisfacer esas necesidades que no solo son mías si no de ella también, tanto tiempo sin poder tener relaciones sexuales me hacían pensar que el problema era mío. Laurence paso de las caricias a usar la boca para intentar excitar mi parte intima, pero todo fue en vano. — Quizás es el estrés mi amor. — Dijo Laurence mientras seguía succionando mi m*****o, después de tantos intentos hice a un lado a Laurence y me levanté de la cama. — Perdón, pero no puedo. — — Deberíamos ir a terapia, algo no anda bien entre nosotros. Te amo y para mí no es importante el sexo. Desearía que para mí no fuese importante pero no es así, me dije a mi mismo. — No quiero hablar de eso en este momento. Me voy a dar un baño. — Respondí. — Bajaré a ver si ya está listo el desayuno, ¿se te antoja algo en especial, mi vida? — Dijo Laurence con un tono de voz diferente. —No, gracias. — A veces me siento mal conmigo mismo por reaccionar y contestar de esa manera a las muestras de cariño de mi esposa, pero me cuesta mucho trabajo evitarlo y decirle cosas lindas como las que toda mujer le gustaría escuchar por parte de su esposo. Si bien no soy el hombre más cariñoso eso no me justifica, aunque a decir verdad a ella no creo que le importe mucho. A menudo pienso en lo mucho que debe quererme Laurence para soportarme, pero no creo que sea solo amor, para que una relación funcione tiene que haber también atracción física y a su vez contacto físico en sus múltiples formas, como besos, abrazos, caricias y mucho sexo. Y aunque ya casi no hacemos nada de lo antes mencionado, el vínculo afectivo ya es demasiado fuerte como para que se rompa de la noche a la mañana. Los recuerdos de la primera vez que nos vimos en la universidad llegan sin razón aparente, en esos años gloriosos yo era el típico chico apuesto y popular, mientras ella la chica hermosa, misteriosa y reservada, un misterio que anhelaba descifrar. La atracción se dio al instante y sin poder controlarnos, siempre eh tenido la idea de que la atracción es algo que no puede explicarse con palabras y por consecuencia mientras mejor puedes describirlo, el sentimiento puede que no sea tan real como tú crees. A mis 24 años en esa época, mi experiencia en la conquista y seducción era extensa, pero con Laurence me volví un libro en blanco, en el cual ella comenzó a escribir. Me volvía loco lo difícil que era para entablar una conversación con ella, en vez de alejarme hacía que me aferrara más a su persona, de hecho, recuerdo que mantenía su distancia porque tenía un novio cerca de su casa, con el cual ya llevaba un par de años, pero eso no me detuvo y seguí cortejándola a diario, algo que no le parecía disgustar. Otra cosa que también me parecía atractivo de ella, era la idea de que todavía era virgen y que yo sería el primer hombre en su vida, una virgen en la universidad era tan difícil de encontrar como el santo grial, y todo era mera suposición ya que no me constaba su virginidad, pero yo aseguraba que era virgen por su manera de ser y porque se daba a respetar ante cualquier hombre, incluyéndome. La idea de que perdería su virginidad conmigo me encendía la piel, tiempo después descubrí que mis sospechas eran ciertas Después de tanto insistir en que saliera conmigo, llegó el momento en que ella ya no estaba segura de sus propios sentimientos y decidió terminar con su novio, es extraño no recordar el nombre de quien fue mi contrincante. Al estar soltera igual que yo, comenzamos a salir, nuestra primera cita fue en el cine, algo muy común o mejor dicho el clásico que nunca puede fallar. La memoria ya no es tan fresca eso paso hace 12 años, ya olvidé la película que vimos. Pero lo que si es inolvidable es que la película era tan aburrida que caí dormido durante toda la función y al terminar la función, a Laurence le daba pena despertarme, hasta que con ligeros movimientos en el brazo terminó con mi sueño. Saliendo del cine a ambos nos dio risa el hecho sucedido y en ese momento su risa me sacudió el corazón, esa etapa en la que todo de aquella persona te gusta y quieres seguirla conociendo. Después del cine tomamos un café y a ella le causaba vergüenza comer frente a mí, en cambio yo comía demasiado, polos opuestos se atraen, una ley de la física que aplica en las relaciones personales. Laurence no comió ni tampoco bebió el café hasta que se enfrío. Pensé que cerraríamos la primera cita con un beso, aunque sea pequeño, pero no fue así. Laurence se mantuvo al margen toda la noche y no me dejaba rebasar la distancia que ella marco desde que empezó la cita, como si fuera su regla principal. Pasaron 4 o 5 citas más y no pasaba de tocar su mano, tocar su piel era más que suficiente para mí en esos años. Tenía que dejar esta semblanza para otro momento porque nuevamente el tiempo lo traía en contra mía, en mi juventud creía que lo más valioso que un ser humano podía poseer era el dinero o los bienes materiales, pero que equivocado estaba, ahora me doy cuenta a mis 36 años que lo más valioso que tengo es el tiempo. No me fue muy difícil elegir el color de mi camisa esta vez, debido a que tengo mucha prisa. Y más aún que Laurence gritaba desde el comedor. — ¡Amor!, ya es tarde. Llevaras a los niños o quieres que yo los vaya a dejar. — Algo que odio es que me presionen. — Ya bajo, estoy casi listo. — La misma rutina de todos los días, ni siquiera puedo quejarme porque fue la vida que elegí al casarme con Laurence, bajé las escaleras a prisa ya eran las 7:36 de la mañana. — Desayuna rápido amor, te va a hacer daño irte con el estómago vacío. — — No gracias, ya es tarde. Nos vemos al rato, corran niños tomen sus mochilas. — Pude sentir la mirada triste de Laurence sin ni siquiera voltear a verla, pero no importo. Mientras conducía en camino a la escuela pensaba en contratar un chófer que lleve a los niños a la escuela y vaya a recogerlos. Si, afortunadamente el dinero no es el problema, no entiendo porque no lo hago, de hecho, no se me había ocurrido. Sentí un vacío en el pecho cuando me di cuenta de que estaba pensando en voz alta y los niños estaban escuchando todo. — ¿Porque no quieres llevarnos a la escuela p**i? —Dijo Leonardo el más pequeño. — No, para nada solo estaba jugando Leonardo. — Santiago: — Papá no parecía que estabas jugando, se escuchó que era enserio. — Sus comentarios me dejaron sin palabras, por el retrovisor estaba mirando a las 2 razones por las cuales un chófer no los lleva a la escuela, es la única actividad que realizo con ellos y los únicos 30 minutos que les puedo recordar que tienen un padre que los ama. Son muy listos para engañarlos y me costará trabajo convencerlos, llegamos a la escuela. — Que tengan buen día niños los amo. — Pero no dijeron ni una sola palabra y bajaron del auto, ambos son cómplices fraternales, espero y no le digan nada a su madre de esto. Después de asegurarme que ambos entraron con bien a la escuela seguí la ruta de todos los días a la empresa, pero antes tengo que pasar a desayunar, no es sano estar con el estómago vacío por la mañana y además eso me pone de mal humor. Maison kayser es el único lugar decente que queda de paso en la ruta, una parada de unos 40 minutos que es muy necesaria. No suelo comer fuera de casa o fuera de la oficina, de hecho, es la primera vez que vengo a este lugar, parece buena hora para venir a desayunar porque no hay mucha gente, así que no tuve que esperar mi turno y entre directamente a una mesa pegada a una ventana muy grande con vista hacia el jardín. — Muy buenos días, le entrego la carta y en un momento regreso a tomar su orden. ¿Café americano para empezar está bien? — — Hola buenos días, ¿cuál es su nombre disculpe? — — Renata. — Me gusta llamar a las personas por su nombre y más cuando se trata de una mesera atractiva, no es muy joven ni muy guapa, parece ya madura y a pesar de que no tiene una gota de maquillaje salvo rímel, luce muy bien, no necesito ser adivino para saber que cuida muy bien su piel porque era hermosa. Además de que es amable y su voz es elegante y educada. — Renata, puedes traerme un café expreso sin azúcar por favor y un sobre de fruta del moje. — — Perdón señor, no tenemos fruta del monje. Me imagino es algún tipo de edulcorante, solo tenemos Stevia. — — Si, Stevia por favor. — — En un momento. — Revise la carta y no había nada que se me antojara para el desayuno, quería algo no tan pesado ni tampoco tan ligero, creo que un sándwich de salmón ahumado, pepino y mostaza, suena delicioso. El servicio era muy rápido, Renata regresó con mi café y una charola con variedad de pan de dulce, la cual desprendía vapor ya que seguramente apenas habían salido del horno. — Su café señor, ¿gusta algún pan para acompañar? — — Que linda pero justamente voy a pedir un sándwich y si como otro pan serán muchos carbohidratos, es un pecado para mí. — Respondí con un tono de voz coqueto. — No se preocupe, tenemos opciones sin harina de trigo, sin huevo, sin leche y sin azúcar. Este panque de zanahoria por ejemplo está hecho con harina de almendra y endulzado con azúcar de dátil. — — Me tienes sorprendido Renata, conoces muy bien la elaboración del pan y eres una excelente vendedora porque me acabas de convencer. El panque de zanahoria está bien. — Ella solo sonrió y sus mejillas se ruborizaron. — Perfecto, ¿y su orden? — — Sándwich de salmón ahumado, pepino y mostaza, y también estaría perfecto fruta con miel de agave por favor. — — Enseguida regreso con su orden. — El panque de zanahoria aún estaba caliente y suave, era una delicia y sin tener culpa por comer una pieza de pan, Renata tenía toda la razón. Pasaron unos 10 minutos cuando Renata ya venía de regreso con mis platillos. — Aquí tiene y que tenga buen provecho. — — Te agradezco mucho Renata, eres muy atenta y amable, disculpa el atrevimiento, pero tienes una piel muy bella, ¿qué usas? — Renata inmediatamente se sonrojó de nuevo, era de piel blanca y aunque quisiera no podía ocultarlo. — Solo cremas y un aceite que es originario de mi país. — — ¿Que aceite?, lo sabía tú acento me parecía peculiar, déjame adivinar. ¡Colombia!, pero ya no lo tienes tan marcado por tu estadía en el país seguramente. — — Si, adivino. — Dijo Renata aún con las mejillas sonrojadas. — Me encantan los acentos de otros países, en especial los latinoamericanos. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí? — — 15 años. — — Entonces tendrías como 15 años cuando llegaste a México, porque te ves muy bien conservada. — — No, tenía 30 años. — Respondió Renata, lo sabía, es una mujer madura. Nunca me equivoco cuando se trata de esto. — Estoy aún más sorprendido Renata, te ves muy bien. — — ¿Usted cómo se llama? — Su postura cambio por completo, sumió el vientre, saco su pecho y paro los glúteos, dejando ver que tenía unas curvas muy prominentes. — Alessandro. — — Un nombre muy bonito señor. — — Pero no me hables de usted, ni tampoco me digas señor. ¿O acaso me veo muy viejo? — — No para nada, ¿32 años quizás? — Renata empezaba a interesarse en mí, primero centre la conversación alrededor de ella y ahora quiere saber más de mi sin que yo diera pauta a ello. — Casi, casi le atinas. — Respondí sonriendo. — ¿30.? — — 36. — Dije mientras sonreía ampliamente, sin querer elevo mi ego un par de metros más. Renata se dio cuenta de que estaba interrumpiendo mi desayuno, pero tenía ganas de seguir charlando. — Dejo que desayunes Alessandro, quizás después puedas venir cuando esté a punto de terminar mi turno. — — Me encantaría coincidir contigo en otro momento y sobre todo en otro lugar. — Renata tomo su pluma y una nota en las que escribe las órdenes y escribió su número telefónico, dejándolo discretamente en mi mesa. — Trata de no llamar después de las 5 de la tarde por favor, buen provecho Alessandro. — Este tipo de situaciones las disfruto tanto, porque no todo termina en tener relaciones sexuales y es mucho mejor ya que le doy rienda suelta a mi imaginación y es mucho más placentero. Aunque debo confesar que me encantaría tener a Renata en mi cama. Termine de almorzar y me levante de la mesa dejando tres billetes de 500 pesos y salí del lugar sin mirar a Renata, dejándola con la intriga de saber más de mí. Lo que parecía ser un nuevo día común y corriente se convirtió en un día con infinitas posibilidades de hacer algo nuevo y diferente en el momento que menos te lo esperas. Conduje de nueva cuenta al trabajo, el cual ya se encontraba a menos de 15 minutos de camino. Estacione mi BMW I4 M50 en el lugar que tengo reservado, el cual está muy cerca al elevador, subí al piso 2 que es donde se encuentra mi oficina. Me encanta cuando llego, porque todo el mundo en la oficina deja de hacer lo que sea que estaban haciendo para fingir que están apurados con sus deberes, creen que no me doy cuenta, pero soy lo suficientemente perceptivo para detectarlo. A quien se va cruzando en mi camino le doy los buenos días y a todos en general, antes de llegar a mi enorme oficina se encuentra el escritorio de Carolina, mi asistente, la cual ya lleva trabajando conmigo alrededor de 6 años. — Buenos días, señor Alessandro. — Tanto tiempo trabajando juntos y no rebasa la delgada línea entre el trabajo y la amistad. — Buenos días Caro, ¿pendientes? — — Ya están todos en su escritorio ordenados de acuerdo con la prioridad. — — Muchísimas Gracias Caro, los voy a checar. — Dije mientras giraba la manija de la puerta, mi oficina era el único lugar de todo el edificio que va con mi personalidad y esto gracias a que Laurence se encargó de la decoración, haciéndolo todo a mi gusto y preferencias. En el piso mando a poner mármol de la mejor calidad color gris, paredes color blanco, una lámpara minimalista con un diseño peculiar que no entendía, iluminaba el lugar, el escritorio medía 3 metros de largo y era de madera en color n***o con las patas de aluminio cromado, una silla muy confortable hecha de piel en color n***o al igual que el escritorio con el respaldo muy alto, un par de sillas de igual manera tapizadas en piel para las visitas, del lado derecho un librero y al fondo un ventanal el cual no tenía la mejor vista y un loveseat. No era la oficina más lujosa, pero tenía algo que me hacía sentir muy cómodo y no solo a mi si no a todos los que entraban. Antes de revisar los pendientes, encendí mi IMAC para revisar el correo electrónico y al parecer no había nada relevante más un par de autorizaciones que estaba solicitando el área de compras. Aprobé todas y las reenvíe, cerré la ventana y abrí el portal de noticias del día de hoy. Nunca puede faltar las fotos de mujeres en lencería o ropa interior anunciando descuidos y sus nuevas fotos sensuales en **, inconscientemente se te va formando esa idea de la mujer perfecta, que debe ser alta, con senos grandes, glúteos grandes y con maquillaje abundante, a la mayoría d ellos hombres les gusta fantasear con esas imágenes o de lo contrario no serían tan populares en Internet. En mi caso prefiero las cosas reales. Y pasa lo inevitable, mi cabeza empieza a imaginar escenas de películas pornográficas en las que los protagonistas somos Renata, Zafiro y yo. En este momento eh perdido el control de mí mismo, ¿porque no experimentar con una prostituta?, la respuesta más simple y obvia sería porque estoy casado. Pero esto va más allá, lo estoy haciendo por el bien de nuestro matrimonio, quiero experimentar y probar cosas nuevas para descartar que es lo que en realidad no quiero. A estas alturas de mi vida debería ir olvidando lo que es políticamente correcto, esta sociedad ya no es como era antes, ahora es más liberal y debemos adaptarnos a ella. Salí de nueva cuenta de la oficina y de reojo pude sentir la mirada de Carolina. — Tengo que salir, termina mis pendientes por favor. Confío en ti. — Bajé nuevamente por el elevador hasta el estacionamiento y subí al auto. Me dirijo hacia el lugar donde Zafiro ofrece sus servicios, esta vez espero no huir de lo que es inevitable y urgente.
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