Prefacio
El pasado nunca desaparece del todo. Para Loraine Grayson, esa era una verdad dolorosa e ineludible. A pesar de la distancia que había puesto entre ella y los oscuros recuerdos que una vez la ataron, su corazón aún llevaba las marcas de una tormenta que parecía interminable.
Había llegado a Londres buscando un nuevo comienzo, un lugar donde los errores y los miedos no pudieran seguirla, donde los ecos de una relación rota y peligrosa se perdieran en el bullicio de la ciudad. Sin embargo, el pasado tiene una forma peculiar de infiltrarse en los momentos más silenciosos, como un espectro que se niega a desaparecer. En la soledad de su pequeño departamento, los recuerdos de Lion, el hombre que alguna vez amó y luego temió, la envolvían como una sombra que se resistía a dejarla avanzar.
Lion no era el caballero que prometió ser. Bajo su fachada de dulzura y protección, se escondía un abismo de secretos y violencia. Cada mirada que compartieron, cada promesa que él hizo, ahora se sentían como trampas bien tejidas. Loraine había sido atraída por su encanto, solo para descubrir, demasiado tarde, que su amor se había convertido en una jaula. Escapar le costó lágrimas, dolor y la necesidad de renunciar a todo lo que amaba, dejando atrás su hogar y a su familia. Ahora, en una ciudad que no le debía nada, Loraine trataba de reconstruir los pedazos rotos de sí misma. Londres le ofrecía oportunidades y un refugio seguro, pero el miedo continuaba acechando en las esquinas de su mente.
Mientras intenta aferrarse a la promesa de un futuro más brillante, una pregunta se repite en su interior como un eco doloroso: ¿Puede alguien realmente escapar de su pasado, o las cicatrices que este deja son simplemente una nueva forma de prisión?
Con cada paso que da, Loraine sabe que tendrá que enfrentar esas cicatrices. Porque cerrar las heridas no es suficiente. Tiene que recuperar el control de su vida, desterrar el miedo y demostrar que, aunque las cicatrices perduren, no tienen por qué definir quién es.