Eduardo Peldaños se me queda viendo, se acerca más a mí, me pega contra la pared y eso me vuelve loca, su boca esta casi pegada a mí, pongo mi mano en su cuerpo, dirigiéndome a su corbata, jugando con su corbata, mientras la mirada de el me ve fijamente a los ojos, casi me muero allí mismo, toma una de mis manos, se la retiro.
—Te haces la difícil —me dice en un tono sensual.
—Pues si —le digo de forma sutil.
—¡Estuviste llorando! Ada —me dice Eduardo Peldaños.
—No —le digo cortante.
—Ummmmmmmm —se queda pensativo.
—¿Qué pasa? —Pregunto intrigada.
—¿Quién te lastimo? —Me pregunta.
—Nadie —niego con mi cabeza.
—¿Segura? —Pregunta.
—si —respondo.
—Conmigo no tienes que fingir, yo sé que estas triste —me dice con ojos brillosos.
—¡No!, No sé po
