Elara Montesinos
Sentí el papel grueso y pulcro del sobre entre mis dedos, se sentía tan fuera de lugar en la atmósfera pegajosa del camerino como el hombre que lo había enviado, ignoré la mirada curiosa de la mesera, guardé el sobre sin abrirlo y me quité el brillo del escenario, al vestirme con mi ropa gris y discreta, Elara la bailarina se disolvió y regresó la guardiana, regreso la hermana mayor que solo pensaba en una sola persona que cuidar y proteger.
Mi verdadero yo no habitaba en el club sino en un pequeño apartamento al otro lado de la ciudad, en un barrio donde la noche no eran silenciosas y la gente se levantaba temprano, ahí vivía Lía mi hermana pequeña.
Lía era doce años más joven que yo, una niña de nueve años que tenía el deslumbrante privilegio de la ignorancia, ella creía que yo trabajaba en una "tienda de regalos" que tenía horarios nocturnos muy extraños, lía creia en las clases de ballet que tomaba, en los libros de texto limpios de su escuela privada y en la promesa de un futuro donde las dos no tendríamos que seguir en este lugar en el que yo había crecido.
Lía era mi razón, ella era el único trozo de mi vida que había logrado proteger de la oscuridad.
Al llegar a casa, entré con un silencio aprendido, revisé su cuarto para asegurarme que ella estuviera bien y ahí estaba dormida sin que nada la mortificara, sin que nada la hiciera llorar cada noche y solo entonces en la cocina a la luz del tenue bombillo abrí el sobre, dentro había cinco fajos de billetes y una tarjeta con la dirección de una torre de oficinas y una hora.
"Mediodía del día siguiente.
El precio es negociable, pero la respuesta no lo es, te espero.
Alexander"
Entendí que estaban comprando una cita, debía ir a ese lugar, no iría devolvería el dinero y trataría de mantener mi integridad y mi dignidad pero cinco mil dólares, era suficiente para pagar cinco meses de la matrícula de Lía o el depósito para sacarnos de este horrible lugar y que lia al fin estuviera en un lugar bonito, este era el dinero de la desesperación, la carnada que solo una persona con responsabilidades de vida o muerte podría tomar.
Me hundí en la silla, si ese hombre solo quería comprar mi presencia, si solo quería sacarme de su cabeza ¿podría ser este un dinero extra? Aceptar significaba cruzar una frontera peligrosa, pero rechazarlo significaba seguir en el alambre con Lía justo debajo.
Busque mi celular lo más rápido que pude y coloqué la dirección que estaba en el sobre, rápidamente ví que era una oficina eso me daba algo más de seguridad, ahí no podría hacerme nada ¿Verdad?
Suspiré.
¿De verdad haría eso?
Con la mano temblándome sobre los billetes, tomé mi decisión, por Lía, jugaría el juego de Alexander.