Elara Montesinos
El sol de la mañana era un reflector sobre mi disfraz, había dejado a Lía en la entrada de su escuela, inventando la historia de la "entrevista de trabajo" la veía mezclarse con los otros niños y me preguntaba cuánto tiempo más duraría mi castillo de naipes.
Ella vivía una vida que yo jamás había logrado vivir, le estaba dando la mejor educación porque no quería que ella terminara como yo, quería para ella un mejor futuro, deseaba para ella que estudiara una gran carrera y que jamás tuviera que pisar un club nocturno.
Camino nuevamente hacia la parada de autobuses estaba un poco de lejos de la escuela, aunque no era la escuela más lujosa era una costosa así que no había paradas de autobuses cerca, cada padre o representante tenía un auto para movilizar a sus hijos.
Caminé al menos 10 o 15 minutos hasta la parada de autobuses para mi suerte había un autobús ahí así que rápidamente me subí, mientras el autobús se acercaba al distrito financiero, saqué el billete de la parada, me miraba las manos por mucho que las frotara siempre olían a limpiador barato del club y a esa mezcla agridulce de perfume rancio y humo
¿Quién era yo?
¿Una chica de veinticuatro años, con ropa gastada, caminando hacia un magnate que controlaba el horizonte?
Cinco mil dólares por una reunión la cifra era un insulto y una promesa, me repetía como un mantra que él solo quería hablar que en una oficina no habría contacto, pero en el fondo la voz en mi interior preguntaba ¿Por qué pagar tanto por mí?
La torre de Vance Global se alzó frente a mí, acero pulido y cristal, la asistente me condujo al ascensor privado era más grande que la sala de estar de mi apartamento, cada piso que ascendía me separaba más de Lía y me acercaba a la pesadilla.
Apenas entré a la recepción del piso solo con decir mi nombre la chica que ahí estaba me llevó frente a una oficina y se fue con miedo
Me pregunté ¿Cómo era el? Toqué la puerta suavemente con la mano temblando.
— Adelante— Su voz era dura
al adentrarme detalle la oficina, era una declaración de poder implacable un espacio de cristal con la ciudad postrada a sus pies, me obligué a no sentarme permanecer de pie era mi única defensa.
Alexander Vance estaba de espaldas a la ventana cuando se giró, su presencia fue un golpe, calculé que era un hombre de treinta y tantos años, llevaba un traje impecable una mirada que no te analizaba te poseía, era formidablemente y atractivo pero su aura no era de seducción, sino de control total.
—Gracias por aceptar mi invitación, Elara —dijo, la pulcritud de su voz era casi irritante.
No me sorprendió que supiera mi nombre real, después de todo yo estaba llegando a él sin máscaras, sin nada que cubriera mi verdadera identidad.
—Cincuenta billetes de cien dólares es una invitación difícil de rechazar —respondí, intentando proyectar confianza.
Él sonrió, un movimiento breve.
—Seamos directos. Mi interés es simple. Desde que te vi bailar, no he podido sacarte de mi cabeza. — Debo admitir que realmente me sorprendió su honestidad— Es una obsesión que tengo que calmar.— Se acercó a su escritorio, su sombra cubriéndome.—No quiero una "cita" quiero tu tiempo, tu exclusividad, quiero que seas mía por un tiempo, quiero que seas mi sumisa, mi propiedad temporal a cambio te daré la libertad que nunca pudiste comprar, un contrato, un millón de dólares.
Me quedé congelada la palabra "sumisa" me golpeó con una violencia total, la ofensa era absoluta; la humillación, monumental.
¿Cómo se atrevía a decirme eso?
¿Cómo se atrevía a querer comprarme como un maldito objeto?
Aunque supongo que para los hombres cada noche eso era, un objeto que mirar y que apreciar.
—Me ofende, Alexander —dije, luchando por mantener la compostura—. Pensé que pagaba por una reunión, no por prostitución disfrazada de contrato— Fui clara en un intento de mantener mi dignidad intacta — ¡No soy su propiedad ni mucho seré su juguete!
—No eres una prostituta, Elara— mi nombre en sus labios sonaban... Difícil de explicar— Eres mi obsesión y mi obsesión tiene un precio que te sacará a ti y a Lía del lugar en donde están Alexander no me dio tiempo de reaccionar a la ofensa empezó a desgranar la lista y cada palabra era un arma diseñada para destruir mi resistencia—Sé el sacrificio que haces por Lía — ¿Cómo sabía de ella? ¿Por qué sabía el eso?— sé que merecen más que ese barrio en donde están obligadas a estar, mi abogado comprará un apartamento a tu nombre en Riverwood, se pagarán los gastos de por vida en la Academia Saint Jude, la mejor escuela del estado, su educación estará asegurada hasta la universidad ¿No es eso lo que quieres para ella? ¿Una vida privilegiada y sin carencias?— Luego vino el golpe final, el que me hizo tragar mi dignidad—Sé de las deudas que heredaste de tu madre y sé que estás pagando a cuotas el gasto de su funeral aún luego de 6 años, pero todo se liquida, mañana no volverás a tener una sola deuda en tu vida
El aire se me fue de los pulmones me ofrecía la redención de mi madre.
Había sido tan difícil durante estos años y hacerme cargo de cada una de las deudas que mi madre había tenido, cada una de las deudas que mi madre me había heredado, cada mañana pensando qué deuda debería pagar primero, atrasándome y generando intereses que me imposibilitaban poder avanzar y liquidar cada una de mis deudas.
Él estaba poniendo las cartas sobre la mesa mi desdicha y cómo cada uno de mis problemas podían ser solucionados y solo aceptaba su propuesta
¿Sumisa?
Era solo una palabra diferente para decir prostitución, acostarme con un hombre completamente desconocido solamente para que él resolviera mi vida.
No podía hacer eso, sería para mí era un sacrificio bailar semidesnuda frente a muchísimos hombres ¿Cómo podría permitir que un hombre como él tocará mi cuerpo?
Sentí un gran nudo en la garganta, las ganas de llorar eran inevitables.—Mi discreción garantiza la seguridad de tu hermana —murmuró.La gran pantalla detrás de él se encendió no eran solo fotos del club eran imágenes de mi rostro sin maquillaje, cansado, sin la máscara de bailarina y lo que más me heló la sangre una foto borrosa de Lía saliendo de la escuela.—Tengo más que fotos en un escenario... Tengo tu vida —dijo con calma el chantaje era total, me imaginé enfrentándome a Lía, diciéndole la verdad, me imaginé su rostro de decepción mirándome, dándose cuenta que yo realmente no trabajaba en una tienda, dándose cuenta de todo lo que yo hacía, destruyendo su inocencia por completo, destruyendo esa enorme castillo que había construido para ella, una vida sin preocupación como debería tener un niño de su edad—. Yo guardaré tu secreto para Lía pero a cambio serás mía por el tiempo que mi obsesión lo requiera.
La furia y el terror se mezclaron miré al hombre que tenía delante atrayente y cruel
No tenía derecho pero yo no tenía opciones, el hombre se había encargado de obtener toda la información sobre mi vida para tener las cartas siempre a su favor.
—¡No! —grité dándome la vuelta y con la voz quebrándose—. ¡Me iré! Me las arreglaré sola no voy a firmar nada! ¡No soy ni seré nunca su maldita sumisa!
Caminé hacia la puerta, mi dignidad destrozada, mi rabia intacta, iba a huir, iba luchar contra la realidad a ignorar la lista de la redención.
No iba a firmar mi sentencia.
Podría tomar el dinero que tenía y mudarme a otro lugar en donde pudiera empezar desde cero, las ingenierías para mandar el dinero de las deudas, para inscribir a Lia en otra escuela, ya había comenzado de ser una vez y podría hacerlo de nuevo.