Capítulo 2

1168 Words
Al parecer alguien abrió las cortinas porque siento la luz del día golpear en mi rostro obligándome a abrirlos, con calma, para acostarme a la claridad. 'Dios, creo que me pasó un tractor encima' Pienso antes de sentarme. Sintiendo mis musculos adoloridos y observo la habitación dándome cuenta del desastre que hicimos anoche. - ¡¡AAAHH!- grito ante el susto causado por un extraño. Siento como si un rayo me atravesara ante la sorpresa y el susto al ver un par de ojos azul hielo observarme con intensidad e intriga. Sus cejas oscuras están levemente fruncidas y su perfecto y cincelado rostro no muestra ninguna emoción. Mi corazón se acelera increíblemente ante la incertidumbre de saber qué hace aquí. 'Dios, este hombre quién será y por qué estará aquí' '¡¿Por qué dejaría Jonathan entrar a alguien a la habitación?!' '¿¡Y si sube alguien y nos ve así?!' - No temas, no te harán nada- pronuncia como si leyera mi pensamiento-. Ahora eres mía y nadie se atreverá a tocar algo que es mío- me estremezco al recordar esa misma voz susurrar durante la noche. 'Por eso sonada algo diferente, no era Joni' Gracias al cielo' menciona mi conciencia más tranquila. - ¿Quién es usted y qué hace aquí?- me obligo a cuestionar temiendo que confirme me sospecha. - Soy Sebastián Hayes y esta es mi habitación- responde y su voz grave hace que mi corazón se acelere. Trago el nudo en mi garganta porque sé lo que eso significa. Lo observo detenidamente y noto que es un hombre joven y realmente apuesto. Está sentado en un sillón en la esquina de la habitación del lado derecho cerca del gran ventanal con una pierna sobre la otra, un brazo sobre el sillón y la otra se sostiene del codo con la mano en su mentón. Solo trae sus pantalones de pijama dejando su dorso al descubierto permitiendo ver su bien esculpido abdomen y sus brazos musculosos. Su piel de porcelana contrasta a la perfección con su cabello oscuro como la obsidiana el cual está ligeramente desordenado y eso lo hace ver aún mas sexy y atractivo. Su rostro es simplemente perfecto, tiene pomulos marcados, nariz recta y perfecta, labios grueso y rosados, mandíbula perfilada y masculina con una ligera barba de tres días bien recortada y cuidada al estilo Jamie Dorman. 'Es la masculinidad en persona' Ahí otro balde de agua cae sobre mí. 'Jonathan no tiene barba' Golpeo mi frente mentalmente ante ese detalle que me encantó sentir anoche bajo la llena de mis dedos. 'Espera..., dijo... Sebastián ¿Hayes?' ¡¿El tío de Jonathan?! Agrando los ojos nuevamente al analizar su apellido. - Usted es...- enarca una ceja y paso saliva al verlo ponerse de pie permitiéndome admirar su belleza contra la luz que se filtra por la cortina y me doy cuenta que es más alto y fornido que Joni. Salgo de mis pensamientos al escuchar su voz otra vez. - Creo que las formalidades ya no funcionan con nosotros- menciona al sentarse en la cama y quedamos frente a frente. Levanta su mano acercándola para acomodar un mechón de cabello atrás de mi oreja y desliza sus dedos por mi mandíbula hasta llegar a mi mentón el cual sostiene entre sus dedos antes de hablar. - Ahora eres mi mujer y debes acostumbrarte- su profunda y sensual voz suena con una tranquilidad que me gustaría tener ahora al confirmar que sí me entregué a él. Mojo mis labios y paso saliva con dificultad ante el calor que sus palabras me provocan. 'Su mujer' - Yo... Debo irme. Alguien puede venir y...- demasiado tarde porque alguien toca la puerta. Agrando mis ojos mirando el azul tan claro de sus ojos sintiendo mi corazón a punto de salirse de mi pecho. - ¡¿Quién?!- su voz suena fuerte y malhumorada. - Soy yo, señor- otra voz masculina responde. Sebastián me mira y frunce el ceño. Se levanta y busca algo hasta que encuentra su camisa. Regresa y se sienta de nuevo frente a mí. - Ven. No quiero que vean lo que es mío- menciona pasando su camisa por mis hombros. Arrugo el entrecejo antes de observarme y darme cuenta de que mis generosos pechos están descubiertos delante de él. - Adelante- dice sin dejar de mirarme y yo bajo la cabeza escondiendo la vergüenza y la incomodidad de haber estado desnuda frente a él. - Señor. Es hora, el área está libre- informa. - Bien, sigue vigilando- contesta antes de que cierre la puerta. - Debes regresar a tu habitación- comenta antes de ponerse de pie-. Te veré pronto- agrega antes de girar y caminar directo al baño. Una vez que se a ido me pongo de pie sintiendo las piernas como gelatina así que me tomo unos segundos para alejar la incomodidad de mi entrepierna. Me pongo la braga al verla a un lado y estiro lo más que puedo la camisa antes de tomar la caja de la lencería, el vestido (que es algo estorboso pero debo llevarlo por obvias razones) y los tacones. Salgo deprisa y camino con algo de molestia hasta el otro extremo del corredor hasta llegar a la habitación. La cual está perfectamente decorada para una pareja de recién casados. Lanzo el vestido a un lado de la cama y desordeno todo antes de que sospechen que no dormí aquí. Incluyendo a Jonathan. Me quito la camisa y la escondo para despues lavarla y entregársela. Veo mi pequeña maleta y saco mi pijama. Escucho que tocan la puerta ligeramente y me sobresalto. - Gabriella, soy yo, Jonathan. Abre- dice en tono bajo pero apresurado. Me relajo y me coloco rapidamente mi pijama de ositos antes de abrir. - Creí que era tu madre- menciono al cerrar la puerta. Volteo a verlo y tiene el ceño fruncido y observo mi brazo izquierdo. - ¿Alguien te lastimó?- me mira a los ojos y trago saliva luego de ver las marcas de las manos de Sebastián. 'Joder con este hombre. Tan fuerte me agarró y yo no dije nada' - Ah, eso... ¡Fue Joseline! que me apretó de más. Ya sabes lo efusiva que llega a ser cuando algo la emociona- río nerviosamente. - Mmm, ya veo- se queda pensativo pero no sigue cuestionando y lo agradezco. 'No puede saber que pasé la noche con su sexy y grandioso tío' Muerdo mi labio de un lado cuando la imagen del cuerpo de Sebastián se proyecta en mi mente y reprimo las ganas de gemir. 'Por eso todo fue diferente' 'Su tacto y su aroma' 'Pero... me agradó demasiado que...' Me asusto ante ese último pensamiento que ni me atrevo a terminar. En eso, vuelven a tocar la puerta sacándome de mis recuerdos. - Chicos, cúbranse, voy a pasar- menciona cantarina la madre de Jonathan. Nos observamos sorprendidos antes de escuchar como giran la manija de la puerta y... . . .
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