Agarré mi móvil y marqué a Hellen, la más empleada leal que poseo.
—¿Dime? ¿Lo has conseguido? —le pregunté, antes de escuchar su voz decir “Aló”
—Sí, tengo su dirección y... —hizo una pausa, la paciencia no es una virtud en mí.
—¿Y qué? Habla de una vez. —eleve la voz.
Hellen suspiró.
—Luego te digo, hay algo que debes saber —expresó sería, ella solo usa ese tono áspero y frío cuando las cosas salen mal.
—Como digas Hellen, ¿Solo dime si debo preocuparme? —pregunte impaciente.
—Sí. —respondió y colgué apretando fuerte el teléfono.
¡Maldición! Detesto que las cosas salgan mal, ¿Qué será lo que me tiene que decir? ¿Realmente tiene que ver con el trato? ¡j***r! No puedo perderlo.
****
Renata
¡Dios mío! ¿Hasta cuándo?
He colocado folletos en todas partes y nada. De nada. Me encuentro desempleada hace semanas y a pesar de que he puesto volantes por toda la ciudad, la única persona que me ha llamado hasta los momentos es mi mamá ¿Y...? ¿Adivina para qué? ¡Sí! Para saber si he estado desayunando.
—Sí... mamá, comí todo el desayuno esta mañana—hablaba con ella por el móvil mientras miraba la televisión acostada en el sofá.
—¿Segura, Reni? ¿No me estás diciendo mentiras? —Ella siempre me dice Reni de cariño y sinceramente adoro que lo haga.
—No má... No te estoy mintiéndote—giré mis ojos—Me he comido todo mi cereal y jugo esta mañana, estuvo muy delicioso, créeme—dije riendo un poco. Suspire. Dure una hora hablando con mi madre sobre papá y mis abuelos. Me contó que la tía Patricia ganó en la Feria del Pueblo por tener la calabaza más grande, y también me comentó sobre mi primo Rob, que ganó una beca para estudiar en Alemania.
«Me alegra que a todos les este yendo bien » pensé.
Tiempo después me quedé dormida viendo la televisión, hasta que el irritante sonido de "Call Me Maybe" de Carly Rae Jepsen como mi tono de llamada me despertó.
¡Rayos!
Cogí el móvil desesperada.
—¡Sí! ¿Aló?
—Buenos días señorita Renata Masson, estoy llamando porque he visto uno de sus anuncios, ¿Quisiera saber si está disponible ahora?—Quedé congelada, no tenía fe que los folletos fueran a funcionar, además esa voz tan imponente de clase alta me sorprendió. —¿Aló? ¿Sigue ahí, señorita Masson? —preguntó la mujer al no escuchar ninguna respuesta de mi parte, me había quedado completamente muda, estaba sumergida en mi mente tratando de descifrar si era real.
—¿Señorita...?—gruño molesta.
—¡Oh! Sí, sí, disculpe, aquí sigo—reaccioné y sonreí—Bueno, déjeme y revisé mi agenda... Últimamente estos días he estado muy ocupada—mentí, últimamente estos días he estado viendo la televisión y con ganas de suicidarme, luego de dos minutos en hacerme la interesante le di una respuesta. —Ya he revisado, y estoy full pero abriré un espacio para usted—expresé muy deprisa—¿Me puede dar la dirección donde tendré que limpiar? —pregunté. ¡Dios! Por fin podré pagar mis deudas.
Me encontraba eufórica de alegría, el corazón latía velozmente, la dopamina y las endorfinas se liberan al final de mi cuerpo, y una sonrisa se desplegó por todo mi rostro. Era más que obvio que mi emoción se quería dejar sentir.
Al fin encontré un empleo, al fin podré pagar todas esas deudas que me carcomen mis sueños.
Suspiré aliviada y feliz.
—¡No!—ese “no” fue tan frío que me apago por completo.
—¿No? Disculpe no la entiendo.—pregunté confundida, ¿Por qué mierdas dijo que no?, se supone que debe darme la dirección a donde debo ir a trapear ¡¿No?!
—Creo que si logro comprenderme, señorita Masson. He dicho que no le daré ninguna dirección.—me congelé.—Mandaré a alguien por usted.—Dijo cortante. La seguridad con que la mujer se expresaba era intimidante, pero en ningún momento me transmitió miedo o desconfianza.
—Está bien, no hay problema. Vivo en el callejón que está detrás de la segunda estación de Brooklyn, a dos cuadras del cement...—La mujer colgó, sin dejarme terminar. Sin tener por completo mi dirección.
Pero no volví a sentir miedo ni desconfianza en vez de eso me apure en tener todo listo, como los aromas para trapear y los cepillos para limpiar.
Agarré mi móvil y marqué a Hellen, la más empleada leal que poseo.
—¿Dime? ¿Lo has conseguido? —le pregunté, antes de escuchar su voz diciendo “Aló”
—Sí, tengo su dirección y... —hizo una pausa, la paciencia no es una virtud en mí.
—¿Y qué? Habla de una vez. —eleve la voz.
Hellen suspiró.
—Luego te digo, hay algo que debes saber —expresó sería, ella solo usa ese tono áspero y frío cuando las cosas salen mal.
—Como digas Hellen, ¿Solo dime si debo preocuparme? —pregunte impaciente.
—Sí. —respondió y colgué apretando fuerte mi teléfono.
¡Maldición! Detesto que las cosas salgan mal, ¿Qué será lo que me tiene que decir? ¿Realmente tiene que ver con el trato? ¡j***r! No puedo perderlo.
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Renata
¡Dios mío! ¿Hasta cuándo?
He colocado folletos en todas partes y nada. De nada. Me encuentro desempleada hace semanas y a pesar de que he puesto volantes por toda la ciudad, la única persona que me ha llamado hasta los momentos es mi mamá ¿Y...? ¿Adivina para qué? ¡Sí! Para saber si he estado desayunando.
—Sí... mamá, comí todo el desayuno esta mañana—hablaba con ella por el móvil mientras miraba la televisión acostada en el sofá.
—¿Segura, Reni? ¿No me estás diciendo mentiras? —Ella siempre me dice Reni de cariño y sinceramente adoro que lo haga.
—No má... No te estoy mintiéndote—giré mis ojos—Me he comido todo mi cereal y jugo esta mañana, estuvo muy delicioso, créeme—dije riendo un poco. Suspire. Dure una hora hablando con mi madre sobre papá y mis abuelos. Me contó que la tía Patricia ganó en la Feria del Pueblo por tener la calabaza más grande, y también me comentó sobre mi primo Rob, que ganó una beca para estudiar en Alemania.
«Me alegra que a todos les este yendo bien » pensé.
Tiempo después me quedé dormida viendo la televisión, hasta que el irritante sonido de "Call Me Maybe" de Carly Rae Jepsen como mi tono de llamada me despertó.
¡Rayos!
Cogí el móvil desesperada.
—¡Sí! ¿Aló?
—Buenos días señorita Renata Masson, estoy llamando porque he visto uno de sus anuncios, ¿Quisiera saber si está disponible ahora?—Quedé congelada, no tenía fe que los folletos fueran a funcionar, además esa voz tan imponente de clase alta me sorprendió. —¿Aló? ¿Sigue ahí, señorita Masson? —preguntó la mujer al no escuchar ninguna respuesta de mi parte, me había quedado completamente muda, estaba sumergida en mi mente tratando de descifrar si era real.
—¿Señorita...?—gruño molesta.
—¡Oh! Sí, sí, disculpe, aquí sigo—reaccioné y sonreí—Bueno, déjeme y revisé mi agenda... Últimamente estos días he estado muy ocupada—mentí, últimamente estos días he estado viendo la televisión y con ganas de suicidarme, luego de dos minutos en hacerme la interesante le di una respuesta. —Ya he revisado, y estoy full pero abriré un espacio para usted—expresé muy deprisa—¿Me puede dar la dirección donde tendré que limpiar? —pregunté. ¡Dios! Por fin podré pagar mis deudas.
Me encontraba eufórica de alegría, el corazón latía velozmente, la dopamina y las endorfinas se liberan al final de mi cuerpo, y una sonrisa se desplegó por todo mi rostro. Era más que obvio que mi emoción se quería dejar sentir.
Al fin encontré un empleo, al fin podré pagar todas esas deudas que me carcomen mis sueños.
Suspiré aliviada y feliz.
—¡No!—ese “no” fue tan frío que me apago por completo.
—¿No? Disculpe no la entiendo.—pregunté confundida, ¿Por qué mierdas dijo que no?, se supone que debe darme la dirección a donde debo ir a trapear ¡¿No?!
—Creo que si logro comprenderme, señorita Masson. He dicho que no le daré ninguna dirección.—me congelé.—Mandaré a alguien por usted.—Dijo cortante. La seguridad con que la mujer se expresaba era intimidante, pero en ningún momento me transmitió miedo o desconfianza.
—Está bien, no hay problema. Vivo en el callejón que está detrás de la segunda estación de Brooklyn, a dos cuadras del cement...—La mujer colgó, sin dejarme terminar. Sin tener por completo mi dirección.
Pero no volví a sentir miedo ni desconfianza en vez de eso me apure en tener todo listo, como los aromas para trapear y los cepillos para limpiar.