— No veo tal cosa, la primera reina mide el valor de una persona en lo que posee y no en lo que es. Además ¿Porque voy a bajar la cabeza ante usted?
— Quizás porque soy la primera Reina y ya le di un heredero a Su Majestad, recuerda que nuestras posiciones son completamente diferentes.
— Puede ser que tenga la razón, pero dígame, ¿Cuántas veces ha mirado a Su Majestad desde que se casaron? Imagino que solamente en ciertas ocasiones que se necesita de la presencia de ambos y lo mismo ocurre con su hijo
— ¿Cómo osas a decirme eso?
Aurora intentó levantar la mano para golpearla nuevamente pero Charles golpeó muy fuerte la mesa que tenía delante suyo, sus ojos se miraban llenos de rabia y las cejas alzadas lo transmitían aún más.
— Es suficiente primera Reina, creo que mi nueva esposa no cometió ninguna falta grave para que se le aplique un castigo.
— Pero Su Majestad...
— ¿Acaso olvidas cómo me vestía yo antes de ser Rey? Muchos ponían en tela de duda mi rango de príncipe, todo por mis prendas.
— Su Majestad — Riana miró a Charles — si mi presencia no es necesaria aquí le pido que me permita retirarme.
— Claro, puedes hacerlo — él movió su mano con indiferencia — gracias por tu honestidad al decir la verdad.
Riana sonrió levemente y después de hacer una reverencia fue que se marchó, Aurora miró a Charles y se le notaba furiosa por la decisión que su esposo había tomado.
— Charles, ¿Por qué defiendes a esa mujer de esta forma? Nunca lo habías hecho solamente con — ella hizo una pausa y lo pensó — ¿Acaso la Reina Riana te recuerda a.... Adriana?
— No puedo perder mi tiempo en asuntos tan triviales, ahora vete de aquí y no vuelvas a meterme en líos de faldas. Tanto tú eres mi esposa, como lo es Riana.
— Si, no hay duda — ella sonrió con amargura — te recuerda a esa mujer, pues me veo en la necesidad de recalcar que Adriana prefirió a tu hermano que a ti; incluso le dió una hija.
— ¡Suficiente! — él golpeó la mesa nuevamente y está vez la quebró — excediste tus límites Aurora, te recuerdo que si estamos casados es porque tú te empeñaste en que así fuera pero nunca te he amado, te di el hijo que me pedías para dejarme en paz y ahí lo tienes, hermana.
Aurora se marchó, Charles se quedó pensativo por todo lo que había pasado. Mientras tanto Riana estaba orientando a las damas de la corte.
— Usted me recuerda mucho a la última responsable que tuvimos — la dama de la corte que le había ayudado se acercó — ella aunque era estricta, se trataba de una buena persona.
— ¿Cómo se llamaba?
— Adriana, no tenía mucho tiempo de estar en el trono Su Majestad cuando ella se marchó, hacía unos excelentes jabones de olor y preparaba el té muy bien.
— Ya veo, ¿A Su Majestad le gustaban esos jabones? — la dama de la corte asintió — ¿Dejó algún escrito de cómo prepararlos?
— Sí, pero nadie comprende lo que escribió ya que no sabemos leer. Es una lastima, siento que nos perdemos de muchas cosas por esto.
Riana pidió ver los escritos. La dama de la corte se dirigió adonde tenía los cuadernos entonces se los llevó, ella leyó y sonrió satisfecha al entender cada palabra de las que estaba ahí, pidió varias cosas entonces la dama de la corte fue a traerlos rápidamente mientras ella se quedó a solas leyendo la libreta.
— Espero que a Su Majestad le gusten los jabones, no es tan complicado hacerlos y quiero complacerlo lo más que se pueda. Puedo sentir que no le dieron tanto afecto como merecía y me gustaría que en mis brazos conozca aquello que me brindaron desde que era una niña.
Cuando la dama de la corte llegó con lo que Riana había pedido todas se pusieron a preparar los jabones, cuando ya estaban listos ella los tomó y seleccionó uno en especial.
— Por favor reemplacen los jabones por estos, iré a dejar este al baño de Su Majestad y ustedes se harán cargo de las otras habitaciones.
Las damas de la corte cambiaron todos los jabones del palacio a excepción del baño de Charles. Riana entró a este sitio y puso el objeto en el sitio que le correspondía.
— Vamos Adriana, iré a caminar por los alrededores así que acompáñame por favor.
Adriana la siguió entonces miraron la torre donde Charles entraba para ver las estrellas, Riana quiso ir ahí y al entrar al sitio vieron que se encontraba limpio.
— Me agrada este lugar, puedo sentir que aquí antes había mucha alegría sin embargo ahora está solitario.
— Usted tiene esa habilidad Reina Riana. Siempre puede sentir algo que nadie mira, incluso yo solamente lo siento como un simple cuarto.
— A veces puede ayudar, sin embargo, todo esto en muchas ocasiones es perjudicial. Me doy cuenta de cosas que no debería darme cuenta ya que me lastiman.
Ellas se pusieron en la ventana y miraron el paisaje, se encontraban así cuando Charles llegó. Él las miró con sorpresa y preguntó el motivo de su estancia, ambas voltearon e hicieron una reverencia.
— Solamente dábamos un paseo, Su Majestad. No sabía que vendría acá.
— Aquí nadie viene, solamente yo. Hay sitios a los cuales no puedes entrar y este es uno de ellos, recuerda que has dado demasiados problemas en una estancia demasiado corta y no me apetece andar resolviendo tus líos.
— Lo lamento Su Majestad en seguida nos marchamos, de haber sabido no entro aquí en absoluto y respecto a los líos que supuestamente he armado le recuerdo que son tonterías de personas que están llenas de prejuicios estúpidos.
Ellas hicieron una reverencia y salieron del cuarto, mientras daban un paseo por el palacio, Charles no le quitaba la vista de encima.
— Aurora tiene razón, ella me recuerda a Adriana.... Sin embargo no es posible.... Tengo que hacerme a la idea de que abandonó este mundo hace mucho tiempo.
Charles miró como Riana se sentaba en el suelo sin importarle nada, una sonrisa surgió en sus labios y se pudo notar un brillo en sus ojos que desde hace mucho tiempo no poseía; su corazón se aceleró a tal punto que pensó por un momento que se saldría de su cavidad e incluso quería ir corriendo a los brazos de su segunda esposa y besarla para ver si Adriana había reencarnado en ella.
— Me gustaría recorrer todo este palacio en una semana, esos eran mis planes iniciales pero ahora con la prohibición de Su Majestad creo que mejor me quedó con las ganas. No quiero ocasionar problemas innecesarios, al parecer aquí todo mundo tiene algo en mi contra y se valen de cualquier tontería para molestar al rey.
Al caer la noche, Riana quiso tomar un baño, le pidió a Adriana que preparará la tina y ella accedió a hacerlo de inmediato.
— ¿Estos son los jabones que preparamos hoy? — Adriana asintió — espero que esto le gustara a Su Majestad.
Charles se encontraba entrando al baño, una vez que estuvo ahí y tomó el jabón se sorprendió, fue entonces que llamó a una de las damas de la corte.
— ¿Este jabón de dónde salió?
— La Reina Riana lo preparó el día de hoy y ordenó que fuesen cambiados los jabones anteriores por esos, ella misma incluso cambió el de usted.
Charles se salió del baño y se dirigió hacia donde estaba Riana, se le miraba furioso por esto y cuando las mujeres lo vieron se asustaron.
— ¡¿Cómo hiciste estos jabones? — él gritó y espanto a muchos — ¡Respóndeme!
— Encontré las libretas que dejó la anterior responsable de las damas de la corte entonces lo prepare ya que me dijeron que es del agrado de Su Majestad — Riana respondió con temor — si no es así le pediré que me disculpe, no se volverá a repetir.
Charles no dijo nada y simplemente se marchó, Riana salió rápidamente del baño, se colocó su bata y luego se vistió con la ropa de dormir…