De sorpresa en sorpresa. (Filomena) Las palabras de Adela resonaron toda esa noche en mi cabeza. Y llegué a la conclusión de que el señor Roberts podía ser amargado, pero yo le conocía como la palma de mi mano y jamás se atrevería a hacerme daño. En cambio, ese hombre que recién estaba conociendo, no sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones conmigo. No habíamos platicado lo suficiente para conocerme y decir que estaba perdidamente enamorado de mí. Yo solo sabía que era profesor y estaba casado. Eso era lo más relevante que conocía de ese hombre, porque solo habíamos hablado de cosas intangibles. Concluí que yo no estaba enamorada de él, tal vez de sus ofrecimientos y sus palabras cariñosas. Además de que era joven y estaba podrido de bueno, más sabroso que un pan de Dios y eso ya

